Refugio de valores
¿El concepto de familia está en vías de extinción?

Responsable de la Red Nacional de Acompañamiento a la Mujer
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El respeto, el perdón y la generosidad son claves para fortalecer los lazos familiares y recuperar su valor.
En la actualidad, pareciera que el valor de la familia, como unidad fundamental en la sociedad, se ha ido perdiendo y aún desvalorizando.
La idea de familia tradicional, con mamá y papá, se ha ido diluyendo, y hoy hablamos de diferentes tipos de familias: monoparentales, ensambladas, adoptivas, ampliadas, familias disfuncionales, o incluso no familias, simplemente personas solas, heridas, que no aprecian quizá el valor de una familia porque en ella solo han encontrado sufrimiento.
Pero ¿cuál es el espacio donde los seres humanos podemos sentir como nuestro refugio, donde podemos sentirnos protegidos y seguros, donde es posible mostrarnos vulnerables y en confianza, y donde podemos ir creciendo y apoyarnos unos a otros?
Evidentemente es en una FAMILIA.
Aun teniendo en cuenta la diversidad de familias, podemos reflexionar juntos en cuáles son los factores que atentan contra esta primera institución de la sociedad, para poder trabajar en esos aspectos y enriquecer nuestro núcleo familiar.
No es fácil distinguirlos, ya que vivimos en una sociedad egoísta, individualista y hedonista, donde no es fácil extender nuestra mirada para ver que existe otro, que existe un prójimo, que también tiene necesidades y sueños.
El orgullo, la falta de perdón y el egoísmo son quizá los factores más destructivos en la relación familiar.
Cuando creo que todo lo sé y no necesito escuchar la opinión del otro, cuando no soy capaz de reconocer mis propios errores y pedir perdón, pero a la vez acumulo rencor en mi corazón por una herida causada por mi pareja, o mis padres o hermanos…
Cuando solo pienso en mi propio interés sin importarme las necesidades, sueños e intereses de los demás miembros de mi familia, no ayudo al fortalecimiento de las relaciones en mi hogar.
¿Es posible cambiar? ¡Por supuesto! Solo necesitamos estar dispuestos a cambiar de actitud, y hoy estamos a tiempo.
El respeto, el perdón, la humildad y la generosidad enriquecen y fortalecen nuestro hogar.
Cultivar el respeto por cada miembro de la familia: desde los nacidos y los por nacer, los niños y los mayores. No es fácil, cuando a nuestro alrededor está tan naturalizada la conducta del descarte. Pero necesitamos recordar cada día que todos los miembros de una familia son igualmente importantes, solo están en una etapa diferente de sus vidas.
Tomar decisiones firmes de perdonar las ofensas de otros también fortalecerá nuestras propias vidas, evitando que el rencor y la amargura carcoma nuestro corazón, permitiendo de esta forma que nuestras heridas vayan cerrando, y podamos crecer y reconocer que nosotros también muchas veces lastimamos y necesitamos el perdón de otros.
Trabajemos juntos por la salud, el bienestar y el enriquecimiento de nuestras familias. Familias sanas enriquecen a su comunidad e inspiran a otras familias también a serlo.
Quizá, aun no habiendo nunca experimentado la calidez, amor y cobijo de una familia en nuestra propia vida, podemos proponernos y experimentar la alegría del comienzo de una.
Solo debemos creer que todo esto es posible con la ayuda de Dios, ya que Él fue el creador y diseñador de la familia. Con su auxilio, una familia sana y feliz es posible. ¿Te animás a intentarlo?