Pasado y presente
Palacio Libertad: cartas de amor clandestinas y el día que Susana Giménez colapsó el correo

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Las visitas guiadas gratuitas al Palacio Libertad son un destino obligado para quienes buscan redescubrir la Ciudad de Buenos Aires y todo el turismo nacional e internacional.
En el Palacio Libertad emergen las historias de un correo creado en el siglo XIX que fue, durante décadas, el corazón de la comunicación en puño y letra entre los argentinos, y también entre ellos y sus seres queridos en Europa.
“En su apogeo, el correo funcionaba las 24 horas del día, con 10.000 trabajadores distribuidos en cuatro turnos”, relata a Newstad uno de los guías del Palacio Libertad, Juan Fazzito. La magnitud del esfuerzo era proporcional a la tarea: la clasificación manual de sobres y paquetes, uno por uno, en un sistema que llegó a contar con 5.600 casillas solo en el primer subsuelo.
El primer gran salón de la planta baja del correo permanecía abierto para que puedan dejarse las cartas a cualquier hora.
Susana Giménez y el récord Guinness
El relato adquiere un tono insólito cuando Fazzito recuerda la avalancha de cartas que generó el programa de Susana Giménez en los años noventa.
“En 1996 llegaron 32 millones de cartas destinadas al concurso del programa; de ellas, 28 millones fueron certificadas por el Correo, mientras que el resto se entregaron directamente al canal”, precisa.
Un año más tarde, la cifra trepó a casi 10 millones más, consolidando un volumen que, según notas de época, le valió al ciclo un lugar en el récord Guinness.
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Secretos en papel
Pero no todo eran concursos y sobres numerados. El anonimato que ofrecían las casillas postales habilitaba también otras historias: las de los amores clandestinos.
Cuando las cartas eran la única vía de comunicación entre dos personas relativamente distantes, los amores "oficiales" que por alguna razón debían alejarse, mantenían el vínculo de esta manera. Pero así también se alimentaron historias de amor y trampa en una Buenos Aires en la que todavía no había tantos habitantes. Pueblo chico, infierno grande.
“Una mujer nos contó que no tenía dinero para alquilar una casilla. Entonces, el cartero, con cierta delicadeza, le entregaba las cartas de su amante cuando el marido estaba en el trabajo. Ella, como agradecimiento, le preparaba una merienda. No podemos decir que había soborno, era más bien un acuerdo tácito”, explica el guía.
Las maravillas de hoy
Además de los ricos datos históricos, el paseo también destaca las maravillas arquitectónicas de lo que es hoy el Palacio Libertad. Los guías llevan a los visitantes al imponente auditorio con una de las mejoras acústicas de latinoamérica. Esta sala está cubierta por fuera por una gigante maya metálica que por su forma exterior le dieron el nombre de “la ballena azul”. Y arriba de ella, la quizás todavía más impactante y enorme lámpara colgante. Allí dentro también hay exposiciones. Los guías también van a destacar las actividades permanentes que se ofrecen en el lugar.
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Los guías del Palacio Libertad tienen más para contar
Entre récords televisivos, miles de casillas y confidencias secretas, el Correo supo ser mucho más que un servicio postal: fue un espacio de encuentro social, cultural y hasta sentimental, que hoy sobrevive en la memoria de sus trabajadores y en las anécdotas que aún circulan entre quienes visitan el edificio histórico.
Todas estas historias son relatadas al detalle y con pasión por parte de los guías de las visitas gratuitas que ofrece el Palacio Libertad.
HORARIOS DE LAS VISITAS: miércoles a las 16, jueves y viernes 16 y 18 hs, sábados y domingos a las 16. Las recorridas duran aproximadamente una hora. No hay reservas, por lo que se recomienda confirmar la asistencia en el hall central, al menos una hora antes del inicio del paseo.