Hogares, industrias y comercios se conectan a un nuevo modelo.
Cada vez más argentinos producen su propia electricidad

La generación solar distribuida se consolida como eje clave del cambio energético nacional.
La energía solar de autogeneración empieza a marcar el ritmo del cambio energético en Argentina, y lo que hace unos años parecía una promesa lejana, hoy se transforma en una realidad concreta y en expansión. En este nuevo mapa, la provincia de Córdoba lidera con claridad, tanto en cantidad de usuarios como en potencia instalada. Le siguen Buenos Aires y San Juan, que también muestran un crecimiento sostenido en número de instalaciones y volumen de energía generada.
La información más reciente del sector muestra que ya hay 2.792 usuarios-generadores conectados a la red eléctrica mediante medidores bidireccionales, lo que les permite inyectar el excedente que no consumen. La potencia total instalada alcanzó los 73,67 megavatios (MW), con una predominancia de sistemas solares fotovoltaicos. Este avance responde directamente al marco normativo establecido por la Ley Nacional 27.424, aprobada en 2017, que sentó las bases para este esquema de generación distribuida.
Córdoba, con 1.153 instalaciones activas y más de 25 MW, representa más del 34% del total nacional. Además, tiene otros 241 trámites en curso que podrían aumentar significativamente su aporte en los próximos meses. Buenos Aires sigue con 757 instalaciones y una potencia de casi 15 MW, acompañada por 308 solicitudes en proceso. San Juan, en cambio, aunque tiene menos usuarios, ostenta una potencia destacada de más de 9 MW, gracias a proyectos de mayor envergadura.
Más allá de estas provincias, otras también empiezan a acelerar su inserción en este modelo energético. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Misiones, Entre Ríos, La Rioja, Mendoza, Corrientes y La Pampa muestran signos claros de incorporación, con cifras que van desde 1 hasta 6 MW instalados, y un número creciente de usuarios.
El perfil de quienes apuestan por esta modalidad es diverso. Aunque el 56% de las conexiones corresponde a usuarios residenciales, el 80% de la potencia total instalada proviene del sector comercial e industrial. Las empresas encuentran en la energía solar una vía eficaz para reducir costos operativos, con el añadido de mejorar su imagen ambiental. Esto se vuelve aún más relevante en un escenario tarifario más ajustado a los costos reales de producción y distribución.
Un factor clave en esta evolución fue la mejora del contexto económico. La estabilización macroeconómica y la apertura del comercio exterior facilitaron el acceso a componentes esenciales como paneles e inversores. “Antes una instalación se amortizaba en seis años, hoy en menos de tres”, explica Andrés Oberti, presidente de Ecovatio, lo que vuelve esta inversión accesible incluso para pymes.
También resulta significativo el interés que despierta el país en el plano internacional. La empresa china Sungrow desembarcó en Córdoba junto con Iris Energía, viendo en Argentina un enorme campo para expandir la autogeneración eléctrica. Como referencia, mientras Argentina llega a 70 MW en generación distribuida, Brasil supera los 39.000 MW.
A la par del crecimiento en infraestructura, este fenómeno impulsa la capacitación técnica, la creación de empleos calificados, el desarrollo de proveedores nacionales y un modelo de producción más descentralizado. Plataformas digitales, herramientas de simulación como el Calculador Solar y la participación activa de cooperativas —338 inscriptas hasta hoy— muestran que el cambio no solo es posible, sino que ya está ocurriendo.
Córdoba marcó el paso y el resto del país empieza a seguirlo. Con mayor conciencia ambiental, incentivos económicos claros y una red normativa y técnica ya consolidada, la generación distribuida deja de ser una aspiración para transformarse en el nuevo paradigma de la energía en Argentina.