Santoral
Santos del viernes 24 de octubre
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San Antonio María Claret, misionero incansable y confesor de Isabel II, destaca en el calendario litúrgico de hoy.
Este viernes 24 de octubre de 2025, la iglesia católica conmemora a San Antonio María Claret y también a San Proclo, San Aretas, San Senoco, San Evergislo y San Maglorio, entre otros santos y beatos.
El Martirologio Romano recuerda de San Antonio María Claret que, ordenado sacerdote, predicó durante años por Cataluña, fundó la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, ejerció como obispo en Santiago de Cuba con notable celo pastoral, volvió a España —donde afrontó persecuciones— y murió desterrado en Fontfroide (Francia) en 1870.
San Antonio María Claret: vida y obra
Infancia y adolescencia
Nació el 23 de diciembre de 1807 en Sallent de Llobregat (Barcelona), en el n.º 4 de la calle del Cos. Fue bautizado en Navidad con el nombre de Antonio Adjutorio Juan en la parroquia de Santa María. Hijo de Juan Claret Xambó y Josefa Clará Rodoreda, fue el quinto de once hermanos (sobrevivieron cinco). Creció en una familia profundamente religiosa, vinculada a talleres textiles propios, donde trabajaban parientes y obreros.
La Guerra de la Independencia (1808–1814) golpeó la zona: hubo incendios en Manresa y Calders; en Sallent, somatenes guiados por el párroco Antoni Toll y luego por Raimón Mas se alzaron en defensa. En 1814 la familia se mudó al n.º 1 de la calle Grande; ese año recibió la confirmación.
Su primer maestro fue Antonio Pascual (bachiller por Cervera), quien le enseñó catecismo y lecturas piadosas. Hizo la primera comunión en 1817; desde entonces comulgó con la mayor frecuencia posible. Desde niño deseó el sacerdocio; en 1817 inició latín con Joan Riera (fallecido en 1818), y al quedar truncos los estudios su padre lo incorporó a los telares durante la adolescencia. Entre 1823 y 1825 recibió clases del notario Joan Camp.
Juventud
En 1825 se trasladó a Barcelona para perfeccionarse en el oficio textil; trabajó en una fábrica y estudió dibujo y gramática (castellano y francés) en la escuela de la Real Junta de Comercio en La Lonja. Varias experiencias lo marcaron: un casi ahogamiento del que dijo salvarse por intercesión de la Virgen; un intento de seducción que rechazó; y un episodio con un ludópata que lo involucró en una lotería y acabó preso. Aconsejado por un oratoriano, decidió cambiar de vida y abrazar una vocación más radical: quiso ser cartujo, retomó el latín con un sacerdote Tomás y luego con Francesc de Paula Mas i Artigas.
Seminarista
Gracias a contactos familiares, el obispo de Vich, Pablo de Jesús Corcuera, lo recibió el 30 de septiembre de 1829. Ingresó como seminarista externo en octubre de 1829, viviendo con Fortià Bres. Frecuentó la biblioteca episcopal (también la visitaba Jaime Balmes). Su director espiritual fue el oratoriano Pere Bac; con él intensificó confesión y comunión (hasta cuatro veces por semana), la oración mental diaria, visitas al Santísimo y prácticas ascéticas.
En 1830 asumió la lectura cotidiana de la Biblia; en 1831 refirió una visión mariana que fortaleció su propósito de castidad. Se integró en diversas congregaciones y cofradías (1831–1834).
Recibió la tonsura el 2 de febrero de 1832; las órdenes menores el 21 de diciembre de 1833; fue subdiácono el 24 de mayo de 1834 (el mismo día que Balmes fue diácono) y diácono el 20 de diciembre de 1834.
Sacerdote y predicador misionero
Fue ordenado sacerdote el 13 de junio de 1835 (S. Antonio) en Solsona; celebró su primera misa el 21 de junio en Sallent. Las guerras entre isabelinos y carlistas cerraron el seminario; sirvió como coadjutor y desde 1837 como ecónomo de Sallent. Descubrió que su vocación no era la cura parroquial sino la misión popular.
En 1839 caminó a Roma para ofrecerse a Propaganda Fide: sufrió asaltos en los Pirineos y, ya en la Ciudad Eterna, ingresó el 29 de octubre de 1839 en el noviciado jesuita de San Andrés del Montecavallo; una enfermedad y discernimiento con el P. General Roothan lo devolvieron pronto a España.
