Dos estilos, una batalla
¿Del Big Three al Only Two?

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Jannik Sinner y Carlos Alcaraz dominan el circuito y encarnan la rivalidad que reemplazó a la histórica era de Federer, Nadal y Djokovic.
El almanaque no perdona. Primero, Federer no soportó las lesiones en su rodilla. Después, Nadal no pudo más con su castigado físico. Entonces Djokovic, en soledad, aprovechó durante un par de años para batir todos los récords. Y pudo haber destruido más estadísticas, de no ser por la aparición de dos chicos que no respetaron pergaminos y empezaron a escribir una nueva historia.
La nostalgia por aquellos increíbles tres, dio paso a estos tremendos dos: Jannik Sinner y Carlos Alcaraz. Entre ambos se repartieron los últimos ocho Grand Slam. Desde hace dos años, cada primer día de un gran torneo, todos esperan el duelo final sin sorpresas. En las ruedas previas, no hay un tenista capaz de despeinarlos.
Sinner y Alcaraz son tan campeones como diferentes, y su choque de estilos potencia la rivalidad.
Jannik tiene 24 años y nació en San Cándido, un pueblo del norte de Italia, cerca de Austria. Podría definirse como una máquina de pegarle bien a la pelota. Mete todas con una potencia incontrolable. Es el mejor producto de la raza de tenistas marcados por el sacrificio. Falla poco y rompe encordados con su fuerza. Tiene el talento del trabajo y una mentalidad implacable para jugar concentrado durante horas, logrando scores que dan miedo. Sus golpes son perfectos pero su estilo es muy estructurado.
Carlos tiene 22 y viene de El Palmar, Murcia. Su tenis expone una variada “raqueta” de recursos. Tiene la potencia de Jannik pero con un plus de creatividad que asombra. Pega un violento drive y lo combina con un toque impredecible, un sobrepique de mitad de cancha, una volea larga, un globo con top, o un passing paralelo que nos deja perplejos. Saca cada vez mejor. Su revés es tan consistente que casi no falla por ese lado porque los riesgos los toma con su temible derecha. Su riqueza técnica supera a la de cualquier tenista de la actualidad, pero a veces concede las típicas lagunas del talento.
Cuando apareció, muchos vislumbraban la llegada del nuevo Rafa (por su bandera), pero Carlos es diferente. Heredó de Rafa, esa mentalidad que destaca a los cracs de los muy buenos, llega a pelotas imposibles y nunca da por perdida una bola. Sabe jugar los puntos importantes como Nole. Y tiene mucho de Federer, desde el casi copiado swing del drive, hasta la pasión por escaparle siempre a los libretos. Divierte y se divierte.
El domingo pasado, la Final del US Open fue la clara demostración de esas diferencias. El mismo Jannik reconoció que, si quiere tener chances ante Carlitos, deberá cambiar y variar sus golpes. Sin ampliar su repertorio, le alcanzará para vencer a todos los de atrás, pero sólo en un mal día del español, podrá aspirar a vencerlo.
A pesar de su apodo, Alcaraz no es ningún Carlitos. Es un chico humilde y familiero. En los grandes torneos, cuando todos usan los días libres para entrenar, busca un parque de diversiones o juega golf con amigos. Suele tomar semanas libres en casa de sus padres, donde todavía vive cuando no juega. Disfruta las comidas que cocina mamá Virginia, sale a bailar con amigos y juega a la play con sus hermanos (parece que el pequeño Jaime es el nuevo prodigio del futuro tenis). Su padre lo acompaña siempre y ha consolidado un equipo de trabajo que lidera el ex número uno del mundo Juan Carlos Ferrero.
En sus períodos de preparación, ocupa una pequeña casa prefabricada de madera, en la Academia Ferrero. Sus costumbres lo alejan definitivamente de los lujos de otros jugadores de élite, aunque ya cosechó más de USD55 millones en premios, sin sumar los contratos estratosféricos con las marcas que patrocinan su carisma singular.
La receta de Carlos para ser el mejor, rompió los moldes de la ortodoxia deportiva, colmada de tiranos entrenadores e infelices atletas, que sólo sirven al negocio de cada circo. Y eso que la multiplicación de las pelotas de oro, en el tenis moderno, es muy tentadora. En 1977 Guillermo Vilas ganó el US Open con un premio de USD30 mil. Este año, Carlitos guardó en el bolsillo que usa para la segunda pelota de saque, un cheque por 5 millones verdes.
Alcaraz ya no juega por el saldo bancario y está batiendo récords de gloria. Ya tiene 6 títulos de Grand Slam. ¿Podrá superar a Nole, Rafa y Roger?
Esto recién empieza. Por ahora, disfrutemos su calidad y guardemos la esperanza de que otro tenista se prenda al duelo actual. Los grandes nunca llegan a ser gigantes sin las amenazas de otros. La competencia es la esencia de la superación. Carlitos y Jannik todavía no llegaron a sus techos. Por el bien del tenis, sería bienvenido un nuevo retador.