Legado, familia y resiliencia
Facundo Sonatti: "El dialogo entre generaciones puede salvar empresas centenarias"


El periodista y asesor analiza por qué algunas compañías sobreviven a las crisis y logran pasar de generación en generación.
En tiempos donde la palabra “casta” suele usarse con connotaciones negativas, existe una excepción que merece reivindicación: la casta empresarial que, generación tras generación, ha sostenido sus compañías con esfuerzo, visión y compromiso. No hablamos de privilegios heredados, sino de familias que apostaron por el país incluso en sus momentos más críticos, adaptándose a los vaivenes de la economía, innovando sin perder sus raíces y construyendo empleo genuino a lo largo de décadas.
Facundo Sonatti, periodista y asesor especializado en Empresas de Familia, ha estudiado a fondo este universo tan singular como resistente. En esta entrevista, analiza las claves de la longevidad empresarial, los desafíos del presente y lo que podemos aprender de quienes lograron que el legado no sea peso, sino impulso.
¿Cuáles son las empresas más antiguas aún activas en Argentina?
En Argentina suele haber poca información al respecto, pero se puede decir que la sociedad anónima más antigua que existe es el Banco Provincia de Buenos Aires, con más de 200 años de historia. Sin embargo, en el sector privado son varias las empresas al menos centenarias que aún siguen activas, como Delfino (fundada en 1838), Bullrich Campos (1867) y Molinos Juan Semino (1865), además de otras más populares como Quilmes (1890) o Molinos Río de la Plata (1902).
¿Qué pensás que diferencia a estas empresas del resto?
Hay varios motivos que explican que una empresa trascienda en el tiempo, y todos se asientan en la capacidad de sus dueños de actuar ante los cambios. Adaptarse es la única posibilidad de sobrevivir tantos años. En los hechos, muchas empresas conservan el control familiar por más de 100 años, como el caso de Semino, y eso se da producto de un aceitado protocolo que contempla roles, canales de comunicación y órganos de gobierno para tomar decisiones que les permitan adaptarse a los cambios.
En otros casos, como Quilmes, la marca estuvo en manos de la familia Bemberg por más de 100 años, pero cuando las expectativas de múltiples herederos se bifurcaron, se inclinaron por la venta de la compañía para que, de ese modo, tenga continuidad con una nueva dirección.
¿Qué ejemplos de innovación le parecen más destacados entre las empresas familiares centenarias?
Más allá del producto o servicio que ofrezcan, en el fuero íntimo de la familia que conserva el control de una empresa centenaria, la innovación pasa por articular de forma eficiente los intereses, necesidades y expectativas de los miembros de la familia, que en muchos casos comprenden hasta cuatro generaciones distintas, desde el bisabuelo hasta los bisnietos. Eso requiere una constante innovación en las herramientas de diálogo y toma de decisiones, tanto para la gestión de la empresa como del patrimonio en su conjunto.
De todos modos, no hay secretos: cada caso suele abordarse de una manera particular, por lo cual no me animaría a dar ejemplos concretos de innovación en la materia para evitar generar falsas expectativas en aquellas empresas familiares que aún no han abordado el desafío.
¿Qué enseñanzas nos dejan las empresas familiares centenarias, teniendo en cuenta la historia económica argentina?
Muchas empresas familiares desaparecieron producto de las sucesivas crisis argentinas, pero también es cierto que muchas otras aún siguen operando. La diferencia está, como mencioné más arriba, en la capacidad de dialogar para entender los intereses de las múltiples generaciones y aceitar la toma de decisiones para adaptarse a los cambios.
Algunas eligen el camino más conservador de hacer solo lo que saben hacer, y otras buscan diversificar su portafolio para poder capear mejor cada crisis. Nuevamente, sostengo que no hay manuales ni secretos que se puedan compartir para un uso generalizado, sino que depende muchísimo de cada caso: cuál es la ventana temporal de cada inversión que planifican las familias, qué aversión al riesgo adoptan y cuán ambiciosos son a la hora de incrementar su patrimonio.
Lo único que los corre es una frase varias veces repetida —y no por eso menos importante—: “la familia suele crecer más rápido que el patrimonio”, y eso suele ser un motivo de conflicto.
¿Qué riesgos pensás que enfrentan hoy estas empresas? ¿Están amenazadas por la globalización, la tecnología o el cambio generacional?
Las empresas de familia tienen ciertas ventajas frente a las grandes corporaciones internacionales. La primera es que suelen tener una ligazón con la comunidad donde se desarrollan mucho más fuerte y sostenida en el tiempo que una multinacional, y eso, ante las crisis o cambios disruptivos, puede resultar beneficioso, ya que tienen en su comunidad un aliado.
La segunda tiene que ver con la capacidad de tomar decisiones —siempre y cuando tengan los órganos de gobierno adecuados— de forma más ágil que un directorio que responde a los intereses de los accionistas.
Y por último, otro punto que rescataría es la convivencia intergeneracional entre los miembros de la familia propietaria de una empresa. Si hay buenos canales de diálogo, el abuelo puede nutrirse del nieto, del mismo modo que el nieto puede incorporar la experiencia de sus padres y abuelos para enfrentar esas amenazas.