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Santoral de hoy: jueves 11 de diciembre
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Celebración del día: San Dámaso I, Papa
Dámaso I (Gallaecia, 304 – Roma, 11 de diciembre de 384), trigésimo séptimo pontífice de la Iglesia católica, ejerció su autoridad durante uno de los períodos más turbulentos del cristianismo primitivo. Su pontificado —el décimo octavo más largo de la historia, con 18 años, 2 meses y 11 días— coincidió con la reorganización del Imperio romano bajo Constantino, la división entre Oriente y Occidente, la expansión del arrianismo y la progresiva conversión del cristianismo en religión oficial del Estado. Su figura se convirtió, así, en un eje de unificación política y doctrinal. Es, además, el santo patrón de los arqueólogos, un título que evoca su pasión por las catacumbas romanas y por la memoria de los mártires.
Su nombre latino, Damasus, significa “domador”, una premonición de las luchas que marcarían su gobierno. Desde joven se formó en Roma, donde creció, se hizo clérigo y luego presbítero en la iglesia de San Lorenzo. Era hijo del sacerdote Antonio y de Laurencia, cuyo nombre se conoció recién en el siglo XIX. También tuvo una hermana menor llamada Irene. Antes de ser elegido papa, trabajó como secretario de los pontífices Liberio y Félix, integrándose al gobierno de la Iglesia en momentos de fuertes tensiones doctrinales.
Una elección marcada por la sangre
La muerte de Liberio en 366 abrió una disputa feroz por la sucesión. Mientras una facción apoyaba a Dámaso, un amplio sector de los seguidores de Liberio eligió simultáneamente a Ursicino, su diácono, vinculado al arrianismo milanés. Lo que debía ser un proceso religioso se transformó pronto en conflicto civil: según el historiador Ammiano Marcelino, en la basílica liberiana murieron 137 personas en los disturbios. Los prefectos de Roma intervinieron para restaurar el orden; finalmente, el emperador Valentiniano reconoció a Dámaso y desterró a Ursicino, consolidando la autoridad del pontífice.
El episodio reveló dos cosas: la profunda fractura teológica dentro de la Iglesia y la creciente influencia del poder imperial en la política eclesiástica. A lo largo de su pontificado, Dámaso continuó enfrentando acusaciones, conspiraciones y presiones provenientes de sectores arrianos, aunque fue exonerado repetidamente por la justicia imperial y por diversos concilios.
Un pontificado de reforma y centralización
Desde el comienzo de su gobierno, Dámaso se propuso fortalecer la autoridad de Roma sobre todas las Iglesias. Su objetivo era claro: unificar la doctrina, frenar las herejías y consolidar la figura del papa como cabeza espiritual y política de la cristiandad. En un mundo donde el Imperio se dividía y la autoridad civil se recomponía bajo formas sacralizadas —especialmente con el Dominado—, la Iglesia adquirió un papel decisivo como garante de unidad.
Bajo su conducción se celebraron numerosos sínodos que condenaron el apolinarismo, el macedonianismo y el arrianismo. En el sínodo de 374 promulgó el primer Canon de la Escritura Sagrada, estableciendo el listado de libros que debían considerarse inspirados por Dios. Introdujo, además, la voz hebrea aleluya en la liturgia cristiana y reafirmó solemnemente la primacía del obispo de Roma.
Dámaso impulsó obras en la Basílica de San Lorenzo Extramuros y favoreció la creación de la vicaría apostólica de Tesalónica cuando Iliria fue separada del Imperio de Occidente, un antecedente del Vicariato papal que reforzó la autoridad romana sobre regiones alejadas.
El prestigio intelectual de su pontificado se fortaleció mediante su estrecha relación con san Jerónimo, padre de la Iglesia, a quien nombró secretario y encargó la monumental traducción de la Biblia al latín. Así nació la Vulgata, una obra que moldearía el culto, la teología y la cultura cristiana durante quince siglos.
Un defensor de Nicea y enemigo del arrianismo
Dámaso fue una de las voces más firmes contra el arrianismo, la gran herejía de la época. Sus esfuerzos incluyeron concilios en Roma, condenas públicas, excomuniones y la promoción de figuras ortodoxas como Atanasio de Alejandría. Cuando el emperador Teodosio I promulgó en 380 el decreto De fide catholica, estableciendo el cristianismo niceno como religión oficial del Imperio, Dámaso se convirtió en uno de sus principales beneficiarios y guardianes doctrinales.
En el plano político, intervino también en debates internos de Roma. Apoyó al emperador Graciano para retirar el Altar de la Victoria del Senado —un gesto simbólico que marcó el declive del paganismo romano— y envió legados al Concilio de Constantinopla de 381, crucial para consolidar la doctrina trinitaria.
Controversias y acusaciones
Su figura no estuvo exenta de polémica. Partidarios de Ursicino lo acusaron de adulterio en 378, aunque fue absuelto por el emperador Graciano y por un concilio posterior. Nuevas denuncias lo persiguieron durante años, reflejo del clima de tensiones doctrinales y rivalidades políticas que dominaba la Iglesia del siglo IV. Algunos críticos de la época, como el aristócrata pagano Praetextato, se burlaban de su poder diciendo: “Háganme obispo de Roma y me haré cristiano”.
El poeta de los mártires
Uno de los legados más duraderos de Dámaso es su devoción por las catacumbas romanas. Recorrió los sepulcros, identificó tumbas, promovió su cuidado y compuso inscripciones poéticas en honor de los mártires. Su labor permitió rescatar del olvido lugares de culto esenciales y lo convirtió, siglos más tarde, en el patrono de los arqueólogos. Su sensibilidad literaria y su fascinación por los orígenes de la fe dejaron una huella indeleble en el cristianismo antiguo.
Últimos años y muerte
Dámaso murió en Roma el 11 de diciembre de 384, a los 80 años. Se hizo enterrar humildemente, junto a su madre y su hermana, en una tumba que él mismo había preparado entre los cementerios de Calixto y Domitila, lejos de las tumbas de los mártires a quienes veneraba. Más tarde se levantó allí la Basílica de San Dámaso, cuyas ruinas fueron descubiertas en 1902, junto con el epitafio dedicado a su madre, Laurencia, que vivió viuda durante sesenta años y murió a los ochenta y nueve.
Sus restos fueron trasladados posteriormente a la Iglesia de San Lorenzo. Durante el siglo XX, las catacumbas vinculadas a su figura fueron objeto de nuevos estudios, y en 1928 el papa Pío XI autorizó la emisión de estampillas para financiar su conservación en Galicia y Castilla. Y desde 2011, su nombre da identidad a la Universidad Eclesiástica San Dámaso, en Madrid.
Otros santos recordados este 11 de diciembre
- San Daniel Estilita
- San Victorico
- Beato Arturo Bell
- Beato Francisco Lippi
- Beato Hugolino Magalotti
- Beato Jerónimo Ranuzzi

