Acumula 11 partidos sin ganar
Boca está en crisis y sin rumbo


La derrota contra Huracán por 1 a 0 agrandó la crisis futbolística de los dirigidos por Miguel Angel Russo y, una vez más, dejó contra las cuerdas a la conducción del presidente Juan Román Riquelme y al Consejo de Fútbol.
No hay una conducción seria, no hay un proyecto, no hay orden, no hay juego y como consecuencia… No hay resultados. Así es el presente de Boca Juniors. La derrota contra Huracán por 1 a 0 (venció al Xeneize de local después de 31 años) agigantó la crisis de un club que lejos está de tener un Norte.
Si los problemas están desde la cúpula dirigencial, es difícil vaticinar que haya algo superador en otros sectores más bajos. La cuestionada gestión deportiva del presidente Juan Román Riquelme y su Consejo de Fútbol (integrado por los ex futbolistas Mauricio Serna, Marcelo Delgado, Raúl Cascini y Jorge Bermúdez) quedó en jaque ante los muy malos resultados Xeneizes. Pasó una de las peores semanas (por no decir la peor) del año, primero por la eliminación en los 16avos de final de la Copa Argentina tras perder por 2 a 1 contra Atlético Tucumán (resultado que le cortó una chance de clasificar a la Copa Libertadores) y luego perder por la mínima diferencia en Parque de los Patricios contra un Huracán que le hizo precio, de no ser por un lúcido Agustín Marchesín en el arco.
Respecto al juego, el déficit empieza desde el banco de los suplentes, porque si el entrenador no logra llegarles a los futbolistas, difícilmente estos últimos respondan o hagan milagros en el terreno de juego. Miguel Angel Russo entiende perfectamente lo que significa el Mundo Boca, pero la gran incógnita es si realmente está con fuerzas para cambiar esta dura realidad del conjunto de la Ribera. Tiene espalda y reconocimiento por ser el último entrenador campeón de la Copa Libertadores en 2007 y haber ganado dos títulos locales en el segundo ciclo (2019-2021), pero en lo que va de su tercera gestión hasta el momento no pudo ganar (asumió para el Mundial de Clubes) y sumado a los últimos partidos dirigidos por el entrenador interino Mariano Herrón y Fernando Gago, Boca acumula 11 encuentros sin conocer la victoria (5 empates y 6 derrotas).
Es evidente que los jugadores no están a gusto con el trabajo de Russo. Tal desconexión quedó manifestada en la forma que realizó un cambio para el segundo tiempo, con el ingreso de Milton Giménez por Miguel Merentiel, quien se enteró ya dentro del campo de juego que debía salir, lo cual es raro porque si un jugador es cambiado en el entretiempo ni siquiera entra a la cancha (Russo en la conferencia de prensa justificó que se debió a que “había un problema de papeles en el banco”); pero más allá de la cuestionada modificación por el rendimiento del uruguayo (de los pocos que sacan aprobado en esta etapa), mayores son las sospechas del mal clima entre el plantel y el Cuerpo Técnico luego de que el delantero se fue directamente al vestuario y no al banco de suplentes con sus compañeros. Y como si fuera poco, apareció un vidrio roto en la puerta del camarín visitante.
A Boca no le alcanza con haber repatriado al campeón del mundo Leandro Paredes, porque no hace milagros. Hay un mal funcionamiento en todas las líneas y por ende falta producción en la parte ofensiva y con un Edison Cavani que lejos está de ser el que se lució en la Selección uruguaya o en París Saint Germain. El receso del próximo fin de semana es lo mejor que podía pasarle al plantel para tratar de hacer pie y encontrar una solución a los diversos inconvenientes. No es imposible salir a flote, pero requiere un trabajo duro de parte de todos los componentes.
No solo el problema es en la parte deportiva, también hay conflictos en la administración, porque en los últimos días fue noticia el hermano del presidente, Cristian Riquelme, por acusaciones de violencia verbal y física de parte de la dirigente opositora Paula Seminara (integrante de la Asamblea de Representantes de Socios) en Estados Unidos mientras el Xeneize disputaba el Mundial de Clubes. El “Chanchi”, como le dicen sus íntimos, no es miembro de la Comisión Directiva, pero tiene injerencia en algunas de las decisiones y hasta hay quienes lo toman como el brazo ejecutor de la máxima autoridad del club y el Consejo de Fútbol.
Más allá del nepotismo, a Juan Román Riquelme le sigue costando separar en términos al jugador del directivo. Quedó demostrado con el hecho, poco ético para muchos, de haber llamado en el presente año a entrenadores que estaban con trabajo (Gago en Chivas de Guadalajara y Russo en San Lorenzo), lo cual generó interrogantes: ¿Eran únicas opciones? o ¿Mayoría de los técnicos que fueron llamados no quisieron venir con esta conducción?
Si el primer semestre de Boca fue para el olvido (desde quedar eliminado temprano de la Copa Libertadores hasta hacer un decepcionante papel en el Mundial del Clubes), el semblante en el inicio de la segunda parte del año fue igual o peor. Entre las desprolijidades de los directivos a cargo del fútbol y los malos resultados, Boca en este momento hace honor al tango escrito por Enrique Santos Discepolo, porque es un Cambalache.