Nació por accidente, se convirtió en potencia
YPF: origen de una epopeya industrial

Historiadora y Periodista

Cómo un pozo accidental en 1907 dio origen a YPF y marcó un hito en la historia energética y productiva del país
La historia del petróleo argentino comienza de forma casi accidental. En 1907, una perforación destinada a buscar agua en Comodoro Rivadavia dio con el primer chorro de petróleo del subsuelo patagónico. El hallazgo, en tierras fiscales y vacantes, convirtió al Estado en un minero inesperado y abrió una compleja disputa legal que tardaría un cuarto de siglo en resolverse.
Por entonces, el Código de Minería prohibía al Estado la explotación y libre disposición de sus minas, otorgando ese derecho a los particulares que las descubrieran. Sin embargo, en este caso, el descubridor involuntario del recurso era el propio Estado, que quedaba atrapado en un limbo jurídico: era titular de un derecho que no podía ejercer legalmente. La aplicación estricta de la ley implicaba o bien abandonar la explotación, o bien entregar esa riqueza a manos privadas. Pero el interés nacional indicaba lo contrario: aprovechar un bien común, patrimonio de todos los habitantes, fuente de poder y riqueza.
El rumbo de la política petrolera quedó fijado apenas un día después del hallazgo: se prohibió la denuncia de pertenencias mineras y la concesión de permisos en un radio de cinco leguas (unos 25 kilómetros) alrededor del pozo. A partir de entonces, decretos nacionales y una jurisprudencia constante del máximo tribunal de justicia reafirmaron el principio de que el petróleo debía ser explotado directamente por el Estado. Finalmente, la Ley del Petróleo, sancionada en marzo de 1935, terminó de zanjar la cuestión legal con una solución práctica y duradera.
Aquel hallazgo en el sur fue solo el inicio. El verdadero impulso vino años después, con la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en 1922, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen, y bajo la conducción del general Enrique Mosconi, nombrado director durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear.
Mosconi, ingeniero militar con experiencia en Alemania, estaba convencido de que el control energético era parte de la soberanía nacional. “La independencia del año 1810 debe ser integrada con la independencia de nuestros cañones”, declaró alguna vez, resumiendo su pensamiento estratégico. Como subdirector del Arsenal de Guerra y luego jefe del Servicio Aeronáutico del Ejército, vivió en carne propia las consecuencias de depender del extranjero para obtener combustible o armamento.
Mosconi entendió que YPF no solo debía producir, sino disputar el mercado controlado por multinacionales. En 1929, impulsó una política de reducción progresiva de precios que desafió abiertamente a la Standard Oil y la Royal Dutch Shell. Para garantizar el abastecimiento, cerró un acuerdo con la Unión Soviética, asegurando el ingreso de petróleo ruso. Las rebajas de precios (en agosto y noviembre de 1929, y enero de 1930) forzaron a las empresas extranjeras a bajar sus tarifas o perder el mercado argentino.
La estrategia dio resultado: en 1938, YPF producía el 52,7% del petróleo nacional. El crecimiento había sido sostenido: de un aporte inicial del Estado de $8.655.240,90 m/n de entonces, entre 1911 y 1916, el capital de YPF llegó en 1938 a $423.999.816,93 m/n, gracias a ganancias capitalizadas, reservas técnicas y fondos propios de cobertura.
Pero el avance no fue bien recibido por todos. El golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, que derrocó a Yrigoyen, estuvo fuertemente vinculado a los intereses petroleros extranjeros. El gabinete del general Uriburu incluyó figuras cercanas a esos sectores. Mosconi presentó su renuncia el 9 de septiembre y fue arrestado. Volvería a ser detenido en diciembre, acusado de “comunista”, y enviado a Europa.
De regreso con el gobierno de Agustín P. Justo, se le asignó un cargo menor, afectado ya por una hemiplejía. Se retiró y se dedicó a escribir su visión en el libro El petróleo argentino. Murió el 4 de junio de 1940, a los 63 años.
Mosconi fue mucho más que un técnico o un administrador: fue un visionario que entendió que un país sin energía propia es un país sin destino. Su legado sigue vigente cada vez que se discute quién debe controlar nuestros recursos estratégicos.
La historia del petróleo argentino muestra cómo un hallazgo accidental desencadenó una profunda transformación en la organización económica y técnica del país. Desde los primeros conflictos legales hasta la creación y expansión de YPF, se construyó un modelo estatal capaz de enfrentar a las grandes empresas multinacionales con eficiencia, planificación y visión industrial. La figura de Enrique Mosconi simboliza esa etapa fundacional: un ingeniero con capacidad de gestión que supo interpretar el momento histórico y apostar por una empresa nacional fuerte y competitiva. Su legado se mide no solo en cifras, sino en la huella duradera de una institución que logró, durante décadas, abastecer al país con recursos propios y con una lógica centrada en el interés público.