La familia es núcleo de vida y amor; protegerla asegura el futuro de la comunidad y la Nación.
Cuidar la familia es cuidar la Patria

Secretaria de Infancia y Familia de la Municipalidad de San Miguel, Provincia de Buenos Aires
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En San Miguel, más de 30 programas acompañan a madres, padres y niños para fortalecer el hogar y la Patria.
No podemos eludir el lugar preponderante que le toca a la familia en la sociedad, y por tanto no debemos dejar de poner todo nuestro esmero para que esta alcance su bien. Más allá del rol social, también es importante destacar el valor intrínseco de la familia como primera comunidad de vida y amor, y el lugar que esta afirmación tiene más allá de los caprichos personales o de las distintas leyes positivas.
La preponderancia de la familia en la comunidad es una verdad que está por encima de lo que pueda pregonar un legislador o un ciudadano de a pie. Se trata de algo mucho más grande y sempiterno y, por lo tanto, es un deber del gobernante procurar con justicia el bienestar de esta institución.
Como dice Cicerón en El sueño de Escipión:
“No existe una ley en Roma y otra en Atenas, una ahora y otra en el porvenir; sino una misma ley, eterna e inmutable, sujeta a toda la humanidad en todo tiempo...”.
Es a esa ley eterna e inmutable a la que respondemos quienes defendemos y procuramos el bien de la institución de la familia. El hombre viene al mundo a partir de la unión de dos, nace y crece en el seno de una realidad familiar. Es en estos tiempos donde, cada vez con más fuerza, debemos exhortar a la comunidad a cuidar y proteger aquello que nos ha sido dado: el valor del hogar debe retornar a su sitio.
Políticas públicas y dignidad familiar
Por ello es indispensable proteger el comienzo de la vida, el desarrollo continuo de la persona, la educación que comienza en el hogar y el cuidado de la autonomía de la familia.
No son lo mismo unas políticas públicas que otras. No es lo mismo contar con políticas públicas que cuiden a las madres embarazadas, los primeros años de vida, la niñez, la adolescencia, a las madres, a los padres y a los abuelos —que busquen recuperar la fuerza vital intrínseca del dinamismo familiar— que políticas que vayan en contra de estos principios y contribuyan a romper con lo que hace a la dignidad familiar. No, no da todo lo mismo.
La experiencia de San Miguel
En San Miguel, hace tiempo que hemos decidido, con esta convicción, atender las cuestiones primordiales de las personas y de las familias con una mirada integral. Actualmente contamos con más de 30 programas y dispositivos que buscan proteger la vida desde la concepción, acompañar los primeros años de vida del niño, ayudar a las madres a salir adelante, a recuperar sus ganas de mejorar, y del mismo modo a los padres, acompañando a la familia en su conjunto para superar la situación de vulnerabilidad.
Programas como Camino de la Embarazada, Mil Días, CDIF, Proyecto de Vida, Pilares y Proyecto Hogar, entre otros, nos recuerdan que es indispensable el acompañamiento a la persona y su entorno para encontrar una solución real a los problemas que se presentan.
Y aunque estos programas atienden directamente la cuestión familiar, no debemos olvidar que en todo lo que hacemos por la ciudad —desde la infraestructura, la seguridad, la salud e incluso en nuestra mirada hacia el futuro y el crecimiento ordenado de la ciudad— subyace siempre la cuestión de la familia.
La familia como base de la Nación
Sin vida no hay familia, sin familia no hay comunidad y sin comunidad no hay Patria. Una sociedad que olvida esto muere paulatinamente. Exhorto a no dejar en el olvido aquello que José Hernández recordaba en boca de Fierro:
“Yo he conocido esta tierra
en que el paisano vivía
y su ranchito tenía
y sus hijos y mujer
era una delicia del ver
como pasaba sus días”.
En esa sencillez del hogar argentino se resume todo lo que hace grande a nuestra Nación. Por eso, cuidar la familia es cuidar la Patria.