La parodia como blanco judicial
Censurar parodias es abrir la puerta al autoritarismo

/https://newstadcdn.eleco.com.ar/media/2025/05/tuitero.jpeg)
Milei minimizó el impacto del contenido manipulado y advirtió que regular las redes es un peligro para la libertad.
Un video manipulado con inteligencia artificial, que imitaba al expresidente Mauricio Macri y fue difundido en redes durante la veda electoral, desató una controversia que va mucho más allá de su contenido. Mientras el sistema judicial investiga su viralización como un posible delito electoral, el presidente Javier Milei intervino en el debate con una defensa enfática de la libertad de expresión y una crítica a los intentos de regular el discurso digital.
El video mostraba a una figura virtualmente indistinguible de Macri, aparentemente renunciando a su apoyo a la candidata Silvia Lospennato -quien supuestamente se bajaba de la elección- y sugiriendo votar por el vocero presidencial Manuel Adorni. Se trataba de una construcción falsa, sin ningún respaldo oficial, que circuló en redes sociales con tono satírico. A pesar de ello, fue considerado por algunos sectores como una amenaza al proceso democrático, lo que motivó una denuncia ante la justicia porteña.
La fiscalía contravencional, a cargo de Maximiliano Vence, inició una investigación bajo el artículo 140 del Código Nacional Electoral, que contempla penas de hasta dos años de prisión para quien “con engaños indujere a otro a sufragar en determinada forma o a abstenerse de hacerlo”. Además, se mencionó la figura de suplantación de identidad digital, prevista en el Código Contravencional porteño.
Frente a esta reacción institucional, Milei rechazó de plano cualquier intento de criminalizar a los usuarios de redes sociales por su actividad online. “La libertad de expresión está por encima de todo eso. Es una locura eso de ir a perseguir a los que están en las redes sociales”, afirmó en diálogo con Luis Majul. Y fue más allá: “¿Por tres tipos que hacen tonterías va a regularse a todos? Eso es cercenar la libertad de expresión”.
La intervención del presidente reaviva una discusión de fondo: ¿qué límites tiene el discurso en la era digital? ¿Puede el Estado arrogarse el derecho de decidir qué es información válida y qué no lo es, especialmente cuando se trata de formatos no convencionales, como el meme, la parodia o la ironía?
El caso también expone un aspecto central de la cultura digital contemporánea: el uso del seudónimo. Lejos de representar una amenaza, el anonimato ha sido históricamente una herramienta de resguardo para quienes desean expresar ideas contracorriente sin exponerse a represalias. “¿Sabés la cantidad de autores que escribieron con pseudónimos porque si no los mataban?”, recordó Milei, en defensa de un principio que no solo protege la libre expresión, sino también la diversidad de voces en el espacio público.
Mientras tanto, la red social X (ex Twitter) decidió no eliminar el video, aunque sí lo etiquetó como “contenido generado con inteligencia artificial” y adjuntó un enlace a una nota periodística aclaratoria. Sin embargo, el material sigue en línea y acumula millones de visualizaciones, lo que demuestra el interés social por la polémica y, quizás, una nueva forma de participación ciudadana a través del contenido creativo y espontáneo.
Intentar judicializar el humor o la crítica política en redes representa un riesgo serio. La delgada línea entre sancionar el delito y coartar la disidencia se vuelve cada vez más difusa. En un contexto donde el debate político se traslada cada vez más al plano digital, la libertad de expresión debe ser el principio rector, no la excepción.
Incluso lo que incomoda, lo que molesta o lo que se burla debe poder decirse. Porque una democracia saludable no se defiende persiguiendo a quienes hablan, sino garantizando que nadie tenga miedo de hacerlo.