Otra vez la violencia en el fútbol
El fútbol manchado por una masacre

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Lo incidentes en Avellaneda entre barras de la Universidad de Chile e Independiente empañaron lo que pudo haber sido una semana positiva para el fútbol argentino a nivel internacional. La CONMEBOL, la seguridad, los barras y la dirigencia es parte de la cadena de responsabilidades de un episodio que se pudo evitar.
Pudo haber sido una semana en la cual se destacaría el buen momento de los equipos argentinos en la Copa Libertadores, con las clasificaciones a cuartos de final de Vélez, Racing (ambos se enfrentarán entre sí, asegurando un argentino en semifinales), Estudiantes (jugará contra Flamengo) y River (tendrá como rival a Palmeiras) y dando la impresión de que esta vez el máximo trofeo puede quedar en otro territorio, tomando en cuenta que desde el 2019 a la actualidad lo han obtenido equipos brasileños (dos veces Flamengo, otras dos Palmeiras y las últimas dos ediciones fueron campeones Fluminense y Botafogo, respectivamente). También pudo haber sido valorada la permanencia de Lanús, que hasta ahora es el único representante argentino que queda en competencia en la Copa Sudamericana (se enfrentará en los cuartos de final ante Fluminense de Brasil). Pero lamentablemente el fútbol quedó manchado, una vez más, por la violencia.
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Lo que pudo haber sido otra gloriosa “Noche de Copa” en el duelo por los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y la Universidad de Chile, quedó empañada por los imbéciles que generan disturbios y quieren hacer notar su “poder” en las tribunas. Por esa razón quedó cancelado el partido el encuentro entre el “Rojo” y la “U”. ¿Responsables? No hay uno solo, es una cadena. La primera gran parte de la culpa se la lleva el muy flojo operativo de seguridad, porque en la previa está claro que no revisaron como correspondía al público, sino cómo se explica que las barras de la U entraran con cuchillos, tampoco cómo barras de Independiente pudieron entrar a la tribuna asignada para los hinchas visitantes y lo hicieran con facas y otros elementos contundentes para reprimir y generar esta barbarie. Por supuesto es injustificable el accionar del público chileno en romper baños, tirar cascotes u otros elementos contundentes al sector de la tribuna Pavoni Baja donde había hinchas de Independiente, pero el nivel de respuesta, provocando una masacre, tampoco estuvo a la altura.
La gran pregunta es ¿Qué hacía la policía en ese entonces? Hay quienes alegan que la CONMEBOL daba la orden del accionar policial; entonces hubo falta de sentido común, porque llamó la atención que no hubiera efectivos policiales y ni siquiera de la seguridad privada, antes y durante el partido, para al menos hacer un pulmón en el sector visitante y pudiera separar más a los simpatizantes chilenos de los hinchas del Rojo.
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Y como si fuera poco, el Presidente de Independiente, Néstor Grindetti, lejos de hacer una autocrítica le pasó toda la responsabilidad del desastre a la gente de la “U” en declaraciones periodísticas post suspensión. “Fue un comportamiento realmente repudiable de los simpatizantes de la U, que nos destrozaron los baños y tomaban los artefactos de los baños para arrojarlos a la otra tribuna. Independiente no tuvo nada que ver, cumplió con lo que tenía que cumplir”, dijo el Mandatario.
Como consecuencia hubo centenar de detenidos chilenos, pero ninguno de los vándalos de Independiente, lo cual fue raro porque hay imágenes y claramente se los ve cometiendo desmanes, motivo suficiente para que pudieran estar presos. Este tipo de cosas alimentó más las sospechas de connivencia entre barras-policía-dirigentes. Hay quienes suelen decir “en otro país a los hinchas argentinos los tratan igual o peor”; y es verdad, hace una semana los hinchas de Godoy Cruz fueron agredidos en Brasil por la policía en el encuentro en el cual el Tomba jugó contra Atlético de Mineiro por la ida de los octavos de final, como también el destrato al público de Racing que visitó a Peñarol en Montevideo, que debieron permanecer en el estadio “Campeón del Siglo” hasta las 2 de la mañana para poder retirarse. En este último caso, como ha pasado en otros partidos de copas internacionales, es llamativa la decisión de la policía en hacer salir primero a la parcialidad local del estadio y no a los visitantes que vienen en menor número. Por esa y otras razones, lo que sucedió esta semana es para que CONMEBOL tome seriamente cartas en el asunto, más allá de la sanción deportiva que pueda afectar a las distintas instituciones. No alcanza solamente con descalificar a los equipos de una competición o prohibir eventualmente por varios partidos que jueguen sin público, sino también en replantearse profundamente la organización de la seguridad.
En base a esta masacre en Avellaneda, también surge el interrogante de si el fútbol argentino está en condiciones de albergar hinchas visitantes, medida que hace unas semanas fue anunciada por la AFA. Pasan los años, pero lamentablemente la violencia en el fútbol no para y se hace más difícil que solucionen este gran problema.