Dos años preso
Falsa denuncia: la historia de Matías, preso sin pruebas desde hace dos años
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Perdió su casa, su trabajo y no pudo criar a su hija. Su familia pide la revisión urgente de una causa.
¿Cómo se prueba que no hiciste lo que no hiciste? Esta es la pregunta que atormenta desde hace dos años a Matías González, un policía federal con 17 años de servicio impecable, hoy privado de su libertad por una denuncia de abuso sexual sin pruebas ni pericias. Su familia, entrevistad por Newstad, denuncia que fue víctima de una maniobra dentro de la fuerza y que la justicia lo condenó solo por la palabra de la denunciante.
Un calvario sin pruebas
Matías está detenido en el penal de Marcos Paz desde hace dos años, cumpliendo una condena de 10 años. Su padre, devastado, lo resume así: “A mi hijo lo condenaron sin una sola prueba. No hubo pericia psicológica, ni ginecológica, ni análisis de cámaras, ni testigos presenciales. La fiscalía no presentó nada. Solo se basaron en la palabra de la denunciante”.
Lo más llamativo del caso es que la propia denunciante no presentó la acusación inicialmente: fue un comisario quien radicó la denuncia un año y tres meses después de los supuestos hechos. La mujer, también policía, se sumó luego como partícipe. Según el padre de Matías, todo comenzó cuando su hijo se negó a encubrir un presunto robo de autos de alta gama en el depósito policial. “A partir de ahí lo hostigaron y armaron esta causa”, afirma.
Inconsistencias graves en el caso
El supuesto abuso habría ocurrido en el tesoro del Banco Nación de Mar del Plata, donde ambos cumplían funciones. Sin embargo, el protocolo de servicio indica que no podían coincidir en el mismo horario y lugar, y las cámaras de seguridad no registraron ningún hecho.
Además, dos testigos clave de la denunciante fueron procesados por falso testimonio. Aun así, Matías fue condenado. Su hermana María denuncia: “Mi hermano presentó mensajes y fotos que demostraban contacto previo con la denunciante, al revés de lo que ella declaró. También había testigos y pedidos de pericia, pero nunca fueron tomados en cuenta. Se trabajó muy mal desde la justicia”.
Una familia destruida
El costo humano de esta situación es enorme. Matías perdió su casa, su vocación policial y su familia. Su hija nació mientras él ya estaba detenido; la conoció apenas diez minutos durante el juicio, esposado, y no pudo ponerle su apellido. “Es desgarrador. Cuando lo visitamos lloramos, nos abrazamos, tratamos de darle fuerzas. Mis padres son mayores y deben someterse a humillantes revisiones para entrar al penal. Vivimos un infierno por algo que no pasó”, cuenta su hermana.
Las visitas a Marcos Paz son cada semana, con cuatro horas de viaje, largas colas y estrictos controles. “Nos hacen la vida imposible, como si fuéramos delincuentes. Solo llevamos comida y afecto”, agrega María.
Una condena basada en la palabra
El abogado defensor de Matías sostiene que el fallo se basa únicamente en “un acto de fe” hacia la denunciante. No hay pericias, no hay registros fílmicos, no hay testigos presenciales. Sin embargo, Matías sigue preso. “¿Cómo pueden condenar a una persona sin pruebas?”, se pregunta su padre.
La familia de Matías no está sola. Casos similares se repiten en el país, con hombres detenidos o separados de sus hijos por denuncias sin pruebas. Organizaciones y familias afectadas convocaron a una marcha contra las falsas denuncias, que tendrá lugar el 9 de septiembre frente al Senado, pidiendo que se revisen las causas y que la perspectiva de género no sustituya la necesidad de pruebas objetivas.
La voz de Matías desde la cárcel
Desde el penal, Matías escribió una carta a su familia: “Mi vida está destrozada. Perdí mi libertad, mi casa, mi trabajo, mi esposa y mis hijos. Solo pido lo que me negaron: justicia y libertad”.
La causa está en etapa de casación y su familia espera que este año haya novedades. Mientras tanto, siguen luchando para que se revise el expediente y se tengan en cuenta las pruebas ignoradas.
Esta historia abre un debate necesario: ¿cómo evitar los abusos en el sistema judicial? ¿Cómo garantizar que se investigue con pruebas y no solo con testimonios? Más allá del caso de Matías, miles de familias enfrentan procesos similares. La justicia debe actuar con responsabilidad y celeridad, porque cuando no lo hace, las consecuencias son devastadoras.