Con mucha diferencia al resto
Rusia e Irán: los países con más reservas de gas natural
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El gas natural, además de ser un recurso energético, se ha convertido en un arma geopolítica.
En un mundo que acelera su transición hacia energías renovables, el gas natural se ha consolidado como un recurso clave para sostener el camino hacia la descarbonización. Su menor huella de carbono -emite un 50% menos de dióxido de carbono que el carbón y un 30% menos que el petróleo- y su capacidad para activarse y desactivarse con rapidez lo convierten en la fuente más “despachable” para cubrir picos de demanda eléctrica.
Actualmente, el gas representa cerca del 23% del mix energético global. En Estados Unidos, por ejemplo, alcanza el 40% de la generación eléctrica, mientras que a nivel mundial alimenta desde industrias y hogares hasta los voraces centros de datos que impulsan la economía digital.
Reservas concentradas en pocas manos
Según la U.S. Energy Information Administration, Rusia, Irán y Qatar concentran el 51% de las reservas mundiales de gas natural, mientras que los diez países con mayor disponibilidad suman el 83% del total. Rusia es el actor dominante, con reservas que duplican las de Qatar y triplican las de Estados Unidos.
Este nivel de concentración otorga a estos países un poder económico y diplomático considerable. La crisis energética en Europa tras la invasión rusa a Ucrania, cuando Moscú recortó drásticamente el suministro a la Unión Europea, evidenció el uso del gas como herramienta geopolítica.
Demanda en crecimiento:
Las cifras recientes muestran que el gas natural sigue ganando terreno. En 2024, su demanda global creció un 2,5%, la generación eléctrica a partir de gas aumentó en igual proporción, y el comercio internacional de gas por gasoducto y GNL repuntó un 3,3%, su mayor alza desde 2021.
Las proyecciones son contundentes: la demanda podría incrementarse un 50% para 2027 y hasta un 165% para 2030, impulsada principalmente por Asia y África, regiones que requieren energía para procesos de electrificación e industrialización. Incluso hacia 2050, se estima un aumento global del 32% en su consumo.
Un futuro atado a la transición:
Aunque el avance de nuevas tecnologías renovables podría acortar el papel del gas, todo indica que seguirá siendo un actor central en las próximas décadas. La descarbonización, al menos en el corto y mediano plazo, deberá convivir con un recurso que es, al mismo tiempo, motor de desarrollo y pieza clave del tablero geopolítico global.