Editorial
Los locos al poder: el problema de Argentina son los ladrones

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Cambio de paradigma y corrupción a la baja. Casta, familias que viven del Estado medio siglo y negocios espurios.
La Argentina es un país pobre, con alto desempleo y pobreza inadmisible, con chicos que bajan de peso y sindicalistas y dirigentes políticos obesos. Con diputados provinciales que viajan en avión privado y tomógrafos que se pudren en las aduanas. Es un país extenso, rico, diverso, inteligente y bajamente poblado. Pero está secuestrado por unas mil familias que se niegan a devolverlo, y eso se puso sobre la mesa.
Formosa es Corea del Norte, los carteles te amenazan a cada kilómetro, una jueza desapareció hace dos meses y nadie dice nada. En San Luis nadie trabaja si los Rodriguez Saa no lo desean y hay denuncias de todo tipo. Los Kirchner dejaron Santa Cruz en ruinas, no hay avenidas asfaltadas y Máximo Kirchner tiene literales miles de millones con virginidad de CUIT en el sector privado. Es un país que se despierta con la resaca más dura de la historia. Terminó la fiesta, hay que empezar de cero y con reglas nuevas.
Nunca me gustó disfrazarme, sinceramente me parece ridículo, supongo que me avergüenza. Lilia Lemoine se disfrazaba de calamar o algo así para eventos de cosplay y ahora es diputada nacional. ¿Es un problema que una Diputada disfrute del cosplay? Adolfo Rodriguez Saa es abogado, en 1973 ocupó un cargo público y fue seis noches presidente, en diciembre de 2024 cobró 15.100.000 pesos de jubilación. Es decir, en 2023 se cumplió medio siglo desde que Adolfo empezó a ocupar el estado argentino, del cual fue parte en roles trascendentales, como Presidente tras la ¿caída? de Fernando De la Rua.
Si tuviéramos que ser únicamente injustos y reduccionistas: lo que arruinó la Argentina, ¿es la gente que como Lemoine, se disfraza para eventos, vive en una casa normal en Santa Rita y rechaza tener asesores, o el estilo de vida de Rodriguez Saa, más allá de su tropezón en la Polinesia? Es pregunta. Discuto con dirigentes como Lemoine sobre las formas. Soy conservador, no me gustan las puteadas públicas ni las descalificaciones como las que a veces leo o escucho, pero es su lenguaje y es el que evidentemente elige la sociedad para terminar con la orgía populista.
La característica que hoy describe mejor al nuevo gobierno es que es un gobierno de “locos”, más allá de lo poco feliz de endilgar una patología a una persona a forma de gracia. Ahora bien, el escándalo de la noche del lunes fue confirmar que Tronco, ese visceral “loco” que habita Neura, será diputado nacional casi sin dudas. También lo será Karen Reichradt, la modelo millonaria, es decir, de River, que militó a Javier Milei y su espacio desde el sector privado cuando empezó hace poco tiempo atrás.
Doy fe de que hay más de un loco, incluso los que creen que Luis Caputo está haciendo negocios y no patria. Cualquiera que entienda mínimamente de finanzas sabe que Caputo podría estar disfrutando de cobrarle a cincuenta bancos un paper privado de consultoría mensual a razón de cinco mil o diez mil dólares por cliente y dedicarse a jugar con sus hijos. Eligió otro camino. Argentina tuvo un ministro de Economía que se recibió de abogado, por mail a los 45 años y dejó 24.8% de inflación en treinta noches.
Hace poco, ese abogado y ex ministro de Economia recibió un mensaje de un dirigente de su espacio, y se dio esta conversación: “querido, cómo estás”, le preguntaron. “En libertad, no me puedo quejar”, respondió el experto en leyes.
Si algún contador tuviera la calculadora a mano, podría deducir que la jubilación y sueldo del Estado de Adolfo Rodriguez Saa y Alberto, su hermano y compinche en sus aventuras, le costó a la Argentina mucho dinero. Sólo en diciembre, el Estado le regaló a los ex presidentes por jubilarse unas 385 jubilaciones mínimas, pero a nadie le llamó la atención.
La Argentina tiene ahora una nueva clase dirigente, con rasgos que no comparto y otros que sí, pero con algo que distingue a la nueva política, o a una parte de ella: menos o nula corrupción. Pensar que con la Libertad Avanza nunca más habrá corrupción es ser un inocente, pero sí puedo asegurar que por conversaciones telefónicas con el Presidente, con Tronco, con Lilia Lemoine y otros protagonistas del actual gobierno, no existe margen para la corrupción.
La Argentina no es pobre por el humor de Tronco, las puteadas de Milei o los disfraces de Lemoine. Argentina es pobre cuando aparecen supuestos empresarios de medios lavando plata, cuando hombres cobran treinta años de jubilaciones por seis noches de servicios presidenciales, cuando las leyes se promulgan a pedido de la coima y se desvían fondos.
La Justicia, ese problema mayúsculo que co gobierna la Argentina, le permite a Cristina Kirchner, que fundó hoteles y sociedades comerciales hoteleras para tener un solo cliente que era prestador de servicios de Aerolineas Argentinas, no devolver lo robado. El problema de la Argentina es seguir explicando que el agua moja. Los fiscales y jueces están comprados, es ahí donde radica el desastre nacional.
La Argentina no va a ser peor porque Lemoine se disfrace de calamar o mujer maravilla, los chicos van a ser más pobres si se siguen reconstruyendo ciclovías que no estaban rotas, si se sigue licitando a dedo los eventos de gestión para las consultoras fantasmas de los ex funcionarios. Si los diputados siguen festejando en hoteles de Palermo con champagne Cristal y ostras.
La Argentina necesita preguntarle al sindicalismo por qué es millonario y administra miles de millones ajenos como propios. Argentina necesita, urgente, que Hugo Moyano y su familia expliquen de qué viven. Pero no sólo Moyano, también los hombres amables y formados de camisa rosa y misa obligatoria en familia, que coimean periodistas para que digan cualquier cosa en redes y cambiar el auto. Eso es lo que arruina la Argentina.
Necesitamos más locos, más pasionales, más calamares o superman o lo que les guste, pero esencialmente: necesitamos personas dispuestas a trabajar catorce horas, formarse y no aceptar coimas, no es tan compleja la forma de salvar la Argentina.