Cómo funciona tu miedo
El cerebro emocional: la ciencia de tus temores más profundos

Periodista.

¿De dónde sale ese nudo en la panza cuando sentís ansiedad? El neurocientífico Joseph LeDoux revela los secretos de nuestro cerebro emocional y cómo podemos entender mejor nuestras respuestas automáticas.
Cuando sentimos miedo, no lo pensamos: lo sentimos. Un portazo en mitad de la noche, una sombra detrás en la calle, un mail inesperado del jefe… Antes de que podamos racionalizarlo, nuestro cuerpo ya reaccionó. ¿Cómo pasa eso? Ahí es donde entra Joseph LeDoux, el neurocientífico estadounidense que dedicó su carrera a destripar —literalmente— los circuitos del miedo y la ansiedad en el cerebro.
En El cerebro emocional, su libro más influyente, publicado en 1996, LeDoux nos lleva a recorrer las entrañas de nuestras emociones. Y lo hace con una idea provocadora: las emociones no son “cosas” simples, sino procesos complejos, tejidos a lo largo de millones de años de evolución. No basta con pensar que podemos “controlarlas”; hay que entenderlas en su raíz biológica.
LeDoux, profesor en la Universidad de Nueva York y director del Emotional Brain Institute, es uno de los pioneros en demostrar que la amígdala cerebral —una estructura pequeña y primitiva— cumple el rol de centinela emocional. Es la primera en detectar amenazas, incluso antes de que podamos identificar conscientemente qué está ocurriendo. Esa “ruta rápida” que va directo del estímulo al miedo, sin pasar por la razón, explica por qué muchas veces reaccionamos con pánico antes de comprender la situación.
Una de las conclusiones más relevantes del libro es que el cerebro tiene dos sistemas distintos pero interconectados: uno que procesa la experiencia consciente del miedo y otro que orquesta las respuestas físicas (como el aumento del ritmo cardíaco o la sudoración). Esto significa que podemos sentirnos “bien” a nivel racional, pero tener el cuerpo activado como si estuviéramos en peligro. Es una de las claves para entender la ansiedad moderna: muchas veces, nuestra biología sigue operando con un manual de supervivencia del paleolítico.
LeDoux también desmonta la idea de que el miedo se puede “borrar”. A lo largo de sus investigaciones, descubrió que los recuerdos emocionales no desaparecen, sino que se superponen con otros nuevos. No se trata de eliminar el miedo, sino de construir nuevas rutas neuronales que nos permitan responder de forma más adaptativa. Este proceso, conocido como “extinción”, es la base de muchas terapias psicológicas actuales.
Otra advertencia poderosa que deja el libro es sobre la ilusión de control: solemos pensar que nuestras emociones están bajo dominio de la voluntad, pero en realidad, gran parte de nuestras respuestas son automáticas y se disparan sin que podamos elegir. La buena noticia es que, si bien no podemos evitar sentir miedo, sí podemos entrenar la forma en que lo interpretamos y lo manejamos.
Desde su publicación en 1996, El cerebro emocional se transformó en una obra de referencia para entender el miedo y la ansiedad, y sigue inspirando investigaciones y debates sobre el manejo emocional en tiempos de incertidumbre. Ha sido traducido a varios idiomas y citado ampliamente en trabajos científicos, además de atraer la atención de divulgadores, terapeutas y medios de comunicación de todo el mundo.
Hoy, en un mundo atravesado por el estrés, la sobreexposición a estímulos y la sensación constante de amenaza —económica, climática, tecnológica o existencial—, las preguntas que plantea LeDoux se vuelven urgentes. ¿Cómo nos afecta lo que no podemos controlar? ¿Cómo influye el pasado en las respuestas automáticas del presente? ¿Qué lugar tienen el miedo y la ansiedad en nuestra construcción de identidad?
LeDoux no nos ofrece soluciones rápidas. Pero sí nos recuerda que entender lo que sentimos no es debilidad, sino una forma de fortaleza. Que conocer cómo reacciona nuestro cerebro no nos despoja de humanidad, sino que nos acerca a ella. Y que quizás, solo quizás, parte del equilibrio que buscamos no esté en silenciar el miedo, sino en aprender a escucharlo mejor.