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Corea del Sur: invertir en educación aún en la peor crisis


La posguerra y la inversión. La cultura de la trascendencia generacional. Liberación nipona y reconstrucción nacional.
Corea del Sur es esencialmente la más cabal prueba de que con método, resiliencia, sentido de comunidad y determinación. Son 106 países más grandes que Corea del Sur, tres cuartas partes de su superficie es montañosa y una de sus fronteras es con su enemigo historico, Corea del Norte, que amenaza con entrar en guerra y promueve hostilidad incansablemente desde el final de la guerra en 1953. Son pocos, en pocos kilómetros cuadrados y cuidan el recurso más valioso: el humano.
La guerra sumió la península en el caos, la hambruna desato una crisis humanitaria, los millones de muertos por invasiones inolvidables y la guerra civil golpeó la sociedad, pero el comunismo se encargó de destruir a Corea del Norte y el capitalismo, con sus eternos bemoles, hizo que hoy Corea del Sur sea un país comprometido con el desarrollo, con la mejor educación del mundo junto con Singapur, Canadá y Finlandia, pujante y muy presente en la economía del conocimiento y modelo de estudio para Argentina.
Juan Nam llegó de Madrid hace unos meses, habla con calma y enumera datos y situaciones de Argentina como si se hubiese criado en Belgrano. En la charla repasa la crisis del PRO, la política nacional, la guerra de las coreas y la figura de Javier Milei con absoluta precisión.
Recibió amablemente a Newstad en las oficinas de Kotra, la entidad cuya meta es esencialmente tender puentes, generar vínculos entre los stake holders del sector exportador que buscan invertir en Corea del Sur o traer empresas al país. La puntualidad, el orden, lo austero, una charla con una persona que despejó dudas entorno a los motivos que hicieron de una tierra devastada con habitantes que hablaban japonés hace menos de setenta años, a una potencia que habla coreano y pelea los podios de producción en distintos sectores productivos.
Pedro Paulin: Corea del Sur es hoy un referente educativo mundial, pero su historia comienza en la devastación. ¿Cómo fue ese proceso de transformación?
Juan Nam: Para entender nuestro presente debemos remontarnos a 1910-1945, cuando Corea fue colonia japonesa. Mis abuelos estudiaron en japonés; nuestra lengua y tradiciones fueron suprimidas. Tras la liberación el 15 de agosto de 1945, llegó la división y luego la Guerra de Corea (1950-1953), un conflicto que según estimaciones dejó entre 3 y 6 millones de muertos - cerca del 20% de nuestra población entonces. El general MacArthur dijo que Corea no se recuperaría en 100 años, pero ahí surgió nuestra determinación. Sin recursos naturales - ni una gota de petróleo -, decidimos que la educación sería nuestro motor. En 1949 establecimos la educación primaria obligatoria cuando el 70% de los adultos eran analfabetos, para 1960, destinábamos el 22% del presupuesto nacional a escuelas, más que a defensa. Las familias, incluso en pobreza extrema, aceptaron impuestos especiales para educación. Mi padre pagaba el 30% de su salario en ellos, era un pacto social: los padres sacrificaban su presente para el futuro de sus hijos.

Pedro Paulin: ¿Cómo afectó específicamente la ocupación japonesa al sistema educativo coreano?
Juan Nam: Durante esos 35 años de ocupación, los japoneses implementaron un sistema educativo diseñado para borrar nuestra identidad. El idioma coreano fue prohibido en las escuelas - todos los cursos se dictaban en japonés. Los textos escolares fueron reescritos para glorificar al emperador japonés y minimizar la historia coreana. Mis abuelos me contaban cómo los maestros japoneses les hacían cantar el himno imperial cada mañana y los castigaban físicamente si hablaban coreano. Pero curiosamente, también introdujeron elementos positivos: disciplina férrea, puntualidad extrema y un enfoque en matemáticas y ciencias que después adaptaríamos. Tras la liberación, tuvimos que reconstruir todo el sistema desde cero, pero conservamos algunos de estos aspectos técnicos mientras restablecíamos nuestra identidad cultural.
Pedro Paulin: ¿Cómo se financió este esfuerzo educativo en un país devastado?
Juan Nam: Con sacrificios monumentales. El gobierno destinó recursos que otros países hubieran usado para infraestructura básica. Pero el verdadero milagro vino de la gente común. En 1955 lanzamos la campaña "Un aula por aldea" - cada comunidad construía su propia escuela con materiales locales. Recuerdo historias de aldeas donde las mujeres vendían sus joyas familiares para comprar pizarrones, mientras los hombres cortaban madera de bosques cercanos para hacer bancos. A nivel nacional, implementamos impuestos específicos: el 10% sobre ventas de arroz, el 5% sobre transacciones comerciales, todo destinado exclusivamente a educación. Para 1960, el 35% del presupuesto nacional iba a educación - porcentaje que ningún país occidental igualaba.
Pedro Paulin: Describa con detalle cómo es el sistema educativo coreano actual.
Juan Nam: El sistema actual es intensivo pero estructurado. Tomemos el caso de mi hija de 12 años (aunque confieso que mi familia es atípica por no enviarla a hagwons): de 7:30 a 16:00 asiste a escuela pública con 4 horas de ciencias/matemáticas, 2 horas de lengua/historia y 1 hora de educación física. Luego, el 93% de estudiantes asiste a hagwons (academias privadas) desde las 16:30 hasta las 22:00, cursando matemáticas avanzadas, inglés con nativos, historia coreana/global y alguna actividad extracurricular.

