"¿Yo te creo, hermana?"
Víctimas de la mafia de las falsas denuncias llenaron de dolor al Senado

Periodista. Locutor.

En un Salón Azul repleto, se presentó un proyecto de ley contra este accionar que destruye familias, carreras y se lleva vidas inocentes.
El Salón Azul del Senado de la Nación se vio colapsado durante la presentación del proyecto de ley contra las falsas denuncias de violencia de género y abuso sexual, presentado por la legisladora Carolina Losada.
Víctimas de esas falsas denuncias y sus familiares no dejaron espacio vacío en ese recinto y contaron sus dolorosas historias, que nacieron a partir de una mentira perversa que no tuvo consecuencias para el o la mentirosa. Todo este escenario ocurrió con la absoluta ausencia del periodismo: ni un solo cronista, ni una sola cámara.
Para el denunciado o denunciada, todo es angustia, dolor, pérdida de vínculos con los hijos, pérdida de trabajos, reputación y hasta la pérdida de la vida. Esta catástrofe es posible mediante peritos, abogados y psicólogos que preparan testimonios para mentir e inclusive preparan a los niños para la Cámara Gesell.
La impulsora de la iniciativa, Carolina Losada, fue precisa y contundente: “El hecho de que haya tanta gente acá y siguiendo este evento en las redes nos muestra que estamos a nte un problema social en crecimiento”.
El proyecto establece una pena de prisión de 1 a 3 años al que formule una falsa denuncia ante las autoridades. En el caso de que la imputación se registrase en el marco de una causa por delitos de violencia de género, abuso o acoso sexual o violencia contra niños, la pena se elevará a un rango de 3 a 6 años. Sabor a poco, pero por algo se empieza.
La iniciativa es apoyada por el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, quien explicó las motivaciones del proyecto: “Tenemos que actuar. Esto es darle a la Justicia la ley para que los jueces actúen, porque hoy la ley es un desastre”.
El funcionario recalcó que “acá no se discute la máxima energía que hay que poner en castigar los hechos ciertos, acá lo que se discute es la mentira, usar a la Justicia por odio, resentimiento y plata. No hay nada mas vil que eso. El daño que se produce es enorme, no sólo a la victima de la denuncia falsa, sino a su familia, a su honor, a su trabajo. Le toman el pelo a la Justicia, es una conducta muy grave”.
Cúneo Libarona recordó algunos casos conocidos en los medios, entre ellos el de los rugbiers franceses que afrontaron una denuncia en Mendoza: “Se probó el consentimiento que había brindado la falsa víctima. Pero los chicos estuvieron detenidos un mes y medio, después no podían salir del país, los bajaron del seleccionado y recién ahora recuperaron la posibilidad de volver al deporte”.
El ministro de Justicia advirtio que “la denuncia de género es un arma par obtener un propósito ilícito y esto debe castigarse” y profundizó: “Que la la mentira sea agravada cuando destroce el vinculo familiar, cuando los jueces sin prueba disponen impedir el contacto con el hijo y entonces pueden pasar años hasta que el padre lo puede volver a ver”.
Cúneo Libarona concluyó entonces pidiéndole a los jueces que “no tengan más miedo a organizaciones y dejen de creer que la mujer siempre tiene la razón, como un dogma inamovible. No existe una sola campana”.
Testimonios de familias arruinadas
Durante la jornada algunas de las personas que colmaron el Salón Azul expusieron la pesadilla que vivieron y viven a raíz de una mentira, ante los ojos llorosos de la mayoría de los presentes, que reconocían en esas historias lo mismo que sufrieron ellos.
Andrea Guacci, referente del Frente de Mujeres contra las Falsas Denuncias: “Queremos igualdad ante la Justicia y sanar mediante la Justicia. Una nunca imagina que la una mentira de género puede llegar tan lejos. Un medio difundio noticias falsas en contra de mi marido. Presentaron solo relatos que arruinaron una carrera y todo el entorno de Diego Guacci, técnico de fútbol femenino. Vino la absolución, pero inconformes con eso hubo un escrache en la puerta de la AFA por una organización feminista. A partir de ahí decidí involucrarme, pero la mentira fue mas fuerte, estamos viviendo en Italia porque Diego no pudo recuperar sus trabajos en Argentina. No son una calumnia o injuria, son un crimen con consecuencias graves porque matan, matan la reputación, vínculos, la salud mental y el trabajo y se llevan la vida”.
Francisco Ghisoni: “Mi mamá nos hacia ensayar testimonios falsos, nos hacía practicar dibujos para simular pericias, nos grababa entrevistas con psicólogos. El juicio fue larguisimo, finalmente fuimos absueltos por unanimidad pero ella apeló y hasta el día de hoy la causa sigue abierta. Es como si el proceso fuera eterno para los inocentes. Mi papá, denunciado falsamente por abuso sexual, fue encarcelado injustamente durante 3 años, quede solo. Todo un sistema habilitó esto: peritos, psicólogos, abogados, médicos y periodistas. Una mafia que convierte una mentira en una condena social y jurídica que destruye una familia. ¿Cómo puede ser que no haya consecuencias?”.
Erica Ruiz: “Mi hijo, Tomás Perez Ruiz, Toto, era un adolescente de 18 años que se quitó la vida luego de una falsa denuncia en las redes sociales y posterior escrache. El cursaba su último año de colegio y había abierto su barbería. Mi hijo termina con su novia pero ella quería seguir con el. Ella lo hostigó. Pasaron 5 años y seguimos relamando justicia. Lo acusó de abuso. Nunca hizo una denuncia formal pero lo escrachó en todas las redes sociales y empezaron a llover amenazas contra él y nuestra familia. Florencia Sosa inició una mentira a la que mucha gente se sumó sin conocer la historia y desencadenó una catástrofe. Tomas no supo manejar la situación. La vida de Florencia no cambio, como si nada de esto hubiera pasado. Se escudó en el feminismo como si fuera una víctima”.
Hoy vemos un positivo cambio de época frente a este desastre. Pero este periodista le da visibilidad a los afectados por falsas denuncias hace años y en soledad junto a un puñado de colegas, valientes agrupaciones, abogados y peritos que luchan por contar la otra cara de la moneda.
Hace poco llevé a un canal de televisión a la abogada Patricia Anzoategui para colaborar en la difusión de esta problemática. Yo estaba en el control y veo como una chica se levanta indignada y le habla a la productora ejecutiva: "¿Esto está chequeado? Las falsas denuncias no existen", decía con una liviandad aterradora.
Decilo de vuelta frente a toda esta gente y todas las víctimas de falsas denuncias que lo único que piden es una justicia imparcial. El “yo te creo, hermana” no puede seguir generando más dolor.