Entrevista
Rafa Berges: "La IA viene a preguntarnos si estamos dispuestos a cambiar"

Periodista y Director de Newstad

Rafael Bergés reflexiona sobre la cultura del trabajo, el "hacer carrera" y el desafío de maridar con la IA desde hoy.
En este especial de Newstad #Trabajo vamos a charlar con gente que nos permita reflexionar acerca de cómo se genera trabajo, cómo se generan contextos para trabajar bien, qué es lo que motiva a las personas y en este momento tenemos la oportunidad de charlar unos minutos con Rafa Bergés. Rafa es un especialista en el mercado de trabajo, es speaker internacional, de profesión ingeniero industrial pero es un capo total en Human Resources hace muchos años. Hizo un laburo espectacular en Telefónica, en el Galicia, como consultor privado también y tuvo la generosidad de regalarnos algunos minutos.
Rafa, en primer lugar quiero pensar con vos qué es lo que en otra época hacía que una persona encuentre un contexto de trabajo que lo haga feliz, que lo ponga cómodo y qué es hoy ese contexto de trabajo que lo pone cómodo y feliz, es decir, qué era lo más importante antes y qué es lo más importante ahora, si es que hubo algún cambio.
Rafael Berges: Gran pregunta, Pedro. A ver, vamos a analizarla con calma porque ahí hay muchas cosas, ahí se juega la historia, hay un cambio social, hay una transformación muy profunda en cómo las personas nos relacionamos con el trabajo. ¿Qué es lo que la gente buscaba antes? Buscaba estabilidad, buscaba pertenencia, buscaba identidad. Yo creo que esas eran las tres palabras claves en aquella época, ¿no? Entrar a trabajar era algo así como sinónimo de entrar a vivir bien. La gente se identificaba con la compañía, yo soy de tal compañía, soy de tal otra compañía. Lo importante era la estabilidad. Había una carrera lineal, uno sabía y podía imaginar y desarrollar una carrera lineal. Existía la posibilidad de jubilarte en el mismo lugar. El éxito estaba muchas veces vinculado a la jerarquía, a tener un título. Me hicieron jefe, me hicieron gerente, tener un escritorio propio. Se pensaba que cuanto más personas uno tenía a cargo era mejor. Y el trabajo nos daba un sentido, ¿no? Yo hago, yo aporto, yo construyo, yo soy alguien gracias a mi trabajo.
Muchas veces la gente, para resumir este concepto, decía yo soy Rafael de Telefónica, o Rafael del Galicia, o Rafael de no sé dónde, ¿no? Entonces el trabajo te daba un sentido externo. Pero eso cambió, ¿no? Y la idea de felicidad laboral y de un contexto agradable para trabajar cambió. Yo te diría que las palabras ahora podrían ser libertad, propósito, coherencia, ¿no? Un lugar feliz para trabajar hoy, un lugar con propósito, ¿no? No alcanza con que la compañía tenga una visión o una misión. Las personas queremos que esa visión se conecte con mi propósito, con lo que yo quiero en mi vida, ¿no? La gente quiere autonomía para poder decidir cómo trabajar, cuándo trabajar, dónde trabajar. Siempre en una cancha, que posiblemente la cancha nos marque, pero dentro de ese escenario poder elegir, poder tener autonomía. Hoy la gente busca jefes con empatía, líderes, líderes que tengan valores. No slogans, ¿no? Que lo que se dice se haga. La gente quiere realmente flexibilidad. Que flexibilidad no es solo trabajo tres días y en mi casa y dos no, sino que son acuerdos adultos que repiten la vida personal de cada uno. Busca espacios de crecimiento, que hoy ya no se da tanto en una carrera lineal, sino que se da por aprender más, por crecer, por cambiar el rol. Las personas buscamos bienestar físico y buscamos autenticidad. A mí este concepto me parece buenísimo. Esto de poder ser yo, sin máscara, sin tener que inventar nada, sin tener que ser lo que no soy. En resumen, yo creo que antes el trabajo era una estructura de contención y hoy lo que buscamos es que sea un espacio de expansión.
