Rutinas saludables
Volver a lo básico: cómo lo simple te salva en un mundo que ahoga


En un mundo hiperconectado que genera ansiedad y agotamiento, los psicofármacos ofrecen alivio rápido, pero combinados con terapia y hábitos simples como desconectar las pantallas logran cambios duraderos en la salud mental.
Vivimos a mil: notificaciones de WhatsApp constantes, mails que se acumulan, reuniones virtuales infumables y un scroll infinito para escapar de la presión. Pero el precio es alto: ansiedad intensa, insomnio y un vacío que no se llena con más actividad o café. Estudios muestran que los adultos pasan unas 7 horas diarias frente a pantallas, lo que dispara el estrés y la ansiedad. ¿Y si la solución no está en sumar apps o tareas, sino en restar? ¿Y si volver a lo básico –charlas cara a cara, caminatas al aire libre, comidas en familia sin celulares– es lo que te saca del pozo? Como psiquiatra, veo que los psicofármacos dan alivio rápido (con una mejora significativa para inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina en trastornos de ansiedad), pero es la terapia combinada con hábitos simples lo que hace que dure.
El costo de la complejidad
La vida moderna nos convence de que más es mejor: más información, más conexiones, más multitarea. Pero en el consultorio veo el costo de esa mentalidad. María, una madre de 40 años, que trabaja remoto mientras cuida a sus hijos, llega con ansiedad crónica, agotamiento y ataques de pánico. “Siento que nada alcanza”, me confiesa. Le prescribo un antidepresivo para reducir el estrés fisiológico y el insomnio –en mi práctica, cerca del 80% de los pacientes experimentan alivio rápido con medicación, lo que coincide con estudios que muestran tasas de respuesta superiores para ISRS en ansiedad generalizada frente a benzodiacepinas. Sin embargo, los remedios solos no son suficientes; son la base para la terapia. En las sesiones, analizamos cómo el bombardeo digital la afecta: correos constantes, mensajes de WhatsApp que no paran, viajes de negocios y un scroll infinito para evadirse. Investigaciones confirman que el exceso de tiempo frente a pantallas eleva el estrés, causando irritabilidad, fatiga y síntomas físicos como dolores de cabeza. María está atrapada en un ciclo: hiperconectada pero aislada, con la mente sobrecargada de información innecesaria. La complejidad no enriquece; agobia. En terapia, trabajamos para romper ese ciclo vicioso donde la ansiedad lleva a más evasión digital.
Lo simple como antídoto, con terapia de base
Aquí entra lo transformador: una vez que los psicofármacos estabilizan los síntomas, la terapia abre espacio para cambios prácticos y sencillos. No hablo de grandes revoluciones, sino de volver a lo esencial, guiados por sesiones donde procesamos resistencias y construimos hábitos. Pensemos en Pedro, un hombre de 50 años que llega tras un burnout: depresión, insomnio y una vida que se le escapa entre reuniones virtuales, viajes de negocios constantes y notificaciones que lo persiguen. Le receto un estabilizador para el estado de ánimo y el sueño, que le da el alivio inicial –tasas de respuesta de entre 50-60% para pregabalina en ansiedad, superior al placebo–. En terapia, exploramos cómo la necesidad de estar “siempre conectado” lo alejó de lo importante. Incorporamos cambios concretos: dejar el celular en modo avión los fines de semana, compartir asados con amigos sin interrupciones, caminar a diario para despejar la mente. Son acciones simples, pero efectivas. Meses después, Pedro me cuenta: “Por primera vez en años, duermo mejor y puedo estar en las charlas con mis amigos”. Los beneficios son claros: menos recaídas, relaciones más fuertes y, en muchos casos, reducción de la medicación a largo plazo. Lo simple no reemplaza la terapia ni los psicofármacos; los complementa. Es como reiniciar el sistema: desconectar para reconectar con lo esencial.
El desafío: simplificar o colapsar
En un mundo que promueve la complejidad, volver a lo básico no es retroceder; es priorizar lo que importa. Los psicofármacos y la terapia son fundamentales –calman síntomas y guían el cambio–, pero los hábitos simples construyen un bienestar duradero. En mi consultorio, he visto que combinar medicación con pequeñas acciones cotidianas es más efectivo que cualquier tecnología. Intenta desconectar un día, hablar cara a cara o caminar sin distracciones, y observa qué cambia. Si sientes que el mundo te desborda, no dudes en buscar ayuda profesional. La vida simple está a una decisión de distancia.