Con el pie derecho
Síndrome del Impostor: el sutil enemigo interno

Master Coach Ontológico Profesional.

Muchos líderes exitosos sienten que no merecen su lugar. Claves para superar esa voz interna que sabotea.
En Argentina, donde la inflación fue más del 250% en 2024 y la incertidumbre sigue marcando el pulso de la agenda pública y empresarial, los C-levels y ejecutivos enfrentan un escenario que exige mucho más que conocimiento técnico. Se les demanda liderazgo emocional, claridad estratégica y capacidad de sostener equipos en medio de las crisis. Pero… ¿qué pasa cuando el mayor obstáculo no es externo, sino interno?
El síndrome del impostor aparece silenciosamente, saboteando la confianza, drenando energía y erosionando la autoridad personal desde adentro. En un entorno tan volátil como el argentino, este fenómeno se vuelve aún más punzante. A través del Coaching, exploramos cómo este “enemigo interno” se instala, cómo reconocerlo y, sobre todo, cómo transformarlo.
Cómo se instala el Síndrome del Impostor
El síndrome del impostor no surge por falta de logros, sino por una narrativa interna distorsionada, muchas veces alimentada por la presión social, la exigencia cultural y los entornos organizacionales de alto rendimiento. En la Argentina actual —donde el riesgo país sigue por encima de los 700 puntos básicos— se espera que los líderes sean superhéroes corporativos.
Y sin embargo, por dentro, muchos repiten frases como “no estoy preparado”, “tuve suerte”, “en algún momento se van a dar cuenta”. Estas creencias se alojan en el lenguaje interno, el cuerpo que se tensa, las emociones que se retraen, y un espíritu que se desconecta de su propósito. El Coaching Ontológico nos enseña que no se trata solo de cambiar la mentalidad, sino de rediseñar la identidad desde la coherencia entre lenguaje, cuerpo, emoción y visión.
Un ejemplo local es Florencia, manager de marketing estratégico de una empresa farmacéutica de Buenos Aires. A pesar de haber liderado una estrategia exitosa para mercados latinoamericanos en 2024, Florencia compartía en sus sesiones de coaching que temía se dieran cuenta que era alguien que no merecía su posición. Esta percepción, como una suerte de “fraudulencia percibida”, surge cuando los logros no se integran en la identidad, un fenómeno que afecta a un 70% de los C-levels en algún momento de sus carreras.
Señales de alerta y efecto dominó
El síndrome del impostor se manifiesta en el cuerpo, las emociones y el espíritu, especialmente en el contexto argentino donde la presión por resultados inmediatos es constante. Las señales incluyen:
Físicas: insomnio, tensión muscular o fatiga crónica. En Argentina, donde los ejecutivos enfrentan jornadas extenuantes para contrarrestar la inflación y la burocracia, estos síntomas se intensifican.
Emocionales: ansiedad, perfeccionismo paralizante o miedo a cometer errores. Un estudio de FranklinCovey indica que el 62% de los líderes de startups experimentan estas emociones.
Espirituales: desconexión con los valores personales o pérdida de propósito, lo que representa un gran desafío para estos profesionales que buscan alinear su manera de ser con su liderazgo.
Si vemos que los síntomas del síndrome son múltiples, el efecto dominó que produce en la organización es devastador: líderes que dudan, equipos que se retraen, decisiones conservadoras que frenan la innovación. Y todo esto ocurre en un país que necesita más que nunca líderes valientes, con visión y propósito.
Estrategias ontológicas para la transformación
El Coaching Ontológico ofrece un camino práctico y esperanzador para trascender el síndrome del impostor:
Reencuadre Identitario: cambiar la historia que te contás sobre vos mismo contrarrestando los pensamientos limitantes o negativos por acciones contributivas que haces diariamente y poniendo tu foco en ellas.
Validación de logros: anclar los éxitos en la conciencia cotidiana. Creáte tu propio “Banco de éxitos”, dedicáte 10 minutos semanales a registrar feedback positivo con tu equipo y cómo contribuiste a esos resultados. En un entorno de crisis económica, donde los logros suelen pasar desapercibidos, esta práctica fortalece la autoestima.
Gestión corporal y emocional: reprogramar el cuerpo como canal de presencia y calma, a través de técnicas como la respiración consciente, el Mindfulness o la práctica del Tai Chi.
Integrar comunidades de apoyo: compartir vulnerabilidades entre pares en espacios de confianza, donde la cultura valora las relaciones personales, espacios como la UIA (Unión Industrial Argentina), ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa) o grupos de networking serían apropiados.
Un ejemplo inspirador es Federico, CFO de una fábrica de productos químicos del Gran Buenos Aires. En 202, Federico enfrentó dudas sobre su capacidad para encarar diversos proyectos de expansión nacional e internacional de su organización. A través del coaching, trabajó en reencuadrar su narrativa, reconociendo que su experiencia en finanzas y en negociación fue crucial para la compra de nuevas empresas y en diversificar las operaciones de la compañía. Esto no solo aumentó su confianza, sino que mejoró la moral de su equipo, logrando rediseñar su modus operandi y aumentar la rentabilidad de sus inversiones hasta en un 25% en 2025.
Un llamado a cambiar el observador
El síndrome del impostor es el síntoma de una cultura que premia el resultado y castiga la duda. Pero la autenticidad no es debilidad, es coraje. Coraje para ser transparente. Coraje para decir “no sé” y seguir aprendiendo. Coraje para liderar con humanidad.
No estás solo. Si alguna vez dudaste de tu lugar en la mesa, de tu legitimidad para tomar decisiones, de tu capacidad para sostener a otros, recordá esto: no llegaste hasta acá por casualidad. Lo hiciste porque tenías algo que aportar. Porque tu historia, con todas sus luces y sombras, te preparó para este momento.
2025 es un año de oportunidad. Las condiciones están cambiando, y el país necesita líderes íntegros, conectados con su propósito, dispuestos a habitar la vulnerabilidad como puerta de acceso a una nueva forma de poder: el poder de liderar con presencia, con verdad y con alma.
“La duda que hoy te inquieta puede ser la semilla de tu liderazgo más profundo.”
Animáte a rediseñarte. No para aparentar seguridad, sino para encarnar tu autenticidad. No para cumplir expectativas ajenas, sino para vivir tu propósito con plenitud. No para liderar como se espera, sino para liderar como se necesita.
Tu historia siempre puede recomenzar. Y tu mayor legitimidad no está en tu currículum, sino en tu capacidad de transformar el miedo en confianza, y la impostura en vocación de servicio.
Hoy más que nunca, el mundo necesita líderes reales.
Y vos ya estás en camino.