Casablanca avanza contra la explotación reproductiva
América Latina da el primer paso hacia la abolición de la subrogación

Doctora en Filosofía. Investigadora del CONICET-UBA. Firmante de Casablanca.

En Lima, expertos de 10 países alertaron sobre el avance del turismo reproductivo y exigieron su prohibición global.
América Latina, el continente más desigual del mundo y el más peligroso para las mujeres, ha dado el primer paso hacia la abolición de la explotación reproductiva: dimensionar el inminente peligro que acecha a la región. A tal fin se reunieron destacados expertos en derecho, bioética, salud, filosofía y comunicaciones así como legisladores y defensores de derechos humanos provenientes de Perú, México, Colombia, Ecuador, Argentina, Chile, Uruguay, Francia y España para celebrar en Lima la III Conferencia de Casablanca los días 4 y 5 de junio. Casablanca es la mayor organización internacional que trabaja para la prohibición internacional de la maternidad subrogada en todas sus formas. La agrupación nació en el año 2023 bajo la dirección ejecutiva del jurista Bernard García Larraín, cuando tuvo lugar su primera Conferencia en la ciudad homónima (Marruecos, 2023). Fruto de esa reunión es la Declaración internacional por la abolición de la maternidad subrogada, que contó con la firma de más de 100 expertos de 75 nacionalidades. La segunda Conferencia tuvo lugar en Roma (Italia, 2024), donde sus promotores fueron recibidos por el Papa Francisco.
La elección de Lima como sede de la III Conferencia internacional responde al exponencial crecimiento de esta práctica en América Latina, nuevo epicentro del turismo reproductivo global. Varios factores geopolíticos han convertido a América Latina en un foco de explotación reproductiva. Entre ellos, ser el continente más desigual, violento y peligroso para las mujeres, la mitad de las cuales viven en condiciones de pobreza. La debilidad institucional, la inseguridad jurídica y la corrupción endémica contribuyen a hacer de la región un enorme yacimiento de materia prima reproductiva. A esto se suma el bajo costo comparativo de dicha práctica que en países como Estados Unidos o Canadá supera los 100.000 dólares, mientras que por ejemplo en Argentina oscila entre 20.000 y 50.000. Hablamos de un mercado global de mujeres y niños que según un estudio de Global Market Insights alcanzará en 2032 los 129 mil millones de dólares. América Latina ofrece grandes posibilidades de expansión comercial.
A diferencia de Europa, donde la mayoría de países han impuesto a la subrogación prohibiciones cada vez más estrictas, en América Latina esta práctica se mantiene en gran medida sin control. Si bien en la mayor parte de la región el alquiler materno es ilegal porque la filiación se establece por parto, sin embargo la presión del lobby internacional ha favorecido un enfoque tolerante y permisivo de la explotación de mujeres pobres, y la producción y venta de niños. Igualmente ilegal es el contrato sobre órganos o funciones reproductivas, la patrimonialización del cuerpo o la compra-venta de biomateriales. A fin de desmentir esta ostensible ilegalidad, las narrativas culturales pro-subrogación instalaron la falsa idea de una donación altruísta de materiales, órganos y funciones reproductivas, que en virtud de su generosidad harían posible el imperativo deseo de ser padres, como si los sentimientos privados de algunos justificaran violar derechos fundamentales.
Reunidos por Casablanca, los expertos latinoamericanos coincidieron en que se trata de un mercado global de tráfico de personas que debe ser abolido. Desde las ciencias biológicas, explicaron la existencia de apego intrauterino y diálogo celular entre la madre y el hijo. Los vínculos de apego e intercambio generados durante el embarazo son una respuesta biológica y psicológica tendiente a la supervivencia y seguridad emocional de la cría, que ningún contrato oneroso puede borrar. La separación planificada de la madre los arranca e impone una traumática disociación y fragmentación biopsicosocial. Se entiende entonces que los contratos de subrogación adviertan a la madre sobre la necesidad de no generar vínculos afectivos, e incluyan terapias psicológicas de desapego y disociación.
Verónica Toller, directora del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata y la Explotación de Personas de Argentina, conectó la subrogación con la trata de mujeres y explicó el estado de situación en Argentina, donde a partir de diciembre de 2023 una serie de sucesos policiales revelaron numerosas redes de trata reproductiva activas en el país. Desde entonces hasta la fecha, la justicia argentina ha abierto 4 causas que involucran a unos 67 sujetos –reclutadores, abogados, escribanos, clínicas y demás gestores e intermediarios– actualmente bajo investigación por presunta reducción a la servidumbre de decenas de mujeres y producción de bebés para la venta. El gobierno argentino trabaja actualmente junto con la Protex –la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas–, otras fiscalías, Migraciones y Cancillería para esclarecer estos casos y desalentar además la demanda transnacional de compra-venta en vientres argentinos.
El jurista Jorge Cardona Llorens (España), ex-miembro del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas, dejó en claro que no existe el derecho al hijo propio, que contenga la misma información genética o la de terceros seleccionados por catálogo. El interés superior del niño exige conocer su origen y ser criado por sus padres, no por quienes los han adquirido como objetos de contrato oneroso, selección eu-genética y fabricación comercial. Olivia Maurel (Francia), portavoz de la Declaración de Casablanca, cerró la Conferencia con su testimonio como niña nacida por maternidad subrogada. Su primer libro “Where are you Mommy?” –que pronto estará disponible en español– reflexiona sobre su historia de desapego, arrancada de su madre y entregada a los comitentes.
Los lobistas de la subrogación aseguran que es necesario legalizarla para evitar excesos y proteger a los más débiles. Los firmantes, expertos y partidarios de Casablanca sostienen que ninguna legalización haría aceptable una práctica de suyo indigna e inhumana. Ni las mujeres son recursos reproductivos de terceros, ni los hijos son objeto de contrato y cadena de producción. Casablanca dió el primer paso, el decisivo. Ahora es nuestro turno de exigirle al Estado el reconocimiento de la persona humana como fin per se e impedir que los más débiles sean dejados al arbitrio de los deseos e intereses privados de los más poderosos. Del nacimiento materno depende seguir siendo humanos.