Investigación
El quirófano de Bindi y Pagano en la mira: una red de queribles espías, "bocasflojas" y corruptos

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Franco Bindi está en sospechado de caminar, grabar y arruinar a Diego Spagnuolo. Marcela Pagano, en el ostracismo.
Franco Bindi es esencialmente un soñador. Quiere desde hace más de diez años manejar la SIDE, hizo todo lo posible para lograr posicionarse dentro de ese mundo, inlcuso quienes lo conocen aseguran que llegó a coquetear al mismo tiempo con las hijas de Cristina Kirchner y Nilda Garré para ver qué partido jugaba y lo posicionaba. Se enteró la viuda de Kirchner y desde ese día lo considera un imbécil. Bindi es un tipo tranquilo, austero y amigable, que el Gobierno tiene en la mira y al que están midiendo.
Su capacidad discursiva le permitió reunirse con dictador acorralado Nicolás Maduro y hospedar en su casa a Stella Lugo de Mantilla, la embajadora de la narcodictadura, pero también el 25 de octubre de 2017 con Mauricio Macri en Olivos tras una centena de pedidos. Su cuñado Gustavo Crossetti hizo de chofer y lo dejó a las 18 horas, pero unos meses después, en enero de 2018, fue Rogelio Frigerio el que lo recibió el 26 de enero en Casa Rosada. Tal vez un pedido de Federico Villena, juez inquieto de Lomas de Zamora.
Martin Menem sabe que Franco Bindi está presente a través de su mujer, Marcela Pagano, a quien negó más veces que San Pedro a Jesus mientras estaba en pareja con la abogada Giselle Robles. Un viaje a Europa fue el final del vínculo y le permitió a Bindi cristalizar el relación con la ahora diputada opositora. Los apellidos Bindi y Pagano son hoy más que mala palabra. Nadie quiere estar cerca y la orden oficial es que nadie hable con ellos, incluido Alejandro Ciro Alvarez, con quien Bindi sostiene una amistad que incluye algunos viajes entre Ecuador y Argentina.
La forma de Bindi, esa que le intentó enseñar sin éxito a Pagano, es clásica: evitar el roce, no pelear, bajar el perfil, cultivar los vínculos y avanzar. Es decir, hacer todo lo contrario a lo que hace Pagano desde que pensó que podía ser política con los mismos vicios que cultivo desde el periodismo. “Comerse al jefe acá no aplica, nunca lo entendió”, define una compañera de bancada. “Jugar a dos bandas”, dijo siempre Bindi en la intimidad, a pesar de estar hoy justamente en la mira del poder más pesado del país por haber expuesto su próxima jugada. El Gobierno busca determinar con precisión desde cuándo caminaron a Diego Spagnuolo, el ahora ex director de la ANDIS y esencialmente un “boca floja”, tal como lo caracterizan en el entorno liberal.
Bindi es Muriel. Fernando Muriel, a veces apodado “MH&FG SRL”, en especial a la hora de comprar palcos en estadios, es otrora abogado de la entobillada ex presidente Cristina Kirchner. Muriel orbitó el ORSNA con gran habilidad, es parte del entramado de Bindi, dos amigos. Desde allí logró con el tiempo desarrollar su expansión política, a nivel tal que Marcela Pagano quiso reformular con una ley el ORSNA para complacer a Muriel y el plan de Bindi. Tampoco pudo. Otro fracaso de Pagano fue la comisión de Juicio Político, que Javier Milei había exigido fuera para Bertie Benegas Lynch y Pagano quiso copar. Quedó afuera Pagano, ganó Menem y fue el principio de su final.
Pero Bindi también es Venezuela, Irán y Rusia, tres democracias ejemplares donde ni los opositores existen. Bindi logró con su personalidad afable, establecer relaciones con distintos países. Un operador, “el operador” de la Corte Suprema, dijo ayer que nadie sabe quién es Franco Bindi. En Ecuador asesoró con Ciro Alvarez al candidato del autopercibido exiliado Rafael Correa, un delincuente condenado a ocho años de prisión y 25 años de pérdida de derechos políticos por corrupto. Vive en Bélgica y declama lawfare, eso que se grita cuando a uno lo encuentran robando plata del pueblo.