Pedro Paulin: Por ahí leí que el único trabajo que no va a cambiar por la llegada de la tecnología y el desembarco de la IA es la plomería, seguramente como humorada. Los laburos cambiaron, cambiaron todos, la forma de trabajar, la forma de nutrirse de información, la forma de desarrollar los procesos, en lo que es el mercado del trabajo y el recurso humano. ¿Cómo afecta la llegada de la IA y cómo ves esa complementariedad, ese maridaje entre lo old school y la IA en el mercado del trabajo de acá a uno dos, cinco años?
Rafael Berges: Qué linda pregunta, Pedro. Lo que pasa es que lo que planteas no es solo un cambio laboral, es un cambio filosófico sobre el vínculo entre el tiempo, la identidad, el trabajo, ¿no? Y el ejemplo que vos ponés de tu caso como periodista es paradigmático, digamos, ¿no? Porque claramente pasamos de la carrera de toda la vida en el trabajo a una colaboración temporal, ¿no? Antes hacías carrera. Yo hace montones de años que dejé de usar la palabra carrera por usar la palabra desarrollo, palabra crecimiento, ¿no? Porque antes era eso, era una carrera, era una carrera lineal que podía ser ascendente, era estable, ¿no? Dabas tu tiempo completo a una empresa y esa empresa te daba identidad, lo habíamos nombrado en la primera pregunta. La gente tomaba su lugar de trabajo casi como una segunda casa o como una segunda familia, ¿no? Mientras que ahora damos parte de nuestro tiempo a distintos proyectos, ¿no? El trabajo se volvió más líquido, más variado, más a medida de cada uno. Ya no somos empleados, somos colaboradores. Me divierte mucho porque discutíamos mucho con algún sindicato hace muchos años atrás porque yo siempre llamé colaborador a las personas que trabajaban en las compañías. Y ellos me decían, la gente no colabora, la gente trabaja, ¿no? Son empleados, llegan una hora, se van otra hora, saben lo que tienen que hacer y se van, ¿no? Bueno, creo que esa discusión hoy ya se acabó, ¿no? Somos colaboradores, hay freelancers, hay consultores, hay creadores. Ya no hay un vínculo de pertenencia, hoy es un vínculo de colaboración, ¿no? Porque la idea es que ya no te contrato para que estés, sino que te contrato para que aportes algo que sume. Y me parece que acá lo que también tenemos que pensar es que, como todo modelo nuevo, este concepto de te regalo un pedazo de mi vida, que decís vos, tienes un montón de cosas buenas, como ser que tenés mucha más autonomía, tenés mucha más diversidad de experiencias, podés hacer distintas cosas todo el tiempo, eso a mí me parece fabuloso, tenés la posibilidad de crecimiento paralelo porque vas haciendo cosas distintas en diferentes momentos, te da mucha flexibilidad para tu vida, te da una marca personal mucho más sólida, te sentís bien haciendo lo que vos querés y lo que te gusta y lo vas haciendo en distintos escenarios. Pero por otro lado se da también un montón de desafíos porque te falta una contención institucional que es lo que te da una compañía.
Tus ingresos son variables, tenés más proyectos, ingresa más, pero tenés menos proyectos, ingresa menos. Muchas veces te sentís aislado, no tenés un equipo fijo de trabajo, vas trabajando en diferentes equipos en diferentes momentos, inclusive trabajás solo muchas veces. Hay un cansancio por salir a venderte permanentemente y también está la dificultad para desconectar. En un trabajo estable vos sabías que en algún horario del día te desconectas, cuando es tu propio tiempo y tu propio desafío muchas veces te cuesta mucho más para desconectar. Por eso a mí un poquito para expresar esto yo diría que hoy no hacemos más carrera, hoy lo que hacemos son proyectos, diseños, etapas y cada día de alguna manera elegimos en qué proyecto queremos dejar nuestra huella.
