Formosa bajo el agua y bajo el abandono
Radiografía del abandono: inundaciones en la Formosa del poder eterno

Graves inundaciones, familias evacuadas y una administración provincial que mira para otro lado.
Un temporal histórico volvió a poner al desnudo la miseria estructural de Formosa. En lugar de respuestas rápidas, organización y presencia estatal, lo que se vio fue una combinación de improvisación, abandono y reparto clientelar de la escasa ayuda. Lo de siempre.
Más de 400 mm de lluvia en pocas horas —una cifra excepcional incluso para zonas tropicales— provocaron inundaciones masivas en distintas localidades de la provincia. Palo Santo, El Coatí, Alto Alegre y Subteniente Perín fueron de las más afectadas. En Palo Santo, una represa de agua potable colapsó, y también se vino abajo una barrera de contención que protegía a los barrios más vulnerables. Decenas de familias debieron autoevacuarse porque el gobierno provincial no llegó, no actuó o simplemente no quiso aparecer.
Las lluvias, que llegaron desde la vecina provincia de Chaco, fueron calificadas por la Unidad Provincial Coordinadora del Agua como “volúmenes muy importantes”. Pero esa explicación técnica no alcanza para tapar la ineptitud crónica del oficialismo formoseño, encabezado por el eterno Gildo Insfrán, que gobierna con mano de hierro desde hace más de 28 años.
Mientras el agua tapaba calles, casas y campos, la respuesta oficial fue nula o directamente escandalosa. La ayuda estatal no solo no alcanzó, sino que habría sido repartida con criterios partidarios, según denunció la diputada nacional Lilia Lemoine, presente en el territorio. En un posteo en la red X, aseguró: “En Palo Santo mínimo hay 100 familias a las que se les mojó todo (…) En Elefante Azul está la nuera del intendente pero dicen que reparten solo entre su gente”. Y detalló que lo más necesario es comida, repelente, pañales, jabón en polvo y lavandina.
El problema no es solo la lluvia, es el abandono sistemático de las poblaciones del interior profundo, especialmente en contextos de emergencia. En lugar de un plan integral, con coordinación entre municipios, defensa civil y organismos provinciales, lo que se vio fueron vecinos con tractores socorriendo a otros vecinos, ollas populares en esquinas de tierra y donaciones organizadas por WhatsApp.
Y como si fuera poco, la crecida del río Paraguay mantiene en vilo a las zonas ribereñas. Aún no se alcanzaron niveles críticos, pero las autoridades advierten que el fenómeno podría repetirse durante todo el mes de mayo, que es históricamente húmedo en la región.
Lo que sucede no es nuevo. La provincia ya ha sido denunciada reiteradas veces por violaciones a los derechos humanos, persecución política, represión y manipulación del sistema electoral. Pero este abandono en medio del desastre natural refuerza una idea que los formoseños conocen muy bien: están solos.
La tragedia climática vuelve a mostrar la ausencia de un Estado provincial que debería estar para proteger, asistir y coordinar, no para esconderse ni para garantizar privilegios familiares y políticos.
Formosa se inunda. El pueblo responde. El gobierno se esconde.