Legado solidario
Un alma al servicio y la fe: la enfermedad como ofrenda a Dios

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Inspirada por Abel Albino, fundó la Asociación Nutriéndonos y hoy su obra sigue transformando vidas.
Rosario Naón no fue una mujer común. Desde muy joven supo mirar más allá de sus propias necesidades y encontró en el prójimo el verdadero sentido de su existencia. Psicopedagoga de formación, eligió trabajar en los márgenes donde pocos se animaban a llegar. Durante años acompañó a niños y familias en la ludoteca de Bancalari, donde descubrió que la pobreza no se medía solo en carencias materiales, sino también en la falta de oportunidades, de afecto y de esperanza.
De esa experiencia nació en ella la certeza de que debía dar un paso más grande. Con el apoyo de su esposo, Cristián Paz, y la amistad de otros matrimonios que compartían su visión, se propuso crear un espacio integral para combatir la desnutrición y fortalecer a las familias.
Los orígenes de Nutriéndonos
Inspirados por el Dr. Abel Albino, seis matrimonios encabezados por Rosario decidieron dar forma a un sueño: crear la Asociación Civil Nutriéndonos para establecer un Centro Conin. Viajaron hasta Mendoza, donde se capacitaron en la sede central de la Fundación Conin, y regresaron con la decisión firme de transformar la realidad de su comunidad.
Formaron un equipo profesional con nutricionista, pediatra, psicopedagoga, trabajadora social y un grupo de voluntarios comprometidos. Acondicionaron un espacio cedido por el Episcopado y en marzo de 2017 inauguraron el Proyecto Conin Bancalari.
Apenas seis meses más tarde, firmaron un convenio con la Fundación Conin, convirtiéndose oficialmente en parte de su familia como franquicia.
El crecimiento de una obra
Lo que comenzó como un sueño hoy se transformó en una red de esperanza: Nutriéndonos cuenta actualmente con cinco Centros Conin estratégicamente ubicados en Bancalari, Benavídez, Boulogne, Ricardo Rojas y Virreyes.
Los relevamientos sociosanitarios se convirtieron en una pieza clave. Grupos reducidos de profesionales y voluntarios recorren los barrios, tocan puertas, dialogan con familias y detectan a los niños menores de cinco años y a las mujeres embarazadas que necesitan atención. Los niños reciben una evaluación nutricional y un análisis de su entorno social. Cuando se detecta desnutrición, se los invita a ingresar al programa junto con su madre o tutor, brindándoles tratamiento y acompañamiento integral.
Detrás de cada dato, de cada visita y de cada diagnóstico, sigue latiendo el espíritu de Rosario: la convicción de que cada niño merece crecer sano, amado y con futuro.
Madre y testigo de fe
Rosario fue madre de ocho hijos, una maternidad abrazada con alegría y entrega total. Su vida cotidiana era un equilibrio entre la dedicación a su familia y la misión social que la desbordaba. La oración y la fe fueron su sostén en los momentos de mayor exigencia.
Quienes la conocieron saben que ella no buscaba reconocimiento, sino simplemente hacer lo que sentía que Dios le pedía: amar y servir. Esa humildad, junto con su sonrisa constante, se transformó en su sello.
El desafío de la enfermedad
El 12 de septiembre de 2022, a los 43 años, Rosario falleció luego de atravesar una enfermedad que enfrentó de manera admirable. Su partida temprana estremeció a todos los que la amaban, pero también dejó una certeza: su vida había sido fecunda.
Para su familia, la ausencia física no significó un vacío absoluto. Por el contrario, la sienten presente en cada gesto de amor, en cada decisión y en la obra que continúa.
Un legado de santidad cotidiana
Después de su fallecimiento, Nutriéndonos no se detuvo. Su esposo Cristián tomó la posta y la obra se consolidó y expandió. Hoy, cada niño que recibe un tratamiento, cada madre que aprende a cuidar mejor a su hijo y cada voluntario que ofrece su tiempo son la prueba de que la semilla que sembró Rochi sigue dando frutos.
Hablar de Rosario Naón es hablar de una mujer cuya vida estuvo marcada por la fe, la entrega y la esperanza. Su paso por este mundo fue breve en años, pero inmenso en frutos. Muchos la recuerdan como una mujer con “olor a santidad”, alguien que, en medio de las dificultades, supo amar con radicalidad.
Su memoria permanece viva en Nutriéndonos y en cada corazón alcanzado por su entrega. “Rochi siempre será un modelo a seguir para todos nosotros”, repiten quienes la conocieron. Su historia no terminó con su fallecimiento: sigue escribiéndose cada vez que alguien abre su corazón al servicio, con el mismo amor y la misma fe que ella encarnó.