Debate Capital 2025
Huérfanos y embajadores confirmaron una Ciudad nueva en 2027

Periodista y Director de Newstad
Populismo o derecha, K o no K, PRO o LLA, una noche de chicanas y pocas ideas que dejo incógnitas de cara al 18 de mayo.
Hay algunas primeras conclusiones que permiten ser optimista, a pesar del debate de ayer por la renovación de algunas bancas de la Legislatura porteña, donde 17 representantes y cinco realmente aspirantes intercambiaron algunos movimientos de esgrima verbal con distintas velocidades y destrezas. El final del PRO tal como se conoce es un hecho, el kirchnerismo buscó dejar de ser kirchnerismo, y los liberales se unirán para reinar, mientras la izquierda seguirá siendo ese cobijo lúdico que permite que algunos estudiantes salgan por televisión.
La Ciudad ve terminar en este debate de forma clara un reinado de duró casi veinte años: el protagonismo amarillo, imponente, disruptivo y osado, absolutista por momentos – Horacio Rodriguez Larreta logró consolidar un interbloque que le permitía hasta reformar la Constitución sin poyo opositor- que llevó a cabo el proceso político más importante de la historia del distrito con más aciertos que errores, lo que le permitió ganar apenas 9 elecciónes al hilo. No habrá diez y lo saben todos.
Los porteños no votan gritones, nadie quiere que le digan cómo hacer las cosas, odian el populismo pero por sobre todas las cosas sus formas. Cristina Kirchner se fue de Recoleta, tal vez el barrio más porteño en términos simbólicos, porque no encajaba, y tiene razón. Más allá de los collares y el Rolex de oro, nunca iba a sentirse a gusto en un barrio donde las mujeres como Kirchner no son bien recibidas. EL debate expuso ese intento forzado de encaje, y la incomodidad fue total. Kirchner es Tolosa, no es Recoleta, lo confirma la mona y la seda.
Silvia Lospennatto hizo todo bien, dentro de su situación que para el PRO es crítica. Lo que fue JxC en una lista hoy son seis listas y ella viene a poner la cara en la peor elección de la fuerza amarilla. Matemáticas en contra, no podrá sacara más de 23 puntos si los planetas bailan al compás y todo sale perfecto. Si no, si pasa lo contrario, de manera injusta tal vez será la protagonista de una elección que no llegue a los veinte puntos y la pregunta que deben hacerse no es qué hacer el domingo. Es cómo se gobierna el lunes con gabinete en salida y un bloque chico y disperso que busca nuevos liderazgos.
El debate confirmó que Horacio Rodríguez Larreta es un peligro, que va a entrar, y que todos saben que, como dé lugar, va a tener un bloque de cinco legisladores antes de la primera sesión. Menudo desafío para el PRO, que intentó por todos los medios desaparecerlo, incluso con pedidos poco educados. El ex jefe de Gobierno cumplió con su objetivo: llegó sin nada a la elección, sin “fierros” de Uspallata, sin marca, aparato, métricas ni grandes equipos. Va a ser la mejor elección de su vida en términos de inversión y resultado.
La Ciudad va a renovar su sistema político, y quienes trabajen en dar por terminado al PRO denostándolo, cometerán el peor error. El debate se centró en descalificar al partido que más cambios llevó a cabo, y que sostiene un núcleo duro de veinte puntos incluso presentando una candidata que arrancó la campaña con un 80 % de desconocimiento. Se deberá construir con el PRO, valorando al PRO, o ver cómo el PRO comienza su sexta gestión.
Leandro Santoro buscó su orfandad desde el minuto cero, pero no lo logró. Fue candidato de Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa, y eso en Argentina no es fácil, pero en la Ciudad es casi un epitafio. Manuel Adorni se lo recordó con su estilo monocorde y gélido, lo que descolocó al dirigente progresista que buscó ser “sólo Santoro”, como si en la política no hubiera inercia de apellido y collares de melones.
