Empresarios con propósito
Víctor Valle y el desafío de liderar con humanidad

Periodista

El presidente del Encuentro de ACDE habla de valores, diálogo y el rol del empresario como forjador del bien común.
Víctor Manuel Valle no llega al 28° Encuentro Anual de ACDE solo como Director General (CEO) de Google Argentina, sino como “forjador de un nuevo mundo”, convencido de que el liderazgo verdadero nace desde la integridad y los valores. Socio de ACDE, su trayectoria corporativa —desde su llegada a Google en 2006 como su primer CFO regional hasta liderar hoy un equipo de más de 350 personas en el país— va de la mano con una vocación por el bien común.
Pero lo que lo distingue no es solo su rol en una de las compañías más influyentes del mundo: es su carácter de hombre de familia, su compromiso espiritual y su fecunda apuesta personal. En 2017, cuando él y su mujer ya habían entrado en sus cuarentas, adoptaron a cuatro hermanos para que no tuvieran que separarse, movidos por el deseo profundo de construir un hogar lleno de amor y cohesión. Su coherencia se expande de lo personal a lo laboral.
En su visión del liderazgo, Víctor Valle apunta a que Google funcione como una comunidad de vida: un espacio donde las personas puedan crecer, vincularse y encontrar sentido también en lo profesional. Esa idea define su forma de liderar y está en línea con su trayectoria y compromiso personal.
Ese equilibrio entre visión organizacional, fe genuina y responsabilidad social lo convierte en el tipo de líder que ACDE elige para presidir este encuentro: alguien que no solo habla de valores, sino que los vive y multiplica. El lema de este año —“Forjadores de un nuevo mundo”— encuentra en él no solo una frase, sino una forma de actuar.
–¿Qué te motivó personalmente a involucrarte en la organización de este encuentro y por qué creés que espacios como el de ACDE siguen siendo necesarios en el mundo empresarial actual?
–Soy socio de ACDE hace varios años. Me acerqué porque creo que es un ámbito donde puedo conocer colegas con quienes comparto valores y la preocupación por construir un mundo mejor donde se vivan los valores cristianos. Este año, la invitación a presidir el Encuentro me la hizo Silvia Bulla, nuestra presidenta, lo cual me honró mucho. Ya había participado en dos ediciones anteriores como parte del equipo organizador, así que sabía de qué se trataba. Me parece fundamental crear espacios de reflexión, tanto a nivel personal como comunitario, en un mundo que está acelerado pero no deja de plantearnos preguntas profundas. Se necesita parar la pelota para pensar, compartir miradas y vislumbrar respuestas.
–Desde tu experiencia, ¿ves que encuentros como este pueden influir en la forma en que las empresas piensan y ejercen el liderazgo? ¿Qué impacto esperás que deje en quienes participan?
–Lo que sueño para este encuentro es que genere reflexión, comunidad y compromiso. Que personas cuyo corazón late parecido se conozcan y se apoyen. Y que también se animen a transformar su metro cuadrado, porque el cambio empieza por uno. Si logramos que alguien se vaya del encuentro siendo un poco mejor dirigente que cuando entró, entonces ya empezamos a influir positivamente. Ojalá que también inspire a otros a liderar poniendo a la persona en el centro.

–El lema de este año —“Forjadores de un nuevo mundo”— sugiere una invitación a asumir un rol activo. ¿Qué tipo de liderazgo creés que está haciendo falta hoy en la Argentina?
–Argentina tiene muchos ejemplos de liderazgos con impacto real, aún en un contexto adverso. Hay muchísimo valor humano. Pero nos falta una visión de largo plazo que nos una. Falta diálogo, capacidad de ponernos en los zapatos del otro. Y ese diálogo empieza por cada uno. Necesitamos espacios estables donde podamos generar consensos duraderos que atraviesen décadas. Dirigir desde lo humano, con visión de país, es el gran desafío que tenemos.
–Uno de los riesgos es que estos espacios de reflexión queden en el plano discursivo. ¿Qué condiciones hacen falta para que los valores se traduzcan en acción concreta dentro de las empresas?
–El riesgo existe, claro, pero por eso elegimos un lema fuerte: “Forjadores de un nuevo mundo”. Forjar es hacerse cargo del rol histórico. Y los empresarios están en un punto neurálgico donde confluyen muchos actores. Escuchar, reflexionar y actuar puede tener un efecto multiplicador enorme. De chico me inspiró mucho Enrique Shaw, aunque no conocía su historia a fondo. Pero saber que existía un empresario que se la jugaba por los valores que yo compartía fue importante. Uno nunca sabe a quién puede inspirar.
–¿Qué esperás que se lleve de este encuentro alguien que participa por primera vez o llega con cierto desencanto respecto del rol empresario en la sociedad?
–Este año hay muchas personas que no son socias de ACDE, lo cual es muy bueno. Espero que se lleven esperanza, comunidad, inspiración. Si llegaron hasta acá, es porque algo de nuestro lema o de la agenda los interpeló. Y estoy seguro de que se van a ir enriquecidos. ACDE ofrece un entorno donde se pueden juntar voluntades y convertir lo individual en fuerza colectiva.
Una pausa que desafía
No hay innovación más radical en el mundo empresario que detenerse a pensar. Mientras muchos celebran la eficiencia, la velocidad o el impacto financiero, Víctor Valle propone una pausa. No por quietud, sino por convicción. El liderazgo que describe —y que ejerce— no se impone, sino que convoca por su capacidad de transformar más allá de lo aparente.
Encuentros como el de ACDE no deberían entenderse sólo como un lujo espiritual sino como una necesidad estratégica. Porque los valores no son un suplemento de las decisiones empresarias: son su raíz.
Y como toda raíz, aunque no se ve, es lo que sostiene.