Una figura clave de la literatura
Efemérides: A 81 años de la mueret de Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principito

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Fue piloto, escritor y visionario. Su paso por Argentina dejó marcas profundas que aún hoy sobrevuelan su obra.
El 31 de julio de 1944, hace exactamente 81 años, Antoine de Saint-Exupéry despegaba por última vez. A bordo de un avión Lockheed P-38 Lightning, partió de una base en Córcega para una misión de reconocimiento sobre la Francia ocupada por los nazis. Nunca regresó. Su cuerpo jamás fue hallado, aunque décadas más tarde se encontraron restos de su avión en el Mediterráneo, cerca de Marsella. La leyenda del aviador-poeta se transformó entonces en mito, y su obra más universal, El Principito, quedó como testimonio de una sensibilidad única.
Pero hay un capítulo menos conocido en la vida de Saint-Exupéry: su profundo vínculo con Argentina. Una conexión que marcó tanto su trayectoria personal como literaria.
Patagonia, cielos abiertos y amor
En 1929, Saint-Exupéry llegó a la Argentina como director de la filial sudamericana de la compañía Aeroposta, la rama local de Aéropostale, encargada de distribuir correo aéreo entre Buenos Aires, Santiago de Chile y la Patagonia. Tenía 29 años y era un joven piloto francés con alma de aventurero.
Fue en esos cielos hostiles, entre tormentas y montañas, donde forjó gran parte de la filosofía que más tarde impregnaría su obra. Cruzó los Andes en aviones precarios, aterrizó en pistas improvisadas en medio de la nada, conoció la soledad del desierto patagónico y el carácter estoico de sus habitantes. Todo eso lo transformó.
Durante su estadía en Buenos Aires, también conoció a la escritora y artista Consuelo Suncín, con quien se casaría poco después. Su relación fue intensa, tormentosa y apasionada, como muchas de las grandes historias que inspiraron la literatura del siglo XX. Consuelo fue, para muchos estudiosos, la rosa caprichosa y frágil que El Principito protege con tanto amor.
Un escritor que volaba bajo las estrellas
En Argentina escribió Vuelo Nocturno, una novela breve publicada en 1931 y galardonada con el prestigioso premio Femina. La obra narra las dificultades de los pilotos encargados de llevar el correo aéreo a través de paisajes desolados y peligrosos. Fue escrita en parte en el hotel Majestic, frente al Congreso Nacional, y luego en una casa en el barrio de Palermo, donde vivió junto a Consuelo.
Saint-Exupéry amaba Buenos Aires, pero su verdadero refugio fue la Patagonia. Su espíritu encontró en esos paisajes áridos y eternos una resonancia única. En Tierra de Hombres, otra de sus obras fundamentales, evocaría aquellos días con emoción y melancolía: “Amé la vida no por los placeres, sino por la conciencia que de ella me dio el desierto”.
Una memoria viva
Hoy, a más de ocho décadas de su desaparición, Antoine de Saint-Exupéry sigue presente en la memoria de los argentinos. En Comodoro Rivadavia y San Antonio Oeste existen monumentos que recuerdan su paso. Y en el sur, pilotos veteranos aún cuentan, como leyendas, historias de aquel aviador francés que volaba entre nubes de tormenta y escribía con el alma abierta.
Porque como escribió el propio Saint-Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Pero a veces, lo esencial se encuentra también en los cielos abiertos de la Patagonia, donde alguna vez voló un principito de carne y hueso.