Seis años de silencio
Guillermo Pardini y la pesadilla de una denuncia falsa

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Una historia que desnuda la lentitud judicial y el poder del juicio mediático.
En 2016, la vida de Guillermo Pardini dio un vuelco brutal. Una denuncia por violencia de género lo dejó afuera de todos sus trabajos y lo puso en el centro de la condena social antes de que la Justicia hablara. El periodista, que en ese momento tenía tres empleos –en TV, radio y dando clases–, fue procesado por “lesiones leves dolosas agravadas” tras la acusación de una ex pareja.
Pasaron seis años hasta que fue sobreseído, pero el daño ya estaba hecho. “Los titulares condenaron antes que los jueces”, dice hoy, al recordar cómo su nombre quedó marcado y su vida se desmoronó.
“Mi apellido familiar está bastardeado por una falsa denuncia. Mi situación judicial está solucionada. Todo esto me afectó en varios aspectos. En lo laboral, socialmente, económicamente me destruyó”, admitió en alguna oportunidad. Su testimonio duele, pero también busca abrir los ojos sobre una realidad de la que poco se habla.
La buena noticia es que, tras años de silencio y de trabajar incluso como chofer para poder mantenerse, Pardini volvió a los medios. De a poco está retomando su lugar en el periodismo, un espacio en el que construyó su carrera y que ahora lo vuelve a recibir, aunque con un escenario muy distinto al de 2016. Newstad lo entrevistó para conocer la historia en sus propias palabras.
“Dijiste que la causa estaba armada. ¿Podés explicar en qué sentido?”
“Una vez que pude recuperarme del impacto que significó enterarme de la noticia, empecé a atar cabos y empecé a ver que la denunciante tenía una denuncia igual contra otra persona -un año antes-, que uno de sus abogados dio una masterclass de cómo armar causas de violencia de género en un programa de TV, el mismo programa donde habla de mi denuncia en forma enigmática… y por un pequeño detalle -que omití intencionalmente- hubo un pedido ‘material’.”
“¿Cómo cambió tu vida a partir de ese momento, tanto en lo laboral como en lo personal?”
“Mi vida cambió radicalmente, dejé de tener la luz que tenía y me sumí en la oscuridad y depresión. Por suerte, la gente que me conocía (tanto personal como laboralmente) me hizo saber que creían en mi inocencia. Yo me sentía sucio y señalado. Perdí los tres trabajos que tenía en ese momento: TV, radio y las clases que daba en un terciario.”
“¿Cómo fue vivir el cambio que implicó este paréntesis en tu carrera?”
“Después de atravesar un profundo período depresivo (donde traté por todos los medios a mi alcance que no lo notaran ni mi familia ni mis amigos) y ante la lentitud de la Justicia para resolver el caso, resolví ver la forma de generarme ingresos durante este ‘paréntesis’, por lo que, sobre el final de la pandemia, y apenas pude, comencé a trabajar como chofer de Cabify.”
“¿Cómo imaginás tu futuro, tanto personal como profesional, después de esta experiencia?”
“La verdad es que no puedo imaginar un futuro, más que nunca vivo el presente. En los 3 o 4 años que estuve fuera de los medios –y pandemia mediante– todo cambió un montón, por lo que voy ‘surfeando la ola’ y dejo que la vida me sorprenda. Soy más escéptico y desconfiado en las relaciones, sobre todo con el otro sexo. Uno queda un poco perseguido, no es algo que puedas superar fácilmente. Los traumas te quedan para siempre.”
“¿Qué mensaje te gustaría dar a quienes atraviesan situaciones de denuncias falsas?”
“Que no se rindan nunca. Que se hagan escuchar, y si se deprimen, pidan ayuda y nunca más de un día en la cama. Que se levanten y activen. Que piensen en cómo resolver esto, ‘ver’ lo que los abogados ‘no ven’ porque nadie mejor que uno sabe lo que le pasa.”
Una herida que no cierra del todo
La historia de Pardini es el retrato de lo que puede provocar una denuncia falsa y un sistema judicial lento: seis años de silencio obligado, depresión y trabajos perdidos. Aunque hoy la causa está cerrada y legalmente su nombre está limpio, las secuelas emocionales siguen ahí.
Su caso abre un debate incómodo pero necesario: ¿cómo evitar los abusos del sistema y las condenas mediáticas sin pruebas, sin que el legítimo reclamo de quienes sufren violencia se vea desvirtuado por quienes usan las denuncias con otros fines? Las denuncias falsas son una realidad, cuando ocurren arruinan vidas y generan desconfianza en causas genuinas.
Hoy, Pardini está de vuelta frente a cámaras y micrófonos, recuperando su voz y su lugar. Su experiencia deja una lección clara: la Justicia debe actuar con rapidez y responsabilidad, y la sociedad debe ser prudente antes de señalar o condenar sin hechos comprobados. Porque cuando eso no pasa, las consecuencias pueden ser devastadoras para inocentes y, a la vez, socavar la credibilidad de las verdaderas víctimas.