Redes socianes
Acusan al periodista Carlos Furman de estafar por redes con un falso estado de salud

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Usuarios afirman que rechaza toda ayuda profesional y solo responde cuando se trata de transferencias.
Durante un largo tiempo, Carlos Elías Furman logró construir en Twitter (X) una identidad marcada por la fragilidad y el dolor. Suele mostrar cuadros médicos graves, describe crisis físicas dramáticas y publica interminables listas de medicamentos que dice necesitar con urgencia. Cada publicación viene desde 2018 acompañada por su CBU o por un pedido directo de ayuda económica. Su relato, elaborado en torno al sufrimiento, despertó solidaridad inmediata. Sin embargo, con el correr de los meses, comenzaron a surgir voces que aportaron datos, conversaciones y pruebas que muestran una historia radicalmente distinta, poblada de contradicciones y supuestos engaños que hoy muchos usuarios denuncian como una estafa.
Las denuncias en redes se multiplicaron durante los últimos días y llegaron a través del reproche directo de personas que habían colaborado económicamente con Furman. Por ejemplo, María Laura Rojas publicó en el Facebook de Furman un mensaje público que expuso la contradicción más evidente: “Ayer te transferí algo a tu cuenta. No ando mucho por Twitter, es muy agresivo, pero veo que en él publicás tu CBU, contás de tu sufrimiento y cómo padecés la enfermedad, pero acá estás de joda. ¿Cómo es eso amigo?”. Su comentario condensó el desconcierto de quienes descubrieron que mientras Furman se mostraba como un hombre devastado en Twitter, mientras que en otras plataformas exhibía imágenes y actividades que no coincidían con el relato que usaba para pedir dinero.
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Esa contradicción abrió la puerta a una serie de testimonios similares, donde varios usuarios explican que la ayuda que él acepta debe ser exclusivamente económica. En Twitter, un usuario relató una situación que se repite en decenas de denuncias: “Para mí es falso. Todos los que le han ofrecido ayuda específica comentan lo mismo, nunca les contesta con pruebas. Solo acepta plata”. El comentario citaba a una abogada especializada en Derecho a la Salud que se había ofrecido a asistirlo sin cobrarle. Su mensaje decía: “Ya una vez te escribí y te dije que podía ayudarte GRATIS. Soy abogada especializada en Derecho a la Salud. Con historia clínica e indicaciones médicas puedo obtener lo que necesitás, pero hace más de un año que te leo pidiendo ayuda por Twitter. Si querés ayuda de verdad, contestame”. Furman nunca respondió.
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Según afirman, esa actitud es constante: cuando la ayuda implica gestión, acompañamiento o asesoramiento profesional, él desaparece. Cuando implica dinero, responde inmediatamente.
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Otro testimonio que profundiza la desconfianza proviene de un usuario que alguna vez lo asistió. La cuenta @MacristasUnidos publicó un mensaje contundente dirigido a él: “Formamos grupo wasap, quisiste ser parte y nos usaste. Lo peor fue tus insultos a mi persona. A Santa Elena te mandamos hasta el aire, la UCR se hacía cargo de tus gastos. Enfureciste al grito QUIERO QUE EL PRO ME COMPRE UNA CASA. Hay testigos. La misma policía de Santa Elena me informó la supuesta noche de tu suicidio, que dormías plácidamente. Fin de tu abuso y estafa. Usaste nuestro corazón. Que Dios te perdone”. La acusación señalaba no solo manipulación emocional, sino también episodios inventados, como la simulación de un intento de suicidio para obtener nuevas transferencias.
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A estas denuncias virtuales se sumaron otros aportes que incluyen pruebas bancarias. Distintos usuarios mostraron capturas de transferencias realizadas a pedido de Furman, acompañadas de denuncias públicas. Uno de esos posteos decía: “Así me trató cuando le pedí pruebas de sus problemas de salud ya que nunca aceptó medicamentos, solo quiere $$$ y después de ayudarlo muchas veces”. La publicación incluía los comprobantes de las transferencias realizadas y las respuestas agresivas de Furman cuando se le solicitaron documentos médicos que justificaran su situación. Entre las capturas se lo ve escribiendo: “Qué pedazo de sinvergüenza sos. ¿Dónde tenés las pruebas? Yo publico pruebas, ustedes hablan al pedo”.
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Cada uno de estos episodios se inserta dentro de un patrón que los denunciantes describen con notable similitud. Furman publica listas de medicamentos —muchos de ellos de difícil acceso, costosos o directamente incoherentes entre sí— y acompaña esas publicaciones con descripciones de crisis físicas o situaciones límite, llegando a decir que sus males están a punto de acabar con su vida. Cuando alguien le ofrece donar uno de esos medicamentos o ayudarlo a conseguirlos, Furman no responde o bloquea a la persona. Pero cuando alguien pregunta por su CBU para enviarle plata, no hay impedimentos. Esa dinámica llevó a muchos usuarios a afirmar que se trata de una “parrillada de medicamentos” diseñada para generar desesperación y compasión en quienes lo leen.
Otro punto que despertó sospechas es que la mayoría de las recetas médicas que Furman publica carecen de nombre de paciente. A esto se suma la cuestión de sus manos: Furman afirma tener mal sus dedos y suele subir fotos de dedos visiblemente mal, pero esas imágenes nunca muestran su rostro, pese a que podría despejar cualquier duda grabando un simple video donde se lo vea a él moviendo o mostrando las manos. La falta de ese gesto mínimo resulta llamativa, sobre todo porque muchos usuarios muestran como en fotos públicas de 2024 que subió el mismo Furman a Facebook sus manos aparecen completamente normales, sin lesiones ni deformaciones. La confusión aumentó cuando publicó la foto de un bebé asegurando que era él, imagen que los usuarios detectaron rápidamente como una fotografía tomada de un banco de imágenes, incluso con marcas de agua visibles.
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Este cúmulo de testimonios y capturas configura un relato paralelo al que Furman intenta sostener en redes. Mientras él asegura estar en permanente riesgo de salud, quienes alguna vez lo ayudaron aseguran que solo busca transferencias bancarias y que evita todo tipo de verificación.
Otro episodio que refuerza el patrón denunciado involucra al periodista Pedro Paulin, director de Newstad, quien denuncia haber sido engañado por Furman. Según la documentación que el propio Paulin facilitó —incluyendo el comprobante de pago y el chat privado entre ambos—, Furman cobró una suma de dinero para iniciar una investigación, pero el trabajo jamás apareció y ante el reclamo el entrerriano lo bloqueó.
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Con el tiempo, la cantidad de denuncias abrió un debate inevitable: cómo detectar y frenar estas estafas emocionales que se aprovechan de la buena voluntad de la gente. La historia de Carlos Furman, reconstruida a partir de posteos reales, capturas de pantalla, reclamos públicos y testimonios directos, muestra un patrón que no parece fruto del azar ni de un malentendido, sino de una conducta reiterada que se sostiene en un mecanismo calculado para obtener dinero.
Mientras la justicia aún no interviene, quienes alguna vez confiaron en él hoy comparten su experiencia para evitar que otros lo hagan. Lo que antes era un relato solitario de dolor ahora convive con una creciente cantidad de pruebas que lo contradicen.
