Pensamiento mágico en la mesa
Supersticiones y gastronomía: por qué necesitamos ritos para brindar y comer

Periodista. Cocinera.

A lo largo del tiempo y de las diferentes culturas, los alimentos han tenido significados simbólicos, mágicos o espirituales. Desde comer ñoquis los 29 de cada mes con el objetivo de atraer la fortuna hasta no derramar sal ni brindar con agua para evitar la mala suerte. De dónde vienen estas cábalas y por qué las mantenemos.
Las supersticiones suelen ser siempre así de caprichosas. Hace unos años, durante un encuentro entre amigas, planeado para celebrar un viaje inminente, quedé atónita cuando llegó el momento del brindis. Una de ellas levantó la copa con el ceño fruncido y nos ordenó sin titubeos.
-Hagámoslo con la mano izquierda y mirándonos a los ojos.
-Claro! Porque es la mano del lado del corazón -afirmé de manera candorosa.
-No. Porque si así no lo hacemos, tendremos siete años de mal sexo -sentenció con una seriedad brutal.
Nos quedamos con la boca abierta, pero a ninguna se le ocurrió preguntar de donde había sacado semejante disparate. Sólo nos dispusimos a obedecer sin decir ni mu. Pero desde entonces, y por las dudas, no hubo un solo día en el que haya alzado la copa con la mano derecha. Es una ley elemental del esoterismo: los ritos y las cábalas siempre funcionan si uno cree en ellos. Esa es la eficacia de la magia: la creencia, explicaba en 1949 el antropólogo Claude Lévi-Strauss en su artículo titulado “El hechicero y su magia”. No importa si las supersticiones son milenarias, se heredaron de la familia, o si salieron de una ceremonia moderna inventada en la mesa por cuatro amigas. Es creer o reventar. Y nuestra práctica no fue tan descabellada. Los brindis y la comida suelen estar relacionados con el pensamiento mágico. A lo largo del tiempo y de las diferentes culturas, los alimentos han tenido significados simbólicos, fantásticos o espirituales, que reflejan nuestra búsqueda de sentido. Desde comer ñoquis los 29 de cada mes con el objetivo de atraer la fortuna hasta no derramar sal para evitar la mala suerte, las supersticiones gastronómicas, como todas, reflejan el deseo de controlar o explicar el futuro.
Pero, ¿por qué no queremos brindar con agua? ¿Por qué soplamos las velas y comemos torta para celebrar nuestro cumpleaños? ¿De dónde salen cada una de las supersticiones culinarias más célebres?
Algo es claro. Estamos hablando de cábalas y ritos leves, porque desde el punto de vista psicológico existen distintos grados de pensamiento mágico. “No es lo mismo tener la creencia de que sentar 13 en una mesa genera mala suerte que tener la certeza de que, si no hago determinado ritual antes de salir de mi casa, o si no repito una acción diez veces al día, algo le va a pasar a un ser querido. En este último caso, es un mecanismo de defensa para evitar una realidad que está haciendo sufrir a esa persona. Y es un desgaste psíquico y físico enorme, que deteriora el nivel de vida normal”, explica la médica, psicoanalista y sexóloga Sandra Amoroso.

En el caso que nos ocupa, el pensamiento mágico leve relacionado con la comida tiene causas multifactoriales. Y muchas veces su origen está en las costumbres familiares o las creencias religiosas. “La gente que es supersticiosa o cabulera, pero que no llega a desarrollar un cuadro de enfermedad, recurre a estas prácticas porque resultan un camino más corto que el de ponerse en contacto con el pensamiento lógico. Por ejemplo: ‘nos fue mal porque éramos 13 en la mesa, no porque fulano es agresivo’. Así, explican una situación sin involucrase demasiado. No está ni bien ni mal, mientras no cause un cuadro que distorsione su vida o bienestar”, remarca Amoroso.
No es todo. Las supersticiones gastronómicas también reflejan las tradiciones y valores culturales de una sociedad, un país o una región. Comer ñoquis los 29 de cada mes, por caso, es una costumbre en la Argentina, Uruguay y Paraguay, aunque es de origen italiano.
Pero arranquemos con las creencias que auguran calamidades atroces si no se cumplen a rajatabla. Más allá de los síntomas que puede explicar la psicología, cada una de ellas tiene una historia detrás, real o mitológica, que explica la práctica mágica.
Supersticiones culinarias sobre la mala suerte
Sentar 13 comensales en la mesa: este miedo tiene raíces religiosas y culturales. Según el cristianismo, Jesús cenó con sus 12 apóstoles en la famosa última cena, y el número 13 fue asociado con Judas, su traidor. Desde entonces, ser el número 13 en sentarse a la mesa se consideraba un mal augurio: se decía, sin vueltas, que uno de ellos moriría al año siguiente.
Derramar sal: en Rusia augura pelea futura. Pero en muchas culturas, se cree que derramar sal en la mesa puede atraer a espíritus malignos o al mismísimo diablo. Y para conjurar ese presagio, se debe tirar sal por detrás del hombro izquierdo. La génesis de esta creencia está en el Imperio Romano, cuando la sal era un bien escaso y difícil de conseguir. De ahí, que se tirara accidentalmente era considerada un sacrilegio.
Brindar con agua: en varios países, entre ellos el nuestro y México, es de mala fortuna. El origen está en la mitología griega y en el río Lete, que significaba olvido y era uno de los cinco ríos de Hades (el inframundo). Las almas de los muertos debían beber de este río para olvidar su vida pasada antes de reencarnar. Así, beber agua del Lete estaba vinculado a la muerte, el olvido y la separación definitiva del mundo de los vivos.
Cortar los fideos: en China, Japón y otras culturas asiáticas, cortar fideos largos es de mala suerte, ya que se asocian con la longevidad. Morderlos o cortarlos con el tenedor mientras se come puede acortar la vida. Así, deben sorberse enteros, y hacer ruido no está visto como algo de mala educación.
Colocar mal los palillos: en China y Japón tampoco clavan los palillos en el arroz porque es un gesto asociado a rituales funerarios. Ponerlos en forma vertical se asemeja al modo en el que se coloca el incienso con el que se honra a los muertos. Hacerlo presagia una muerte prematura.

