Santoral
Los santos que se celebran este 13 de agosto

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El calendario litúrgico recuerda hoy a San Hipólito mártir y a otras figuras que dejaron huella en la historia de la fe.
Durante siglos, en gran parte de las sociedades cristianas, fue costumbre poner a los hijos el nombre del santo correspondiente al día de su nacimiento. Esta práctica no solo obedecía a la devoción religiosa, sino también a la creencia de que el santo en cuestión se convertiría en un protector espiritual a lo largo de la vida de la persona. De esta manera, el nombre no era elegido al azar, sino que estaba profundamente ligado al calendario litúrgico y a una identidad comunitaria compartida. Así, por ejemplo, Domingo Faustino Sarmiento se llamaba en realidad Faustino Valentín, ya que había nacido el 15 de febrero, día de San Faustino. Cabe destacar que San Valentín (14 de febrero) era por entonces parte del santoral, lo que seguramente influyó en la elección de su segundo nombre.
Con el tiempo, el concepto de “onomástico” —que alude estrictamente a la celebración del santo— empezó a confundirse con el de cumpleaños, lo que llevó a pensar que ambos términos eran sinónimos. En realidad, el onomástico está directamente vinculado al santoral y no a la fecha de nacimiento.
El santoral es un registro que recoge los nombres y fechas de conmemoración de hombres y mujeres que, por su vida ejemplar, su conexión con lo divino y sus acciones en favor del prójimo, fueron canonizados o beatificados por la Iglesia. A lo largo del año, cada fecha del calendario corresponde a uno o más santos, y su celebración es una oportunidad para recordar su historia, virtudes y legado. En la actualidad, aunque la tradición ha perdido fuerza en muchas familias, todavía hay quienes conservan la costumbre de celebrar el día del santo como una fecha importante, independientemente del cumpleaños.
Este 13 de agosto, el santoral recuerda principalmente a San Hipólito mártir, un personaje singular de la historia cristiana. Hipólito fue un soldado romano del siglo III encargado de custodiar a prisioneros cristianos. El contacto con ellos lo llevó a convertirse a la fe que perseguía, lo que marcó un giro radical en su vida. Su valentía y compromiso con esta nueva creencia lo llevaron a asistir al entierro de otros mártires, lo que motivó su arresto y condena. Su muerte fue particularmente cruel: fue atado a dos caballos salvajes que, al correr en direcciones opuestas, lo despedazaron. Los restos recogidos fueron sepultados a lo largo de la vía Tiburtina en Roma.
Curiosamente, un error clerical hizo que durante siglos se lo registrara como dos personas distintas: Hipólito de Roma e Hipólito de Porto. Esta confusión llevó a que existieran dos fechas diferentes para su conmemoración: el 13 y el 22 de agosto. No fue hasta la revisión del martirologio en 1969 que se corrigió la duplicación y se unificó su memoria litúrgica.
Junto a San Hipólito, este 13 de agosto también se conmemora a otras figuras relevantes: San Antíoco de Lyon, San Casiano de Imola, Santa Gertrudis de Altenberg, San Ponciano papa, Santa Radegunda de Poitiers, San Vigberto de Fritzlar, el beato Guillermo Freeman y el beato Jacobo Gapp. Cada uno de ellos dejó una huella particular, ya sea en la vida religiosa, en la defensa de la fe o en el servicio a los demás.
La celebración del santoral es, en definitiva, una oportunidad para reflexionar sobre la historia, la fe y las tradiciones que han moldeado a distintas comunidades. Aunque para algunos pueda parecer una costumbre del pasado, sigue siendo un puente entre generaciones y un recordatorio del valor que se atribuía a la virtud, la entrega y la memoria.