Energía nacional
El milagro de Vaca Muerta: ¿Y si la salvación está bajo tierra?

Inflación a la baja y convocatoria al mercado, Vaca Muerta se consolida como el motor: YPF, más privados y management.
Argentina comienza a salir de su largo estancamiento. La inflación cede, el equilibrio fiscal se consolida y el mundo vuelve a mirar al país. En ese contexto, una de las mayores oportunidades de crecimiento no está en la superficie, sino bajo tierra: Vaca Muerta, el segundo reservorio de shale gas del mundo y cuarto en shale oil, es hoy la gran plataforma de despegue económico. Y en el centro de esa transformación, YPF tiene un papel protagónico. La gestión de Javier Milei en manos de Horacio Marin en sintonía con el sector privado genera expectativas.
Durante los primeros cinco meses de 2025, las exportaciones de petróleo aumentaron un 42% en comparación con el mismo período de 2024. Se trata de más de 80 mil barriles diarios que salen de la Cuenca Neuquina con destino internacional. Son divisas reales, producción concreta, empleo privado. No promesas ni subsidios: resultados.
Este crecimiento no se explica por un modelo estatista, sino por todo lo contrario: un marco normativo que alienta la inversión privada, una macroeconomía más previsible y una YPF profesionalizada, que lidera el sector con una lógica empresarial. Hoy, la empresa aporta cerca del 50% de la producción total en Vaca Muerta y se asocia con gigantes globales como Chevron, Petronas y Shell para ampliar horizontes.
El gobierno espera más inversión del sector privado en la matriz energética. Tanto en la inversión de PAE de la familia Bulgheroni, que fuentes oficiales pensaron que iban a ser mayores, al grupo Albanesi de la familia Losón, hoy en manos de Armando hijo. Creen en el Gobierno que las inversiones tanto en Vaca Muerta como en otras regiones tiene que crecer en 2026 ya con el proyecto de Javier Milei consolidado tras ganas las elecciones legislativas.

La ampliación del gasoducto Néstor Kirchner —impulsada por la coordinación público-privada— permite transportar más gas a centros de consumo y avanzar hacia la exportación regional e internacional. El objetivo próximo: licuar gas y venderlo al mundo como GNL, lo que transformaría a Argentina en un jugador clave del mapa energético global.
Lejos de los discursos ideológicos, la energía es hoy un eje estratégico de desarrollo. Vaca Muerta no representa un sueño populista, sino una palanca concreta para generar empleo privado, competitividad exportadora y autonomía energética. Además, permite avanzar hacia una transición ordenada, con el gas como recurso más limpio que otros fósiles, sin caer en fundamentalismos ambientales que frenan el crecimiento.
La clave es no volver atrás. El país necesita estabilidad macro, continuidad en las reglas y decisiones estratégicas. YPF, en este esquema, demuestra que una empresa estatal puede funcionar bien cuando se profesionaliza y coopera con el sector privado. Como Aerolineas Argentinas, el caso de YPF empieza a exhibir también la necesidad de un estado que no entorpezca, pero que sí opine y diseñe contextos de crecimiento.
El subsuelo argentino tiene lo que el país necesita: energía, empleo y dólares genuinos. La pregunta es si vamos a estar a la altura del momento. Porque si Vaca Muerta no salva al país, pocos caminos más quedan.