Cuando el deseo no encaja en el mandato
Hombres que no siempre quieren: el mito del deseo constante

Coach sexual.
Muchos hombres actúan placer por miedo a fallar. Hablar de lo que sienten es el primer paso para liberar el deseo.
Desde pequeños, los hombres aprenden que el deseo es algo que deben tener siempre disponible. Se espera de ellos iniciativa, potencia, rendimiento y, sobre todo, control. La masculinidad hegemónica les enseña que “siempre quieren”, “siempre pueden” y “siempre deben”.
Pero ¿qué pasa cuando no quieren? ¿Cuando no pueden? ¿Cuando sienten miedo, inseguridad o simplemente no están conectados con su cuerpo?
Lo ocultan. Lo disfrazan. Lo actúan. Porque el mandato de ser “viril” muchas veces pesa más que el deseo genuino.
Silencios disfrazados de deseo
Muchos hombres fingen orgasmos. Sí, también ellos. Simulan deseo, sostienen erecciones forzadas, evitan caricias que los expongan como vulnerables y se callan cuando el cuerpo no responde. Lo hacen porque no aprendieron a nombrar lo que sienten sin sentir que pierden su valor como varones.
“Tengo que rendir”
“Tengo que durar”
“Tengo que penetrar”
Estas frases, muchas veces inconscientes, actúan como guiones internos que los alejan del placer real. No se permiten explorar otras formas de erotismo, no saben cómo hablar de lo que sienten sin sentir que fallan como hombres, y así repiten escenas donde el sexo se vuelve un deber, no un encuentro.
Historias reales, cuerpos reales
Martín tiene 38 años y lleva meses evitando el sexo con su pareja. No porque no la desee, sino porque teme no poder mantener la erección. La última vez se sintió frustrado y desde entonces inventa excusas: cansancio, estrés, mal humor. En realidad, siente miedo a que le vuelva a pasar. Pero no lo dice. Nunca lo habló. Nunca le enseñaron cómo.
Gustavo tiene 51. En consulta dice que quiere “mejorar su rendimiento”. Pero cuando profundizamos, descubre que nunca se había permitido gemir, cerrar los ojos o dejarse guiar. Le enseñaron que debía ser el que dirige, no el que se entrega. Que sentir profundamente lo volvía débil. Y eso lo desconectó de su verdadero deseo.
Lo que no se enseña: educación sexual emocional
La sexualidad masculina está llena de zonas que no se nombran: el miedo al fracaso, el dolor por compararse, la falta de información sobre su propio cuerpo.
Muchos desconocen que:
- El deseo también fluctúa.
- Se puede disfrutar sin necesidad de una erección sostenida.
- Hay otras zonas erógenas además del pene.
- El placer también puede ser emocional.
- Algunos, incluso, nunca se autoexploraron fuera del fin masturbatorio.
Hablar de esto no es debilitar al varón. Es humanizarlo. Es permitir que se saque la armadura y se mire con honestidad.
Datos que revelan lo que se calla
Según un estudio publicado por la Universidad de Harvard en 2022, más del 40% de los hombres encuestados admitieron sentir presión por desempeñarse sexualmente, y más del 30% reconocieron haber fingido placer para no quedar expuestos emocionalmente.
Estos datos revelan un aspecto poco visibilizado: los hombres también sufren en silencio cuando su deseo no se alinea con las expectativas sociales.
Reconstruir el deseo: hacia una vivencia auténtica
Necesitamos desmontar el mito del “hombre máquina” y abrir espacio para el hombre que siente. El que también tiene días sin deseo. El que no siempre quiere penetrar. El que necesita palabras, pausas, conexión. El que no quiere ser evaluado por su rendimiento, sino amado por su presencia.
El erotismo masculino puede ser más libre, más pleno, más real. Pero para eso hace falta:
- Educación emocional
- Espacios donde puedan hablar sin vergüenza
- Vínculos donde el sexo no sea una actuación, sino una vivencia compartida
Mochilas masculinas invisibles
Los hombres también callan. También cargan mochilas invisibles que los alejan del placer. Y muchas veces, todo lo que necesitan no es una solución rápida, sino un espacio donde por fin puedan decir lo que nunca dijeron. Donde no se les exija rendir, sino se los invite a habitar.
Allí, recién allí, puede empezar un nuevo tipo de encuentro.