Cambio de época
Lo que el PRO no ve: la Ciudad volvió a votar orgía, no matrimonio

Periodista y Director de Newstad

Mauricio Macri comprobó una vez más el cambio de estilo y deberá decidir: adaptación o desaparición de la marca PRO.
La narrativa de Javier Milei es orgiástica. El economista que trabaja de Presidente no le interesa adaptarse, no lo hizo cuando era menos que un dirigente local, no se va a adecuar siendo jefe de Estado. No le interesó enamorar, buscó desencallar, desacoplar una sociedad que pensaba que los trajeados millonarios que gobernaban era la única alternativa. Logró romper la mirada unicista sobre la política, y ahora lo busca sobre la Ciudad, que por primera vez vio al PRO perder. La orgía liberal logró imponerse, lo estridente, distinto, lo que promete romper todo para construir algo mejor, eso ayer se impuso a pesar del intento del macrismo.
Javier Milei ofrece orgía en términos de libertad, movimiento, soltura, falta de rigidez, de locura bien entendida, de ganas, de pasión y rienda suelta a lo que no se conoce pero tienta. Es eso, no es más que eso, es poder hacer algo que nadie se anima, pero convencido de hacerlo con energía. El PRO nunca tuvo esa energía para romper todo y avanzar, siempre cultivo con distintos colores y calibres una forma mejor de hacer política comparado con el populismo, pero no hay peor revolución que la media revolución, y la sociedad lo castigo por segunda vez, y ahora sin anestesia.
Hace veintidós años Mauricio Macri llamó a Andrés Ibarra, Fernando Viola y algunos pocos amigos más para contarles el proyecto de Propuesta Republicana, que después de más de dos décadas ayer conoció una serie de inesperados: la derrota, la crisis de liderazgo, la “traición” de un fundador y el sentimiento de representar lo viejo, lo vetusto, lo que no está de moda. Fue un proceso gradual, lento, pero sostenido, de desgaste de la marca más exitosa del distrito representada por el apellido más ganador de la historia del lugar. El PRO no volverá a ser lo que fue, y tal vez sea el mejor momento de su historia y no lo sepa. La ciudad es violeta hasta nuevo aviso y la gobernabilidad parlamentaria local entra en crisis sostenida.
Es un problema de contexto, no una dicotomía entre las orgías o el matrimonio. Pensemos juntos un segundo: nadie se arrodillaría en medio de una situación orgiástica a pedir la mano de una de las protagonistas de la situación en búsqueda de amor monógamo y eterno. No era el lugar ni el momento, pero la intención estaba clara y era genuina. Hoy en día existen los swingers que aman, los monógamos que no lo saben hacer, las orgías entre enamorados y los solteros que no saben otra cosa que ir amando de persona en persona sin fatiga.

Lo divertido, lo osado, se ve en el búnker: Diego Recalde y Alfredo Caseros son artistas divertidos, osados, que no piensan en lo acomodaticio, en decir lo que todos esperan. El PRO tuvo esa intención al nacer y se desdibujó, por eso perdió. Recalde grito en soledad durante años sobre las idea de la libertad. Alfredo Caseros rechazo directores, empresas, canales, mucha plata por hacer lo que realmente quería. Hoy eso es lo que vale, y el oportunismo no tiene lugar.
Cuando José Ortega y Gasset insistió con el concepto del hombre y su circunstancia, estaba evidentemente reconociendo que el hombre es historia, no naturaleza. Es el contexto, es eso que permite que alguien considere que es un acto de heroísmo y supervivencia comerse un compañero de vuelo y no denunciarlo en la justicia. El hombre estaba tapado de nieve en la montaña y tuvo que alimentarse para volver a su familia, es un héroe, no es otra cosa.
Horacio Rodríguez Larreta fue el gran referí, logró tres bancas y vuelve en modo pacman, va a tener un bloque de diez antes de enero. Va a condicionar a Jorge Macri para volver a ser poder en 2027 de la Ciudad que recibió su impronta ocho años y que según él, huele a pis y no labura con método ni orden. Jorge Macri está enfurecido con la postura de Horacio, cree que es un traidor funcional a los violetas. La matemática lo asiste, ahora bien: ¿quién trabajó para limpiar al larretismo de la Ciudad y echó buena parte de sus funcionarios, por qué no hubo alianza con Volvamos Buenos Aires? Es tiempo de repensar y barajar de nuevo.
La Ciudad cambió de circunstancias, el PRO nunca lo entendió hasta ahora. No lo entendió cuando una peluca estridente saltó del living de Alejandro Fantino al Congreso nacional sin remediar palabra con el ecosistema preexistente vigente. El PRO puede volver a ser lo nuevo, lo distinto, lo disruptivo y ganador, pero no así. El apellido Macri tiene la oportunidad histórica de entender que si son brutalmente frontales y sacan todo lo que resta, pueden ganar la elección venidera. Y que si no lo entienden; desaparecerán.
La Ciudad entonces volvió a elegir la orgía, lo nuevo, lo osado, lo que promete pasión y placer a la hora de vivir la Ciudad. Lo fue el PRO, puede volver a ser el PRO si realmente logra entender lo que pasó y se sienta a pensar por qué la elección fue tan contundente: no quedó lugar donde perder. Hace cuatro años la adivinanza era por cuántos puntos iban a ganar Recoleta o Lugano, era lo mismo, hoy la pregunta es cómo hacer para dejar de perder hasta en Palermo Chico. La realidad es una, las urnas no hablar, gritaron: “Viva la libertad carajo”.