Derramar leche o arroz crudo: En la India se considera un mal augurio, especialmente si sucede al comenzar algo nuevo, como una boda o mudanza. Tampoco se come con mano izquierda por considerar que es impura y atrae malas energías.
Poner el pan boca abajo en la mesa: en Italia y Francia es símbolo de mala suerte, e incluso, de muerte. La tradición viene de la Edad Media, cuando se dejaba el pan así para el verdugo. También se origina en algunas supersticiones relacionadas con la religión católica: colocarlo bica abajo significa una ofensa al cuerpo de Cristo.
Los ritos gastronómicos que atraen fortuna
Brindar: la costumbre viene de la Edad Media. Durante banquetes y reuniones entre nobles, donde el envenenamiento era una forma común de asesinato, se desarrolló la costumbre de chocar las copas con fuerza para asegurarse de que el vino o líquido salpique a todas. Así, si alguien había puesto veneno en alguna de ellas, corría el riesgo de tomarlo él mismo. Brindar era una forma de decir “confío en vos”. Este origen de autoprotección evolucionó con el tiempo en un gesto de celebración y buenos deseos.
Comer torta y soplar velas para festejar el cumpleaños: en la Antigua Grecia se hacían pasteles redondos de miel y trigo en honor a Artemisa, diosa de la luna. La forma redonda representaba la luna llena, símbolo de lo divino y cíclico. Se ofrecían en los templos como ofrendas y se colocaban velas encendidas para que brillaran como la luna. Al soplarlas, el humo elevaba los buenos deseos hacia los dioses, igual que en muchos rituales de ofrenda. En el siglo 19, la costumbre se expandió a Europa con la industrialización del azúcar. Y finalmente se consolidó como una tradición mundial.

Los ñoquis del 29: su origen enlaza la religión con la superstición y la economía. Cuenta una leyenda que San Pantaleón, un médico cristiano, peregrinó por el norte de Italia en el siglo VIII. En una ocasión, una familia campesina lo recibió y le ofreció un plato humilde de ñoquis. Él agradeció la hospitalidad y les predijo un año de abundancia. Tras su partida, encontraron monedas de oro debajo del plato. La costumbre en la región tiene raíces en la inmigración italiana del siglo XIX y XX. Más allá de ser un plato económico para fin de mes, es común poner dinero debajo del plato como símbolo y deseo de prosperidad.
Comer uvas y lentejas en Año Nuevo: en España se comen 12 uvas a medianoche, una por campanada para atraer la fortuna durante los 12 meses del año. Mientras que en América del Sur es habitual comer lentejas y frijoles para lograr prosperidad.
Derramar agua detrás de alguien que se va: en Turquía se hace como deseo de un regreso seguro y rápido. En esta cultura, el agua representa el fluir constante, la limpieza y la paz. Y se hace para que un ser querido tenga un viaje sin obstáculos y dificultades y retorne con la misma suavidad con la que el agua vuelve al mar.
Llevar ajo o tener una ristra en la casa: desde la Antigüedad, el ajo fue considerado un amuleto contra el mal. En las cultura griega, egipcia, romana e india se le atribuían poderes mágicos y medicinales. Mientras que, en la tradición eslava, el ajo espantaba vampiros y demonios. Se colgaban ajos en las puertas, ventanas o se llevaban encima como talismán. En la actualidad, en muchas casa o negocios, se cuelgan una trenza de ajos cerca de la entrada como protección de las malas energías o la envidia.

Existen inagotables variedades de cábalas, ritos y supersticiones relacionadas con la mesa, la comida y la bebida, según la cultura de cada país y región. Pero, en definitiva, todas persiguen los mismo: salud, prosperidad y conjurar la muerte.