Pedro Paulin: ¿Cómo funcionan exactamente estos hagwons que menciona?
Juan Nam: Los hagwons son un fenómeno único de Corea. Son academias privadas que operan desde las 16:30 hasta las 22:00, después de la escuela regular. Hay aproximadamente 100,000 en todo el país - más que cafés o restaurantes. Lo fascinante es su especialización: hay hagwons solo para matemáticas olímpicas, otros exclusivos para inglés conversacional con profesores nativos, e incluso algunos que preparan específicamente para el examen de ingreso a una universidad en particular.
Pedro Paulin: ¿No genera esto problemas de salud mental en los jóvenes?
Juan Nam: El sistema es muy competitivo y realmente puede generar mucha presión en los chicos, de hecho el día del examen, el país “se para” para no molestarlos, evitar ruidos y que tengan su momento de rendir examen tranquilos. Pero hay un contrato social implícito: los jóvenes aceptan esta presión porque saben que el 78% de quienes ingresan a las "SKY Universities" (Seoul National, Korea, Yonsei) obtienen empleos en conglomerados como Samsung o Hyundai con salarios iniciales de USD 5,000 mensuales.
Pedro Paulin: ¿Cómo manejan el tema del bullying en las escuelas coreanas?
Juan Nam: El bullying es un problema serio, pero lo abordamos con protocolos estrictos. Cada escuela tiene un Comité Anti-Bullying compuesto por maestros, psicólogos y padres. Cuando se reporta un caso, se activa inmediatamente un proceso de 7 pasos: 1) Entrevista con la víctima, 2) Entrevista con los acosadores, 3) Reunión con los padres de ambas partes, 4) Mediación supervisada, 5) Plan de seguimiento psicológico, 6) Cambio de clase si es necesario, y 7) En casos extremos, transferencia a otra escuela. Lo innovador es nuestro sistema de "alumnos protectores" - estudiantes especialmente entrenados para detectar y reportar bullying en sus grupos.
Pedro Paulin: ¿Qué hace único al modelo educativo coreano en comparación con otros sistemas?
Juan Nam: Tres pilares lo distinguen: primero, nuestra tecnología educativa (EdTech) con libros digitales interactivos en todas las escuelas públicas desde 2016, clases de programación desde 3er grado y uso de metaverso para prácticas de laboratorio. Segundo, una meritocracia radical donde los docentes son seleccionados mediante exámenes nacionales (solo el 3% aprueba) con salarios iniciales de USD 3,500. Tercero, el rol fundamental de la familia, donde el 89% de los padres revisa tareas diariamente y se invierten USD 15,000 anuales en educación extraescolar.
Pedro Paulin: ¿Cómo es el proceso de selección y formación de los maestros en Corea?
Juan Nam: Es uno de los procesos más rigurosos del mundo. Para ser maestro de primaria, primero debes graduarte en una de las 12 universidades nacionales de educación (admisión más competitiva que medicina). Luego, pasar un examen nacional de 3 días que evalúa conocimientos pedagógicos, dominio de la materia y habilidades prácticas. Solo el 3% de los postulantes aprueba. Los seleccionados ingresan a un programa de residencia de 2 años en escuelas, supervisados por mentores. El salario inicial es alto (USD 3,500), pero las exigencias también: evaluación anual de desempeño, 200 horas de capacitación obligatoria cada 5 años, y rotación entre escuelas cada 7 años para evitar estancamiento. La ventaja es el prestigio social: ser maestro en Corea equivale a ser juez o médico de alto nivel.
Pedro Paulin: Para finalizar, ¿cuál sería su mensaje resumen sobre esta experiencia coreana?
Juan Nam: La educación no es gasto, es la única inversión que convierte escombros en potencias. Corea eligió dejar de ser víctima. Cuando un país prioriza la educación sobre la política, los resultados se miden en generaciones, no en ciclos electorales.