Desde 1840 fue regente en Viladrau y comenzó una intensa predicación por Cataluña (Viladrau, Espinelvas, Seva, Igualada, Santa Coloma de Queralt, Manresa, Barcelona, Solsona, Bañolas, Figueras, Tarragona, Lérida, etc.). Organizó misiones, cuaresmas, meses de María, novenarios y ejercicios para clero y religiosas; enfrentó campañas de descrédito y conflictos políticos; refutó desviaciones doctrinales (caso Miquel Rivas en 1847).
Fue prolífico escritor y apóstol del libro religioso: impulsó la Hermandad Espiritual de los Libros Buenos (1846) y fundó la editorial Librería Religiosa (1848). Estableció cofradías del Inmaculado Corazón de María por Cataluña y colaboró con figuras como Francisco Coll y Joaquina de Vedruna.
En 1847–1849 misionó en Canarias (Gran Canaria y Lanzarote), donde lo llamaban el Padrito. De regreso, el 16 de julio de 1849 fundó en Vich, con cinco sacerdotes, a los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (claretianos).
Arzobispo de Santiago de Cuba (1851–1857)
Consagrado obispo el 6 de octubre de 1850, llegó a Cuba el 16 de febrero de 1851 y recorrió incansablemente su amplísima archidiócesis. Promovió misiones, confirmaciones y regularización de matrimonios, luchó contra discriminaciones raciales (especialmente en el matrimonio mixto) y se ocupó de la evangelización de los afrodescendientes y de la defensa de sus derechos. Reformó seminarios, gestionó recursos para templos y clero, y logró el retorno de órdenes religiosas (paúles, jesuitas, escolapios, Hijas de la Caridad) por Real Cédula de 1852.
Consagró la archidiócesis al Corazón de María, fundó asociaciones marianas y llamó a María Antonia París, con quien surgieron las misioneras claretianas (1855). Multiplicó parroquias (de 26 a 66), creó cajas de ahorros parroquiales, escuelas de artes y oficios en cárceles, atendió terremotos (1852) y cólera, y proyectó la Casa de Beneficencia de Camagüey. Sufrió un atentado en Holguín (1 de febrero de 1856). En 1857 fue llamado a Madrid.
Confesor real y obra en España (1857–1868)
Desde mayo de 1857, fue confesor de Isabel II; también instruyó a la infanta Isabel y más tarde al príncipe Alfonso. Predicó por toda España y en 1858 fundó la Academia de San Miguel (evangelización de la cultura), además de promover Bibliotecas Populares y Parroquiales (1864).
Fue nombrado presidente del Real Monasterio de El Escorial (1859), que reorganizó como centro de culto, seminario y colegio, saneando su economía. En 1860 fue creado arzobispo de Trajanópolis. Vivió profundas experiencias místicas (1861 y Nochebuena de 1864). Su figura suscitó adhesiones y fuertes oposiciones anticlericales. En 1865 se retiró temporalmente por el conflicto del reconocimiento del Reino de Italia (contrario al Papa), aunque retornó luego a su ministerio.
Últimos años, Concilio Vaticano I y muerte
La Revolución de 1868 envió a la reina al exilio (Pau y París), donde Claret la acompañó. En 1869 marchó a Roma, participó activamente en los trabajos del Concilio Vaticano I y el 31 de mayo de 1870 defendió la infalibilidad pontificia. Enfermo y perseguido políticamente, se refugió primero en Prades y luego en la abadía cisterciense de Fontfroide (cerca de Narbona), donde falleció el 24 de octubre de 1870. Sus restos fueron trasladados en 1897 a la Casa Madre claretiana de Vich.
Culto: beatificación y canonización
Los procesos se abrieron en 1887; la causa se introdujo en Roma en 1899. En 1934, Pío XI lo beatificó tras aprobarse dos milagros (curación de Javiera Mestre en 1897 y de Benigna Sibila Alsina en 1930). Fue canonizado por Pío XII el 7 de mayo de 1950; al día siguiente, el Papa lo definió como “honra de su Patria y de la Iglesia”.
Otros santos que se conmemoran hoy, 24 de octubre
- Santos Ciríaco y Claudiano de Hierápolis
- San Proclo de Constantinopla
- San Aretas de Nagrán y 340 compañeros
- San Senoco de Tours
- San Martín de Armórica
- San Evergislo de Tongeren
- San Maglorio de Dol
- San Fromundo de Coutances
- San José Lê Đăng Thi
- Beato Luis Guanella
- Beato José Baldo
Un día para recordar —con la figura de Claret al centro— la fuerza misionera y caritativa que marcó a estos testigos de la fe.