Pedro Paulin: Yo me crié en una casa donde la gente hacía carrera, la gente entraba y laburaba 20, 30, 40 años en una empresa. Hoy en día lo que se estudia es el pluriempleo, es decir, te regalo un ratito de mi día. Entonces yo como periodista contrato gente que hace una columna una vez por semana o una entrevista por mes. Esa forma de cambiar el trabajo, esa forma de dedicarse toda la vida a una empresa a este pluriempleo que te presta un ratito. ¿Qué análisis haces de ese cambio de paradigma?
¿Está bueno esto de la transformación de los puestos de trabajo? ¿Cómo nos afectan? ¿Cómo afecta a las empresas? Porque la transformación del trabajo no es solo digital, es cultural y es estructural. Y te digo, algo afecta tanto al programador como al gasista, a todos afecta. Vos por ahí decías con humorada que el trabajo del plomero no cambió y yo te diría que hay un montón de cosas que cambió en el trabajo del plomero. Antes tenía una agenda en papel, anotaba lo que iba a hacer, hoy atiende llamadas telefónicas, puede tener un WhatsApp donde agenda los días, las visitas que tiene que hacer, se geolocaliza con un GPS cuando hay que explicarle dónde vivías, cómo llegar. Antes te cobraban solamente en efectivo, hoy te cobra con QR, lleva sus respuestas en una aplicación. Antes llamaba a la ferretería, al corralón para ver lo que necesitaban, en cambio ahora usa una aplicación y pide en la aplicación y cuando llega ya tiene el pedido preparado, lo paga y vuelve. Su reputación en el pasado era boca a boca, si tenés un plomero, sigue existiendo eso hoy, pero también hoy hay plataformas, hay redes sociales que te permiten conectarte con un plomero, inclusive puede usar inteligencia artificial para hacer una cotización, con lo cual si bien el saber técnico sigue siendo clave, el contexto que rodea a los trabajos inclusive los manuales y los técnicos también es cada día más digital, más rápido, más visible.
Pero tu pregunta iba un poquito más allá de esta humorada del plomero, digamos, y era un poquito cómo la llegada de la inteligencia artificial reemplazaba o no reemplazaba puestos de trabajo. Y me parece que acá lo importante es entender que lo que cambió es el cliente. El cliente quiere inmediatez, quiere claridad, quiere buena onda, quiere vivir experiencias diferentes y eso cambia un montón todo lo que las empresas y los comercios y las cosas se hacían de una manera o se hacían de otra. Yo creo que lo importante del futuro del trabajo es que es híbrido, siguen siendo importantes los saberes técnicos, siguen siendo importantes las habilidades humanas y sigue siendo importante el uso de la tecnología. Los trabajos tradicionales se modernizan, como ya lo vimos, se vuelven más al servicio al cliente. Hay un montón de trabajos que antes no existían. Hace 10 años uno no sabía que era un UX, un UI, un Data Science, un automatizador de procesos, un programador, en el sentido que lo conocemos ahora. La inteligencia artificial se vuelve algo así como un copiloto de cualquier tarea, desde editar un texto hasta hacer una presentación, hacer una planificación logística, revisar un mail, contestar un mail. Hay un montón de cosas que puede hacer la idea en la medida que uno sepa utilizarla como copiloto. Por eso aparece un nuevo rol del trabajador, menos repetitivo, pero mucho más decisor y mucho más humano. ¿Qué tendríamos que hacer las empresas para esto? Fundamentalmente reentrenar personas. Lo que sabés hoy te sirve, pero no alcanza. Tenemos que empezar a dejar de pensar en puestos y pensar en habilidades, crear cultura de aprendizaje continuo, no cursos, seminarios o programas sueltos, sino ver cómo hacer para permanentemente creciendo y prepararse para convivir con la inteligencia artificial. No competimos con la inteligencia artificial, lo que tenemos que aprender es a utilizarla como palanca. Me parece que ese es el concepto más importante que me gustaría transmitir acá. La inteligencia artificial no viene a reemplazarnos, viene de alguna manera a preguntarnos si estamos dispuestos a cambiar con ella.
