Una voz que atraviesa hogares, escuelas y generaciones
“Yo, la Educación”

Docente

Habla quien casi nunca habla: relato en primera persona de aquello que da sentido, libertad y verdad a toda sociedad.
Si bien mi nombre -Educación- en tantas oportunidades, y a tantos respectos es corrientemente repetido, sospecho que puede ser ésta una buena oportunidad para trazar algunas líneas más precisas sobre mi propia naturaleza.
Ocurre que lo habitual ha sido delegar esta misión en mis intérpretes. Padres y maestros, son mi voz, en ellos se corporiza parte de mi existencia. Hijos y alumnos, son mis oídos, y en ellos me completo y justifico.
Mi hermana mayor es la palabra. Ella fue el comienzo. Dio nombre a todos los seres y todas las cosas, a todo el universo.
Si me preguntan, podría afirmar que provengo del deseo humano de trascendencia.
Si me buscan, empiecen por los hogares, las familias. Provengo del largo camino de la tradición y la cultura. Hablo allí de valores, de buenos hábitos y de afectos, del respeto, el esfuerzo y la justicia.
Luego voy por las escuelas, las universidades, las aulas, los bancos y las pizarras. Soy tinta, tiza, papel o pantalla. Camino entre cátedras, laboratorios, talleres y salas.
No conozco el temor ni la fatiga. Tengo por favoritos, la juventud y la infancia.
Me regocijo en la sabiduría y la prudencia, y sólo en la libertad hayo sentido. Si no existiera para la paz, mejor sería no haber sido.
¿Qué otro propósito tendría yo que no fuera el de la verdad? Si alguno de mis intérpretes renunciara a ella, no será en mí donde halle refugio. La verdad está en mi naturaleza, y torpe sería pretender lo contrario.
Llevo sobre mis hombros toneladas de miseria humana, de egoísmos, de mesianismos, de tiranías, de guerras cruentas e inútiles y de injusticias. Conozco la férrea voluntad de los colonos y el ansia de libertad de los pueblos oprimidos.
Sé de catástrofes naturales, y de espantosas tragedias que el hombre ha producido.
Soy testigo también de heroísmos, de quienes han ofrecido su vida para el bien de los otros. De esos que aparecen en los libros, y de otros muchos, que jamás serán conocidos.
Tengo la verdad por estandarte. La que está en las cosas cómo ellas son, así como las conocemos; y sé que no existen “medias verdades” sino completos engaños. La ciencia tiene su método; la historia, sus fuentes.
Por lo demás, tengo una especial predilección por los análisis, los juicios críticos, las opiniones y los debates. Claro, si y sólo si, son el resultado de un riguroso estudio de su objeto.
En mi naturaleza está el arte, la estética, la belleza. ¿Qué sería del hombre sin la música? Portentoso lenguaje que hace del aire un sonido. ¡Cuánto más rica, más noble, más profunda es la mirada del artista y de quien contempla su obra!
Mi hermana mayor, la palabra, es arcilla para los que son capaces de decir, como nadie ha dicho.
Si mi empeño no fuese el bien, ¿cuál habría sido mi origen, y por lo mismo, mi destino?
Por último, traigo un mensaje de paz, justicia y solidaridad. El bien de uno, y de todos.