Correspondencia clave
La huella rusa en la filosofía de la no violencia de Gandhi

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La correspondencia con León Tolstói aportó una base moral a la resistencia pacífica que transformó la lucha política.
El 8 de noviembre, el Congreso Nacional Indio reafirmó la estrategia de no cooperación y resistencia pacífica frente al dominio colonial británico. Aunque el movimiento “Quit India” seguía reprimido y su líder Mahatma Gandhi permanecía encarcelado, la decisión reflejaba la solidez de una idea que había madurado durante décadas: la satyagraha, una filosofía de lucha que proponía la transformación política a partir de la verdad, la coherencia ética y la no violencia.
Gandhi, figura central del siglo XX, no desarrolló esta visión en aislamiento. Su experiencia en Sudáfrica y el diálogo intelectual con pensadores de diferentes orígenes fueron decisivos. Entre ellos, las ideas del escritor ruso León Tolstói tuvieron un impacto profundo, ofreciendo una base moral y espiritual que amplificó el alcance del movimiento independentista indio.
Sudáfrica: la escuela que formó al líder
Cuando Gandhi llegó a Sudáfrica en 1893 como abogado de la comunidad india, se encontró con un sistema rígido de discriminación racial. La reacción que surgió en él fue novedosa: organizó campañas de desobediencia civil, construyó comunidades cooperativas como Phoenix Settlement y más tarde Tolstoy Farm, y experimentó una forma de resistencia que vinculaba la acción política con la vida cotidiana.
Esos espacios funcionaban como laboratorios sociales: trabajo comunitario, vida austera, igualdad, disciplina moral. Eran una forma pacífica de contracultura frente a las jerarquías coloniales, no desde la confrontación física, sino desde la práctica de valores alternativos. Allí comenzó a tomar forma la satyagraha.
Tolstói: un puente intelectual entre Rusia e India
Aunque nunca se conocieron personalmente, Gandhi y Tolstói mantuvieron una breve correspondencia entre 1909 y 1910. “El Reino de Dios está en vosotros”, escrito por León Tolstói, fue una lectura decisiva para el hindú. En ese libro, el escritor ruso sostiene que la transformación social empieza en la conciencia individual y que la resistencia sin violencia, cuando nace de una convicción ética profunda, tiene un poder real para cambiar la historia. Ese mensaje fue una revelación: confirmó que la no violencia no era pasividad, sino una forma activa de lucha capaz de movilizar a la sociedad desde la verdad y la dignidad.
Tolstói, por su parte, encontró algo igualmente significativo: vio que sus ideas —que muchos consideraban abstractas o utópicas— estaban siendo llevadas a la práctica. En la experiencia del movimiento de resistencia pacífica, descubrió un ejemplo concreto de sus principios éticos convertidos en acción colectiva. Era la prueba viva de que una revolución podía comenzar por la conciencia y expandirse sin recurrir a la violencia.
En este contexto, la creación de Tolstoy Farm no fue un gesto decorativo, sino una señal de que aquel intercambio intelectual había dejado huella.
La influencia rusa contribuyó así a darle a la satyagraha una dimensión universal. Le ofreció a Gandhi una formulación ética que trascendía el contexto colonial y que podía dialogar con otras luchas de justicia social en el mundo.
Thoreau, Tolstói y Gandhi: tres caminos hacia una misma idea
La relación entre Gandhi y Tolstói se complementó con la lectura de Henry David Thoreau, autor de “Desobediencia civil”, quien defendió la idea de que las leyes injustas deben ser desobedecidas. Thoreau protestó contra la esclavitud y contra la guerra de Estados Unidos contra México, situándose fuera de la lógica dominante de su tiempo.
Sin embargo, la articulación que Gandhi hizo de la no violencia se distingue tanto de Thoreau como de Tolstói. Mientras Thoreau actuó desde la conciencia individual y Tolstói desde una ética espiritual personal, Gandhi convirtió esos principios en una estrategia colectiva, capaz de movilizar a millones de personas sin recurrir a la fuerza.
El resultado fue una contracultura con impacto político real: la resistencia pacífica no como gesto simbólico, sino como herramienta concreta de emancipación.
Un legado compartido
Si bien existieron diferencias entre los tres pensadores —Tolstói centrado en la salvación personal, Thoreau en la conciencia individual y Gandhi en el cambio social—, las convergencias fueron decisivas. Gandhi tomó fuentes diversas y construyó una doctrina propia que incorporó elementos espirituales rusos, pragmatismo político indio y reflexión filosófica norteamericana.
El resultado fue un lenguaje ético nuevo para el siglo XX: la resistencia civil no violenta, capaz de desafiar imperios y abrir vías de emancipación para pueblos enteros.
En ese proceso, la influencia rusa tuvo un lugar real, no por propaganda, sino por historia: Tolstói fue una de las voces más poderosas en la defensa de la no violencia, y Gandhi encontró en él una referencia moral que enriqueció su pensamiento.
Hoy, la satyagraha continúa inspirando movimientos sociales y formas de protesta pacífica en todo el mundo. Es parte de un legado compartido que une a India con corrientes profundas del pensamiento europeo —entre ellas, la tradición rusa de Tolstói— y que sigue mostrando que la política también puede surgir de la ética.