El futuro nos permite pensar que vamos a laburar de cosas que no se laburaba antes, dentro de muy poco. Si vos tuvieras hoy un hijo de 17 años, que el tipo está en quinto año y te dice, viejo no sé qué estudiar, ¿qué le dirías? Pero no que le dirías en torno a qué carrera, en base a qué le recomendarías que tome esa decisión. El tipo que tiene que pensar, mira yo voy a laburar 40 años flaco y probablemente como la tasa de mortalidad cambió en la Argentina y en el mundo, muy probablemente nosotros laburemos hasta los 70 u 80 años, a lo cual si tenés 17, te faltan 60 años de laburo probablemente. ¿En base a qué le recomendarías que tome esa decisión a ese pibe de 17?
Rafa Bergés: Bueno, qué linda pregunta porque ahí en esta pregunta mezclamos un poco el amor de padre, la experiencia de él en que ya vivió varios ciclos en el mundo laboral, 40 años de vida laboral y además la honestidad de no saber con certeza cómo va a ser el mundo en 2050 o en el 2075. Entonces, no sé, voy a tratar de ponerme en una charla que posiblemente hayamos tenido mucho tiempo, capaz que no con tanta formalidad, pero me quiero imaginar sentado con un café de especialidad, con alguno de mis chicos que me dicen viejo, seguramente con razón, y me diría viejo, ¿qué estudio? Entonces, creo que primero le diría, mirá hijo, lo más importante no es que estudias, lo más importante es que aprendas a pensar, que aprendas a pensar, que aprendas a cambiar, que no estudies para hacer algo, estudia para poder hacer muchas cosas, porque vas a tener más de una vida profesional, capaz que tenés 5, capaz que tenés 10, porque además la carrera real no va a ser lo que diga tu título, sino que posiblemente sea algo así como la intersección en lo que te apasiona, lo que sabes hacer bien, lo que otros necesiten que vos hagas y lo que alguien esté dispuesto a pagarte por eso. Creo que un poco la idea que más me gusta es esta, esta intersección, yo siempre creo que hay que hacer cosas que te gusten, que te apasionen y hay que saber hacer bien unas cosas y darle a eso y hacer muchas veces lo que uno hace bien, siempre pensando en lo que otro puede necesitar y en lo que alguien esté dispuesto a pagar. Igual, generalmente cuando das esta respuesta te dicen, bueno, pero entonces qué carrera, qué sigo, entonces más que proponer una carrera, yo le diría que lo primero es que sea una carrera que te enseña a pensar críticamente, que te dé habilidades, que te enseña a comunicar, a resolver problemas complejos, a trabajar con otros, a aprender rápido, a manejar la tecnología, que te permita tener varias identidades, que te permite hacer cosas distintas y ya queriendo ser muy específico me parece que carreras relacionadas con tecnología, mucho que tiene que ver con esto de la inteligencia artificial, la ciencia de datos, la ciberseguridad, temas relacionados con la salud, temas relacionados con educación, nuevos modelos de negocios como la economía circular, temas de diseño organizacional, todo lo que tiene que ver con creatividad me parece que es fundamental, lo que es diseño, lo que es comunicación, todo lo que tiene que ver con arte y tecnología. Por ahí también uno puede pensar oficios inteligentes que hoy no existen y empezar a pensar, bueno, qué viene en gastronomía en el futuro, o qué viene en software en el futuro, o qué viene en inteligencia artificial en el futuro. Y un poco para ayudarlo en la decisión, le diría, bueno, pregúntate qué cosas te gusta hacer, qué te gusta hacer, aunque no te paguen por eso. Una cosa que yo sí lo recomendé y mis chicos lo hicieron, es que hablen con gente que trabaje en eso. Uno de mis hijos en algún momento hablaba de estudiar medicina y le dije, bueno, date un día entero con un amigo médico. Fue el primero y último día que pensó en dedicarse a la medicina. No te quedes con la teoría, tratá de pensar y de ver en la práctica que hacen los que estudiaron lo que vos te gustaría hacer. Elegí un camino y si en la mitad del camino querés cambiar, cambia, nada es para siempre, pero lo más importante es hacer que aprendas a aprender. Eso no pasa de modo nunca. Y un poquito para redondear, le diría que no busques ser exitoso, que lo importante es ser útil, ser curioso, ser geonino, hacer lo que te gusta. Si eso pasa, todo lo demás te llega solo.
