¿Qué carajo hago con mi vida?
El Eco de lo que Elegimos: La búsqueda de un propósito

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A los 17 o 20, la presión de elegir carrera golpea fuerte: descubrí cómo encontrar tu 'porqué' y superar la ansiedad con guía profesional. ¿Qué carajo hago con mi vida?
A los 17 o 20, la vida te tira un baldazo de agua fría: ¿Qué hago ahora? El mundo es un mapa sin brújula, y elegir qué estudiar o en qué laburar se siente como apostar todo a un número. No es solo elegir una carrera —médico, emprendedor, lo que sea—, sino encontrar un propósito que te haga sentir que aportás algo valioso. Estudios de orientación vocacional muestran que muchos chicos se frenan en seco por dudas o la sensación de un año "perdido". Pero estos tropezones no son el fin; son un guiño para mirar adentro y alinear lo que te mueve con lo que el mundo necesita.
Simon Sinek: Arrancá por el "porqué"
Simon Sinek, en su famosa charla TED, la tiene clara: todo empieza por el "porqué". No es un destino lejano, sino esa chispa que te levanta: ¿por qué existo? ¿Qué me prende fuego? En Find Your Why, propone un ejercicio simple: juntate con amigos cercanos y pediles que te cuenten historias sobre vos que los marcaron. De esas charlas salen patrones —como conectar gente, resolver problemas, inspirar a otros o hacer reír hasta las lágrimas— que muestran quién sos realmente. En minutos, podés descubrir esa motivación que da sentido a cada paso, evitando carreras vacías que no te bancan en los días duros. Un "porqué" sólido suele ir más allá de uno mismo: es aportar a la comunidad, dejar una huella.
Fortalezas y sentido con Martin Seligman
La psicología positiva de Martin Seligman suma otra pieza: el propósito crece cuando usás eso que te sale natural —creatividad, aguante, empatía— para algo más grande. Con su modelo PERMA (Positive Emotions: emociones positivas; Engagement: fluidez o "flow"; Relationships: relaciones; Meaning: sentido; Accomplishment: logros), Seligman dice que la felicidad no es un subidón pasajero, sino hacer cosas con ganas que impacten en el entorno. ¿Cómo encontrás eso que te hace único? Pensá en esos momentos en que el tiempo voló o alguien te dijo "qué genio sos en esto". Usá esas cualidades en roles que dejen marca, ya sea curando, creando o emprendiendo.
El Estudio de Harvard: Comunidad es todo
El Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard, liderado por Robert Waldinger, lo confirma tras ocho décadas: la buena vida no se trata de guita o fama, sino de relaciones cálidas y un sentido de comunidad. Su charla TED "¿Qué hace una buena vida?" lo resume: ponerle pilas a un propósito que conecta con tu gente —tu tribu— te da una fuerza que no se quiebra y una alegría que no se pincha fácil. Los que invirtieron en lazos fuertes vivieron más sanos y felices. Un "porqué" colectivo no solo te guía, sino que teje redes que te sostienen.
Cuando la crisis pega: Ansiedad y parálisis
Pero este camino no siempre es luminoso. Elegir puede ser un garrón: la ansiedad, la indecisión o hasta ataques de pánico aparecen. Es una crisis de identidad, sentirse perdido en un mar de opciones.
Tomemos a Martín, un pibe de 19 que llegó al consultorio con una angustia heavy. Había arrancado Ingeniería Industrial, pero algo no cerraba: sudoración, taquicardia en las aulas, una sensación de "no soy yo". Los ataques de pánico y noches sin dormir lo empujaron a consultar. La medicación (un ISRS) y un hipnótico para mejorar el sueño fueron clave para "parar la locomotora". "Es como que saqué la cabeza de abajo del agua", me dijo. Ahí pudo hablar con sus viejos y darse cuenta de que Ingeniería no era lo suyo. Su pasión estaba en el campo, los caballos, las raíces rurales. Al pasarse a Agronomía, conectó con su "porqué" y los síntomas se fueron. La psiquiatría no solo calma: despeja el ruido para elegir desde el alma, no desde la presión.
El propósito evoluciona: Probá y ajustá
Esta decisión inicial resuena por décadas, pero no es fija. Como dicen los psicólogos, el propósito muta: lo que te volaba la cabeza a los 20 puede cambiar a los 30. La clave es probar, meterte, equivocarte y ajustar. Sin un "porqué" claro, caés en la rutina; con uno, hasta los tropiezos tienen sentido. El estudio de Harvard lo refuerza: un propósito compartido te da dirección y redes que te bancan.
¿Y ahora qué? Movete: hacé un test vocacional, charlá con alguien que labure en lo que te gusta, metete en un voluntariado. El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, sobreviviente del Holocausto, te recuerda que el sentido aparece hasta en la peor tormenta. Si la ansiedad te desborda, buscá un psiquiatra: con herramientas como la medicación, la terapia cognitivo-conductual o la atención plena, podés calmar el ruido y encontrar claridad para elegir desde tu esencia. No hay receta mágica, pero enfrentar esta crisis es plantar una semilla que crece con vos, dejando un eco que no solo te llena, sino que toca a los que te rodean.
En la próxima entrega, vamos por la segunda gran pregunta: ¿con quién compartir la vida? Porque elegir a tu compañero de ruta es tan importante como definir tu rumbo. ¿Cómo sabés quién es el indicado? La semana que viene te lo contamos.