Escena que vibra a pulmón
Talento argentino, una clave del auge del jazz en el país

Periodista. Crítico de jazz en medios argentinos e internacionales.
Sin subsidios ni grandes estructuras, el jazz local se consolida por la entrega de quienes lo hacen sonar cada semana en clubes, discos y giras.
En la década del 50 y del 60 la gran mayoría de los músicos eran refractarios a la palabra “jazz”, acaso por cierto origen despectivo en la acuñación del término. Coltrane hablaba de sonido, otros de arte. Pero con el tiempo la denominación se asimiló y hoy es motivo de celebración en todo el mundo. El 30 de abril de cada año, con el impulso de Naciones Unidas, se festeja el Día Internacional del Jazz. Se multiplican conciertos, festivales, ediciones de discos. Hay una gran agitación en todo el mundo.
¿Y qué pasa en la Argentina? ¿Cuál es el panorama del jazz en el país? El talento y la perseverancia de los músicos argentinos y de los emprendedores que sostienen clubes de jazz en distintas ciudades son, antes que el apoyo estatal, las claves para una escena que se mantiene vibrante, con convocatorias respetables de audiencia y con proyección internacional.
El jazz en el mundo crece a paso firme con festivales, ediciones de discos, giras y cruces entre músicos de diferentes países. La Argentina tuvo épocas mejores, con festivales convocantes, pero -con todo- el brillo de este género no es menor y hasta ha permitido que muchos músicos locales hayan trazado un recorrido global que los empareja con las grandes figuras del mundo. Basta ver el encumbramiento de artistas como Leo Genovese, Guillermo Klein, Camila Nebbia o Mariano Loiácono, entre muchos otros, para advertir que nuestro país es un reservorio de talentos que pueden dar la talla en cualquier escenario.
“El panorama, como en tiempos de crisis estructural, es prolífico en cuanto a la enorme cantidad de músicos de nuevas generaciones”, reflexiona José Angelillo, pianista y compositor y uno de los referentes del género. “Los que ya estamos hemos transitado nuestro proceso seguimos por vocación y de entrega hacia lo que hemos elegido con pasión y amor”, agrega y admite que la Ciudad de Buenos Aires es la mejor pertrechada para avanzar. “Pero es importante destacar lo que ocurre en el interior bonaerense, Mar del Plata, Tandil y Olavarría, donde la tarea titánica con casi nula participación del Estado sostiene proyectos integrales de hacer y formar”. Angelillo tiene entre manos varios proyectos, uno de ellos con el grupo Sextante, otro que revisita la música del Gato Barbieri y una recreación de standards de jazz junto a Pablo Ledesma.
Ernesto Jodos, también pianista y compositor, destaca que en Buenos Aires “hay una cantidad inmensa de músicos, con diferentes niveles de experiencia y con estéticas muy variadas. Quienes nos dedicamos principalmente a tocar música original hemos visto cómo el espacio para esta música se fue reduciendo, en favor de estilos como el hard-bop y el swing. En la ciudad hay al menos seis clubes con piano, batería y amplificador de bajo. Esto es lo que realmente hace a un club de jazz, junto a una programación de al menos tres días a la semana. No hay ninguna ciudad así en Latinoamérica. Por lo que sé, en el interior no hay un solo sitio con estas características, por lo tanto se hace difícil que los músicos se queden en sus ciudades; eligen mudarse a Buenos Aires o irse del país. Por otro lado, hay muy buenos músicos en Mar del Plata, Santa Fe, Rosario y La Plata, con proyectos interesantes y mucho énfasis puesto en la autogestión”.
Jodos lleva adelante un trío “colectivo” con Mariano Otero y Sergio Verdinelli, con quienes está grabando un álbum. También tiene otros dos proyectos de música de repertorio y viene de exitosas giras por México.
Para Pablo Ledesma, saxofonista y compositor, “la proliferación de escuelas de Jazz y soportes educativos de toda clase ha logrado crear una plantilla abundante de músicos muy bien preparados y con alto nivel técnico. Como contraparte las nuevas camadas, en general, han perdido el apetito por la investigación y la búsqueda de una voz propia y se centran en la replicación de modelos de los años dorados del jazz, lo cual desde la perspectiva laboral es lo que el medio demanda, pero el jazz, como arte, sufre la falta de proyectos interesantes y novedosos. En cuanto a la cantidad de clubes, festivales, ciclos y actividades ligadas al género que están en funcionamiento no son suficientes y el Estado que debiera ser el principal sponsor ha ido retirando su apoyo en estos últimos años”.
Pablo integra el grupo Sextante y además participa en un trío con Angelillo, Martín de Lassaletta y Javier Puyol, más la travesía en torno de la música del Gato Barbieri que antes comentó Angelillo.
Martín de Lassaletta, contrabajista, compositor y docente, también lamenta la concentración que se verifica en Buenos Aires en materia de música creativa, aunque destaca el esfuerzo de plazas como Tandil y Olavarría. “En mi ciudad, Mar del Plata, luego de más de diez años continuamos sosteniendo la experiencia del ECEM, un colectivo de músicos y músicas que viene manteniendo actividad plena en pos de crear circuitos para el desarrollo de estos lenguajes en la región”.
De Lassaletta está pronto a presentar un disco con su cuarteto (con Valentín Garvie, Nataniel Edelman y Javier Puyol), en tanto tiene álbumes editados por el sello marplatense ICM y por Club del Disco. También forma parte del grupo Sextante.
Desde Rosario, el pianista y compositor Pablo Socolsky destaca el surgimiento de músicos jóvenes y talentosos con la expectativa de “sostener un legado, una renovación y un crecimiento de este espacio a nivel federal”. Entre sus iniciativas figura la grabación de un piano solo el año próximo y la planificación de dos proyectos de dúo, con guitarra y trompeta.
Es cierto que Buenos Aires es un faro, donde se concentran clubes de alta convocatoria como Bebop y Prez, que además programan a artistas internacionales y otros como Thelonious y Jazz Voyeur, igualmente activos. Un elemento insustituible para el recorrido que mostró el género en las últimas décadas fue el “cruce” entre músicos locales y visitantes internacionales. Esa confluencia permitió ampliar el panorama de los artistas locales a la vez que confirmó que el talento doméstico está a la altura de cualquier desafío.
Y si de convocatoria se trata hay un sitio indispensable que desde hace treinta años es una meca para los adoradores y aprendices del género. Se trata de Minton´s, la única disquería de puro jazz del país que, como ámbito de reunión e intercambio, ha resultado vital para la expansión de un género que aún tiene mucho camino por recorrer.