Pedro Paulin: Te definís como un apasionado por las boletas históricas, cuáles han inspirado tu cabeza a la hora de pensar políticas en los laburos. Es decir, qué tipo, vos decís, no sé, la austeridad de Arturo Illia, la cuestión disruptiva que puede haber tenido Mandela a la hora de hacer política... ¿Qué personajes históricos te inspiraron, en base a qué novelas, para forjar tu perfil como capo en Recursos Humanos?
Rafa Berges: Bueno, sale la quinta pregunta. No sé quién te contó eso del ingeniero que le encanta leer novelas históricas, pero es así. Y si bien he leído a Mandela, el libro es El factor humano de John Carlin, que habla un poco de la fuerza del liderazgo conciliador de Mandela, su gestión emocional, el poder de los símbolos en el caso de los Springboks y todo lo que él vivió, yo leo otro tipo de novelas históricas, no tanto de personas o de líderes históricos, sino novelas relacionadas con algún momento de la historia. Y se me ocurren tres, tres libros que me he cansado de recomendar.
No hay nadie que me conozca un poco que no me diga, le pregunté a gente, sí, me dice Rafa, vos recomendás La catedral del mar, Mil soles espléndidos, Pasión India. Si querés te cuento un poquito qué pasa en cada uno de ellos. La catedral del mar es un libro de Lefonso Falcones que habla sobre la construcción de una catedral en la Barcelona del siglo XIV, vistas del pueblo, del poder, de la esclavitud, de la libertad. Y me deja que toda gran obra, hacer una catedral, en este caso una catedral para los pobres, necesita del esfuerzo invisible de muchos, que las desierturas de poder no son eternas, que la pasión por construir puede ser más fuerte que el miedo a ser aplastado. Los vaistaxos, que eran los que construían la catedral de noche, lo hacían casi a escondidas. Durante el día trabajaban haciendo una catedral para los ricos y durante la noche, sin paga, solo con compromiso y con esfuerzo, hacían la catedral de los pobres, que existe en la famosa catedral del mar de Barcelona, que vale la pena verla. Y que además hay una épica humana acá de cada proyecto colectivo, aunque no tenga nombre, hay un proyecto. Y acá, para las empresas, uno se puede preguntar quién está construyendo la catedral de tu organización, ¿no? ¿Quién hace la catedral en tu empresa? ¿Quién es el que está haciendo las cosas? ¿Cómo estás tratando a esas personas que están haciendo la catedral?
Un segundo libro que es tremendo, es Mil Soles Espléndidos, de Khaled Hosseini, está ambientada en Afganistán y es una historia conmovedora de dos mujeres unidas por el sufrimiento, por la presión y finalmente por la solidaridad. Y esto nos enseña el tema de la resiliencia silenciosa, esa fuerza que existe en las empresas, ¿no? Que sostiene en definitiva todo lo que pasa en una compañía. El valor de los lazos humanos en contextos que muchas veces no son fáciles en las empresas, contextos hostiles, difíciles, ambiguos. La diferencia entre poder y dignidad y la noción de que incluso en los lugares más rotos, en los lugares más complicados, más difíciles, hay vínculos que curan, ¿no? Muchas veces el mejor equipo no es necesariamente el más productivo, sino el que sabe acompañarse en momentos difíciles.
