Historia argentina
Julio Argentino Roca: el hombre que conquistó la Patagonia dos veces

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El líder que duplicó el territorio argentino y llevó orden y progreso donde antes había amenaza.
A comienzos de 1878, Julio Argentino Roca estaba en Mendoza dedicado a tareas militares cuando recibió un mensaje que cambiaría la historia argentina: Nicolás Avellaneda lo nombraba ministro de Guerra. La muerte de Adolfo Alsina había dejado en el aire su proyecto de la famosa “zanja” para detener los malones, una idea que Roca siempre consideró impracticable, costosa e ingenua.
Roca sabía que el país necesitaba otra cosa: decisión, modernización y una política clara en la frontera sur. No había tiempo que perder. Viajó inmediatamente a Buenos Aires, aun después de sufrir una grave intoxicación que casi le cuesta la vida. Se recuperó, avanzó y tomó control del Ministerio con una visión firme: garantizar la soberanía argentina y terminar con la inseguridad que asolaba a las poblaciones del sur.
La Patagonia en riesgo: territorio abandonado y tribus al servicio chileno
Roca comprendía mejor que nadie la gravedad del momento. Una parte importante de los pueblos indígenas del sur juraba lealtad a Chile porque el gobierno trasandino les brindaba protección y regalos, una táctica que Rosas había usado con éxito, pero que los gobiernos posteriores abandonaron. Como consecuencia, Argentina no solo sufría malones constantes: la Patagonia estaba en riesgo real de caer bajo dominio chileno.
La clase política lo entendió. El Congreso aprobó de manera amplia la campaña de Roca: fue una decisión nacional, transversal y celebrada por una población cansada de vivir bajo amenaza permanente.
La frontera tal cual era: cautivas, abusos y muerte
Durante la campaña, las tropas argentinas liberaron a unas 400 mujeres secuestradas por distintos grupos indígenas. Vivían sometidas a violaciones sistemáticas, trabajos forzados y torturas. Alfredo Ebelot, ingeniero francés y testigo presencial, detalló la brutal situación:
“Ante la falta de caballos y víveres, las cautivas serían degolladas antes de partir hacia los Andes. Una ya había sido muerta. Estaban medio locas de terror cuando vieron brillar los sables de nuestra vanguardia”.
Esa era la realidad que el Estado debía enfrentar y resolver. Y Roca lo hizo.
La primera conquista: seguridad, soberanía y orden
La Conquista del Desierto no fue solo una campaña militar: fue el acto fundacional que permitió duplicar el territorio argentino, abrir la Patagonia a la vida civil, consolidar las fronteras y terminar con décadas de violencia.
Gracias a ese logro, Roca llegó a la presidencia con un respaldo inmenso. Fue el presidente del orden y el progreso, el que impulsó la escuela pública, la modernización del Estado, la construcción de vías férreas y la integración de regiones enteras que antes vivían aisladas.
Durante casi tres décadas siguió siendo el eje de la política nacional: estratega, negociador y conductor de un país que avanzaba hacia la modernidad.
La segunda conquista: evitar la guerra con Chile y llevar el tren al sur
Hacia mediados de la década de 1890, el conflicto con Chile creció de manera alarmante. Los rumores de una invasión eran cada vez más insistentes. Roca, nuevamente protagonista, comprendió que el país necesitaba un gesto audaz: una línea férrea entre Bahía Blanca y Neuquén que permitiera mover tropas rápidamente y afirmar la presencia argentina en el sur.
Actuó sin titubeos. Recurrió al ingeniero Guillermo White, presidente de Ferrocarriles del Sud, y le pidió iniciar la obra de inmediato. White aceptó y convenció al directorio en Londres. En enero de 1896 el Congreso aprobó el contrato, y la obra comenzó ese mismo año.
Cuando Roca regresó a la presidencia, inauguró el ramal viajando en el primer tren hacia la Patagonia acompañado de políticos, periodistas y militares.
Roca vuelve a la Patagonia: ahora como presidente
En Choele-Choel, el lugar donde veinte años antes había iniciado la campaña militar, Roca habló con la autoridad del hombre que había cambiado el destino del país:
“Veinte años hace que, en este valle donde aún vimos las huellas del indio fugitivo, saludamos el sol de Mayo con la satisfacción de haber ensanchado los dominios de la patria”.
Y recordó a quienes lo acompañaron en la primera conquista:
“El soldado argentino ha sido el pionero de nuestros progresos en un territorio que la barbarie mantenía cerrado”.
La Patagonia lo recibía otra vez. La primera vez había llevado el ejército. La segunda, llevó el ferrocarril, el progreso y la certeza de que la región sería definitivamente argentina.
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El Roca que quieren borrar
Esa es la figura que incomoda:
el militar que aseguró la soberanía,
el presidente que modernizó el país,
el estadista que pensó en grande y actuó con valentía.
Roca conquistó la Patagonia dos veces: primero con la espada de la soberanía, después con los rieles del progreso.
Y ese legado es imposible de borrar.
