La campeona antes del ring
Melisa Pérez Kuy y su homenaje a Alejandra Oliveras: pura emoción
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Una gaseosa cordobesa y una charla de mujeres: la historia de una amistad inesperada que hoy se convierte en homenaje.
En medio del dolor por la partida de Alejandra “La Locomotora” Oliveras, una despedida íntima y luminosa emergió con fuerza en redes sociales. La escribió la escritora Melisa Pérez Kuy, quien compartió un relato entrañable, lleno de detalles cotidianos, risas compartidas, y gestos que revelan la esencia más humana de la ex campeona mundial de boxeo. Su texto no solo es una evocación personal, sino también un homenaje vibrante que la retrata con ternura, carisma y coraje, cuando aún no era una estrella mediática ni una figura pública consagrada.
“Durante el 2002, en la heladera de mi casa, siempre había alguna botella de Rumipal, la gaseosa cordobesa que compraba mi papá, para compartir con ‘las visitas’.
En esa época, mi hermano había empezado a practicar boxeo, y entre tantos deportistas que pasaron por casa un día llegó ella, se sirvió un vaso de gaseosa y enterró las manos en los rulos de mi hermanito diciendo: ‘yo tengo dos como este. No sabés cómo los extraño’.
También tengo el recuerdo de verla en la fiesta de egresados de mi hermano con un vestido que se llevó todas las miradas, mientras se reía a carcajadas y le decía a mi bisabuela: "me parece que la miran a usted".
Después se acercó a mí para contarme que escribía poemas y me preguntó cuándo podía ir a la radio. A la semana siguiente fue a mi programa a leerlos y les contó a mis oyentes que no iba a parar hasta ser campeona del mundo. Cuando terminó el bloque se pintó los labios de rojo furioso.
—¿Vos no te pintás, Meli?
—No, a mí me da vergüenza
—Tomá, te lo regalo, pero usalo. Y pasame el tema ‘se terminó’ de la Banda XXI. Ese me llega acá (y se tocó el pecho).
Ese día me dijo que me cuidara de los hombres, que no fuera tonta. Después me dio un abrazo.
Faltaba un par de años para su debut profesional en General Levalle, el pueblo cercano al mío. "La Alejandra" todavía no era "la Locomotora". Sin embargo, la magia ya invadía su espíritu guerrero, y yo ya admiraba la fuerza de su carcajada”.
No hay metáfora más fuerte que esa carcajada como símbolo de vida, poder y ternura.
Las palabras de Melisa no buscan mitificar a la campeona, sino recordarla tal como era cuando todavía no había títulos ni cámaras. Esa joven que escribía poemas, pedía una canción, ofrecía un lápiz labial como amuleto y advertía con sabiduría sencilla: “Cuidate de los hombres, no seas tonta”.
El relato ha conmovido profundamente porque no describe a una heroína intocable, sino a una mujer luminosa, cercana, generosa, marcada por una mezcla feroz de alegría, coraje y fragilidad. Y en esa imagen —la de una carcajada roja furiosa pintada en los labios— Melisa Pérez Kuy dejó grabada, con dolor y amor, la despedida más hermosa que se ha leído sobre la Locomotora.