Historias que inspiran
De maestra rural a minera: la historia de Marta Ahumada en Huaco, San Juan
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Esta historia refleja cómo la minería puede cambiar destinos personales y revitalizar comunidades enteras.
La historia de Marta Margarita Ahumada, nacida en Huaco, departamento Jáchal, refleja cómo la minería puede transformar la vida de una persona y de toda una comunidad. Docente de formación, se graduó como profesora en la Escuela Fray Justo Santa María de Oro, convencida de que su destino estaba en las aulas. Sin embargo, el progreso minero de su tierra natal le cambió el rumbo para siempre.
Huaco, conocido por su belleza natural y por ser la cuna del poeta Buenaventura Luna, atravesó durante años una realidad difícil: la emigración de sus jóvenes por falta de oportunidades. “Antes de la minería quedaban los chicos y los ancianos. Los que tenían entre 18 y 40 años se iban”, recuerda Marta.
La llegada del proyecto Gualcamayo, de Minas Argentinas S.A., cambió esa historia. Con la actividad minera llegaron empleos, caminos asfaltados, electricidad, internet y viviendas de material. “Hoy Huaco es otro gracias a una inversión minera seria y con compromiso con la comunidad”, asegura.
Su ingreso a la mina fue casual. Acompañó a su hermano a entregar un currículum y terminó completando uno propio. “Puse que era docente y que había trabajado en la cosecha de cebolla”, cuenta. Esa experiencia agrícola despertó la curiosidad de los entrevistadores, y fue seleccionada para un curso de capacitación. En pocos meses, Marta pasó de enseñar en una escuela a manejar camiones de gran porte.
“No sabía manejar ni un auto y terminé conduciendo un camión Caterpillar. Fue un desafío enorme”, dice entre risas. Luego se capacitó con excavadoras, motoniveladoras y perforadoras, su máquina preferida. “Me siento orgullosa de ser una de las pocas mujeres del país que opera una perforadora”.
La minería no solo le dio estabilidad económica, sino también confianza y liderazgo. Fue elegida delegada gremial por sus compañeros, en su mayoría hombres. “Ese voto de confianza fue una satisfacción inmensa. Demostró que se valoraba la capacidad más allá del género”, relata.
Pero más allá del progreso personal, Marta destaca el impacto colectivo: “Muchos jóvenes se quedaron en el pueblo, formaron familias y construyeron su futuro”. Las políticas de relación con la comunidad trajeron obras, capacitación y arraigo, un cambio visible en la vida cotidiana de Huaco.
Con una mirada crítica pero equilibrada, sostiene: “La minería tiene pros y contras, pero vi que se trabaja con controles estrictos y auditorías permanentes. Lo más importante es que las comunidades participan del proceso”.
Hoy, Marta resume su experiencia con emoción: “Soy huaqueña, maestra y minera. La minería me dio lo que nunca imaginé. Aprendí, crecí y comprobé que esta actividad puede cambiar para bien la vida de una persona y de un pueblo entero”.