Diego Spagnuolo se vio complicado por corrupción, o por conocerla y no denunciarla, o por sospechar que estaba empezando, pero supo algo y no lo dijo. Así recibió el ofrecimiento de Marcela Pagano de conocer a su marido y lo hizo, empezó un vínculo que terminó sin que Spagnuolo lo supiera, con su final. La incógnita que ahora gobierna al gobierno es desde cuándo graban al funcionario, y qué dijo en su bocaflojismo eterno, el solitario Spagnuolo, un hombre de pocos amigos y perfil sospechoso. No hay familia, amigos, ni hay pasado, es casi un manual de cómo insertar un agente inorgánico de inteligencia en un partido político. Tal vez Beto, su hermano y colaborador de Sergio Massa, sepa más que lo que sabe el Gobierno.
Franco Bindi tejió vínculos durante diez años con la abogada Silvina Carreira que representa a Alberto Fernandez, al diputado “Puf” Eduardo Valdéz y su hijo, que cultiva el bocaflojismo al igual que Spagnuolo, pero con algunas canas que peina, la familia Moyano, incluso el dirigente social Luis D´elía, quien le pidió empleo para uno de sus hijos cuando nació ExtraTV, esa fallida experiencia en medios que le permite poner “empresario de medios” en su bio a Bindi. Toda gente imprescindible.
ExtraTV parecía ser un nuevo jugador en el mapa de medios K. El uruguayo Victor Hugo Morales, el dirigente cordobés Tomás Méndez, Marcela Pagano. Un raid de particularidades. Méndez siempre tuvo cierta obsesión con Franco Bindi, tal vez algún motivo desconocido lo obligó siempre a estar a disposición del abogado, a pesar de los sostenidos fracasos de Méndez en prácticamente toda la grilla de los canales de noticias y radios K.
Después los contactos son variopintos, incluso hay quienes aseguran que con Jorge Macri o su gestión hay más relación de la que se sabe. Algún curioso pregunto en tribunales por qué la Cuidad de Buenos Aires compró a la droguería Suizo Argentina este año, el diputado Matías Barrotaveña investiga el caso, y un fiscal sigiloso empezó un trabajo en ese sentido la semana pasada.
A su vez, Bindi logró a través de Pagano que Victoria Villarruel supiera de su existencia. La amistad con Norberto Di Próspero, “el beto”, les permitió llevarle como trofeo de caza la prueba cabal de la infidelidad que sufría la vice. ¿Será eso lo que permite que sus ingresos no estén registrados? Ese fue el boleto de entrada de Marcela Pagano al mundo de Victoria Villarruel, de hecho fue Bindi quien organizó la foto con fuerzas de Seguridad apenas asumido. Desde allí la relacion con Lourdes Arrieta y su abogado, Yamil Castro Bianchi, impulsado por Bindi.
En el caso de Rocío Bonacci, la amistad es con el padre, José. La aventura incluyó la candidatura de Cinthia Fernández por UNITE, quien intentó ser candidata con el sello y faltando pocas noches avisó que no había ni papel para las boletas. Bindi llamó un viejo lobo del sector y el papel apareció. Memorias de un trabajador incansable que incluso en sus ratos libres asesora a Leopoldo Moreau, un marciano complejo, ex joven de la coordinadora que supo hacerse de contratos que permiten, entre otras cosas, determinados niveles de vida que Pagano, dicen, disfruta y ostenta demasiado.
Los contactos también rozan el submundo de los servicios que incluyen a Santiago Cúneo, el enfurecido y visceral comunicador que empapela vaya a saber alguien con qué presupuesto la Ciudad anunciando su candidatura, tal vez esta sea la elección que logre ganarle el voto en blanco, no está todo dicho. Es un hombre de mucho peso, es decir, de sobrepeso y con ganas de ser Diputado, un debate parlamentario con Tronco de Neura y Lilia Lemoine podría lograr que el Congreso le gane en rating a ExtraTV, aunque no sea un mérito de audiencia.
Esto recién empieza, pero el Gobierno sabe que la familia Menem va a seguir siendo parte del esquema de poder de la Argentina por muchos años más.