Y el tercer libro, que es un libro fantástico que me gustaría contarte, es el de Pasión India, de Javier Moro. Esta es una historia real de una española que se llamaba Anita Delgado, que se convierte en la princesa de India casándose con un marajá durante la época del dominio británico, de lo que es la actual India. Y esto pasa mucho en las compañías, el contraste brutal entre cultura, el choque de valores y cómo manejarlo con dignidad, cómo navegar este proceso, ¿no? La casa matriz, la región, el país. Cuando compras una compañía, esos choques de valores y de culturas, ¿no? Aprender a manejar ese contraste. ¿Cómo tenés que adaptarte a las estructuras de poder inamovibles? Estas son las castas que existían en la India en aquel momento, ¿no? Y la soledad del liderazgo femenino que ejercía esta princesa, ¿no? En un mundo muy machista, ¿cómo logró salir al frente? Y la importancia de entender todas estas cosas que tienen que ver la cultura, los rituales, los símbolos, las jerarquías invisibles en toda cultura. Porque en todas las organizaciones hay un rajás, hay un líder, hay alguien que manda, hay castas, hay pasillos de poder. Yo creo que saber aprender a leer todas estas cosas es clave para que las intervenciones que nosotros hacemos funcionen. Así que bueno, no tanto líderes humanos, pero sí, de alguna manera, una mirada amplia sobre el alma humana y entender que las novelas históricas no nos enseñan a hacer un origami. Nos enseñan por qué vale la pena hacer bien lo que hacemos.
Pedro Paulin: Me queda una última pregunta que es por qué elegiste en este momento este rol tan activo con Casa Cuna y que de todo lo que aprendiste del mercado de laburo querés volcar en casacuna para inspirar que buscando que generar en el otro gracias por tu tiempo rafa te mando un gran abrazo.
Rafa Bergés: Uf, qué pregunta, Pedro. Esta pregunta sí que te toca la fibra, porque es un poco hablar del legado humano, lo que a uno le gusta dejar. Además de, como siempre digo, mi familia, mis hijos, mis amigos. Esto tiene que ver con eso que uno a veces piensa que es el legado de cada uno. Y la primera parte de la pregunta, me preguntás qué puedo hacer, qué puedo volcar de mi vida en recursos humanos, ¿no? La Casa Cuna es una asociación civil que es algo así como una cooperadora, una fundación que buscamos ayudar a médicos, enfermeros, que trabajan día a día atendiendo más de 500.000 chicos por año, muy humildes en general y con muchas necesidades, que vienen a atenderse en un lugar de primera, más antiguo que nuestra propia Argentina, porque la Casa Cuna se fundó antes de que se haya, hayamos hecho la independencia, ¿no? Y me parece que en esto lo que puedo volcar es la capacidad de ver al otro más allá del rol, ¿no? Aprendés a mirar a las personas con sus historias, con cómo son, mucho más que con su currículum. Siempre supe que la empatía es una herramienta de gestión. Eso se traduce en Casa Cuna en ver al chico, a un niño, en ver al médico, en ver al voluntario, no como parte de una operación o de un proceso, sino como un ser humano completo. Una cosa fundamental acá es la construcción de equipos con sentido, ¿no? En las empresas armamos equipos, lideramos procesos, empujamos objetivos. Pero acá se arma algo mucho más valioso, porque es un equipo que trabaja con propósito, sin salario, sin sueldo, con el corazón. Y eso es muchísimo más difícil porque el compromiso no se paga, el compromiso se inspira. Otra cosa que me parece que es importante relacionado con el mundo de los recursos humanos es que acá conectamos mundos, digamos, ¿no? Yo en mi carrera profesional conectamos áreas, conectamos gerentes, conectamos culturas distintas. Hoy de manera que me parece que lo que conectamos en Casa Cuna es el mundo del privilegio con el mundo de la necesidad. Uso mi capital social, mi agenda, mi saber hacer para que el dolor de los otros no quede solo en ellos. Trato de construir puentes entre mundos distintos, mundos distintos en el saber, mundos distintos en el tener, mundos distintos en el compartir. Y me parece que que si tuviera que resumirlo de alguna manera diría que después de décadas acompañando personas en el mundo corporativo, sentí que era hora de acompañar a quienes más lo necesitan. Yo creo que lo que aprendí en Recursos Humanos me dio un montón de herramientas, pero lo que se vive en Casa Cuna me recuerda todos los días para qué sirven esas herramientas, ¿no? Creo que esa es un poco la sensación de que cada día siento que estoy exactamente donde tengo que estar, ¿no? Es algo así como el amor puesto al servicio del otro y para mí eso es Casa Cuna.