La dispersión fue tan grande que Ramiro Marra, un liberal desertado coincidió en su pregunta y respuesta con Adorni, casi se saludaron en espejo y coincidieron en que el kirchnerismo es lo peor que existe. Fin de la cuestión. Marra puede obtener más de cinco puntos y ser la llave de paso para que LLA gane la Ciudad. Deberá entonces Karina Milei pensar si realmente vale la pena perder el distrito dorado por un encono que ya se ve en sepia. Con Marra pueden ser Gobierno, pero con Marra en contra seguro no lo van a ser.
Otro liberal, Yamil Santoro, recordó que es el más formado (dato interesante en un ecosistema de dirigentes que no siempre conjugan bien los verbos) porque en su CV se integran la carrera de grado con maestría, posgrado y doctorado en marcha. Es otro integrante que busca posicionarse y lo logró, su objetivo está más que cumplido. Sabe que el horizonte no es fácil, pero que si hace los deberes, a la hora de repensar la Ciudad en 2027 habrá alguna chance de protagonismo real si se integra a fuerzas de cimientos sólidos y proyectos de mediano y largo plazo.
Manuel Adorni se apuró a dejar en claro que están votando a Javier Milei, y es lo que corresponde, lo que tiene que hacer porque es la marca que gestiona el país y la que le debe su mejor momento político. Lejos quedó la época en la que con Ezequiel Caffarini y unos pocos más buceaban el punto de intención de voto. Buscó la mirada binaria y lo logro, no hay espacio para otra alternativa, hizo su juego con éxito y se retiró a tiempo de los intercambios. Un embajador feliz de ideas que a priori están logrando sus objetivos y que confían en consolidar a nivel país en octubre. Puso al PRO en el lugar del fracaso, lo que a los que conocen el pensamiento de Mauricio y Jorge Macri y su dificultad para olvidar las críticas públicas, prometen un áspero trabajo conjunto para el ámbito parlamentario venidero.
EL progresismo se abrazó a lo que sueña, que nunca consiguió, pero que sueña. Lula Levy, ese hijo político del acuerdo que hizo Martín Lousteau con Daniel Angelici, tuvo un buen desempeño. Es muy chica, sin experiencia, y dará la batalla cultural en soledad, con el objetivo de orillar los tres puntos, algo hoy en el terreno de lo onírico. Intentó fustigar a Horacio Rodríguez Larreta, quien había logrado terminar sus estudios de posgrado en Harvard antes del nacimiento de la candidata progresista. Lousteau sabe que su horizonte es inevitable: o acepta la propuesta de Cristina Kirchner de ser el candidato verdugo de Axel Kicillof para representar la síntesis superada del progresismo y encarnar el cordón humanitario anti Milei o su carrera entra en la fase final.
La izquierda hizo lo único que sabe en la Ciudad: ser el motivo de risa del resto. Lucas Bonfante pidió por el pueblo palestino y odió el genocidio que a sus ojos lleva a cabo Israel. Celebró Adorni y considero un mimo el desprecio del candidato zurdo, que respetó el dress code de la izquierda porteña para el debate.
Finalmente Marcelo Peretta, el sindicalista de derecha, que jugó con Sergio Massa, Patricia Bullrich, Javier Milei y otros más, no fue a exhibir lo único que tiene como cucarda en su incipiente carrera política: es quien “inventó” a Milei tras un asado y una charla, cuando Milei no sabía si meterse o no en política. Ese dato, que pocos conocen, lo desperdició y pasó inadvertido.
La Ciudad se prepara para la elección más desapercibida por la opinión pública de su historia, pero la más importante en términos políticos. Es el renacer o el final del PRO tal como se lo conoce. Es la instalación liberal en la Ciudad o un wake up call para cierta incapacidad de construcción política. Es la paradoja progresista que llega para crecer o la confirmación de que Leandro Santoro no prende en los porteños y que nadie que haya militado a CFK o Massa puede tener sobrevida de este lado de la General Paz. Todo se reduce a veinte noches.