Patrono europeo
San Bernardo de Claraval: el santo del 20 de agosto
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Su profunda devoción y su capacidad como predicador lo convirtieron en uno de los santos medievales más influyentes.
Este miércoles 20 de agosto de 2025, la Iglesia católica celebra a San Bernardo de Claraval, una de las figuras más influyentes de la vida monástica medieval y doctor de la Iglesia. Su legado, profundamente marcado por la oración, la contemplación y la devoción a la Virgen María, sigue inspirando a los cristianos de todo el mundo.
Orígenes y vocación religiosa
Bernardo nació en 1090 en el castillo de Fontaine-lès-Dijon, en Borgoña, Francia, con el nombre de Bernard de Fontaine. Fue el tercero de siete hermanos en una familia noble: su padre era caballero del duque de Borgoña y lo educó en la escuela clerical de Châtillon-sur-Seine. Tras la muerte de su madre, decidió ingresar a la Orden del Císter, fundada pocos años antes por Roberto de Molesmes bajo la regla de san Benito. Esta comunidad, austera y exigente, contaba con un solo monasterio y pocos miembros.
En 1113, a los 23 años, Bernardo ingresó como novicio acompañado por cuatro de sus hermanos, un tío y varios amigos, hasta sumar unas treinta personas. La influencia que ejerció sobre su entorno fue enorme: incluso su hermano Guido, casado y con dos hijas, se unió a la orden. Con el tiempo, también lo harían su padre y su hermano menor.
Fundador de Claraval
El crecimiento de los cistercienses obligó al abad Esteban Harding a enviar a Bernardo a fundar un nuevo monasterio. En 1115, se estableció en Clairvaux (“valle claro”), en la región de Champaña, donde fue ordenado sacerdote y designado abad. Al frente de Claraval, cargo que mantuvo hasta su muerte, impuso un régimen de gran austeridad que en sus primeros años afectó su salud. Sin embargo, desde allí desplegó una obra de gran trascendencia: a lo largo de su vida fundó 68 monasterios distribuidos por toda Europa, que extendieron la espiritualidad cisterciense hasta Alemania, Inglaterra y España.
Místico, predicador y defensor de la fe
San Bernardo fue un místico y uno de los fundadores de la mística medieval. Su profunda devoción mariana impulsó la expansión del culto a la Virgen. Su capacidad de palabra le valió el sobrenombre de Doctor melifluo (“boca de miel”), y fue un predicador incansable que recorrió Francia, Renania y otras regiones para predicar la vida monástica y combatir herejías como la de los cátaros.
Participó en las grandes controversias teológicas de su tiempo, enfrentándose con pensadores como Pedro Abelardo. También tuvo un rol central en la Iglesia de su época: en el Concilio de Troyes (1128) impulsó y defendió la Orden del Temple, redactando sus estatutos y garantizando su reconocimiento oficial.
Su influencia política fue decisiva: durante el cisma del antipapa Anacleto II (1130-1137), abandonó temporalmente la clausura para convertirse en un ardiente defensor del papa Inocencio II, consolidando su prestigio en Europa.
Cruzadas y últimos años
En 1145, uno de sus discípulos, Bernardo Paganelli, fue elegido papa con el nombre de Eugenio III, convirtiéndose en el primer pontífice cisterciense. Ese mismo año, Bernardo predicó con entusiasmo la Segunda Cruzada, que lamentablemente terminó en fracaso y afectó su influencia política.
En sus últimos años sufrió graves problemas de salud, hasta que murió en 1153. Fue canonizado en 1174 por Alejandro III y proclamado Doctor de la Iglesia en 1830 por Pío VIII. Hoy es patrono de Gibraltar, Algeciras, los trabajadores agrícolas y el Queen’s College de Cambridge, y suele representarse con atributos como la pluma, el libro, el perro, el dragón, la colmena y la Virgen María.
Otros santos del 20 de agosto
Además de San Bernardo de Claraval, este día también se conmemora a:
- Burcardo de Worms
- Cristóbal de Córdoba
- Filiberto de Tournus
- Leovigildo de Córdoba
- María de Mattias
- Máximo de Chinon
- Samuel
El sentido del santoral
La tradición de celebrar el día del santo tiene su origen en la herencia católica transmitida por España, que asignó a cada fecha del calendario la memoria de los cristianos más notables, muchos de ellos mártires. El Martirologio Romano, catálogo oficial de la Iglesia, recoge esta memoria y se actualiza con cada canonización proclamada por el Vaticano.