La Cámpora y un ataque con estiércol
Quilmes: el sabor del encuentro

Escritor.

El municipio de Quilmes, gobernado por Mayra Mendoza, quedó pegado a una maniobra ilegal y violenta.
Libreto: Bostas robadas en los jardines de Quilmes.
Autores: Los sosperonchos de siempre.
Editado por el Estado presente.
¡Sí, quieren que vuelvan los 70!
Y con un romanticismo que por suerte ya no se sostiene.
Ya sabemos que la juventud maravillosa en realidad fue la juventud olorosa. Que no olía a flores sino a caca.
Siempre fue una juventud de mierda pero ahora, gracias a las redes, lo tenemos presente. Porque gracias a las redes el pasado es presente, presente permanente. La neurona memoriosa es un celular y el celular pasó a ser como el culo, todos tenemos uno.
Por eso los peronistas están terminados.
Y lo saben.
Por eso los peronistas están desesperados.
Y eso también lo saben.
Como también se sabe que, gracias a la tecnología, la mentira dura poco: la bosta que le tiraron a Espert son de caballos de Quilmes.
Porque es mentira que todos los caminos conducen a Roma. Este camino hoy conduce a Mendoza.
Por eso, ahora que es más que obvio que el ataque a la casa de Espert lo organizó el Estado, se trata de bosta de lesa humanidad.
Y digámoslo a los cuatro vientos; mejor dicho, digámoslo a la Sudestada:
¡¡¡Lo organizó la Orga!!!
Porque los que tiraron mierda (otra actividad no le conocemos) son los de La Cámpora, para los amigos: la Orga.
Sí, para los amigos: la Orga; y para los enemigos: la caca.

Esta Orga, porque así se hacen llamar para homenajear a la Orga montonera, no tiene uniforme (todavía) como sí tuvieron los Montoneros. Que tampoco idealicemos. No lo usaban los soldados. Eran uniformes caros. Sí la cúpula.
Pero externamente, la Orga camporera tiene un look que los identifica: ellas, flequillo; ellos, buzo y/o camperita colornegra. Que tampoco todos los soldados tienen; sí, una vez más, la cúpula.
Vocalmente tienen una canción que los unifica:
Néstor, mi buen amigo,
esta campaña volveremos a estar contigo,
militaremos de sol a sol,
somos los pibes, los soldados de Perón.
No me importa lo que digan
los gorilas de Clarín,
vamos todos con Cristina
a liberar el país.
La canción, como verán, ya anunciaba el plan táctico de guerra sobre cuál iba a ser el primer desembarco: TN.
Ay, si supieran que dicha canción está basada en "Boby, no me extrañes", canción que nació por una necesidad de la policía bonaerense para publicitar el Operativo Sol de 1981.
Una vez más, la dictadura y el peronismo se unen, ahora para contarnos, que musicalmente fueron lo mismo.
Porque en los represivo y en lo económico ya lo sabemos: también fueron copy paste. Ambos gobiernos armaron centros clandestinos de detención, secuestraron y torturaron, asesinaron y desaparecieron personas, y robaron bebés. Y ambos gobiernos aumentaron delirantemente el gasto público, tomaron deuda para poder sostenerlo y le dieron a la maquinita de imprimir billetes con el mismo fin, crearon impuestos y subieron la presión tributaria con el mismo fin, estatizaron empresas privadas, fijaron un control de cambio donde el dólar tenía que valer lo que el Estado establecía, firmaron acuerdos con el FMI, impusieron Precios Máximos, y dejaron más déficit fiscal del que recibieron. Peronismo explícito.
Y así como la Dictadura fue la otra cara del Peronismo, la Orga fue la otra cara de la Triple A.
La misma moneda bancada por el Estado.
Porque cuando no los banca el gobierno nacional peronista, los banca el gobierno provincial peronista, o el Estado cubano, donde fue a parar la plata del secuestro de los Born que llevó adelante la Orga.
Sus peleas internas con bombas y tiros siempre terminan igual. Porque el peronismo siempre paga sus crímenes de lesa humanidad con la misma moneda: la nuestra. Porque al final tenemos que ponernos con jugosas indemnizaciones para que el cuento a ellos les cierre y el balance también.
Arrancan en rojo pero los que terminamos en rojo somos nosotros, que terminamos con un país quebrado por haber sido obligados a financiar su proyecto criminal.
Y como el negocio tiene que continuar, la Orga camporeravolvió a jugar otra vez a la guerra.
Con apoyo del Estado, obvio.
Estas vez las soldaditos fueron mujeres.
Ellas les pusieron el cuerpo al ataque.
No es casual: era para contraatacar con argumentos defensivos si las cosas salían mal, que salieron.
Porque esta vez la Justicia fue por ellos, y ellos apelaron al truco: culpan a la Justicia misógina que se ensaña con las mujeres por lo que las detenidas están viviendo.
Pero, ¿de qué las acusa la jueza que tiene la causa?
De nada que tenga que ver con cuestiones de género.
Las acusa de:
Atentado contra el orden público en concurso real con amenazas coactivas agravadas e incitación a la persecución u odio contra una persona a causa de sus ideas políticas, estas últimas en concurso ideal con los delitos de malversación de caudales públicos y alteración de la numeración de un objeto registrado de acuerdo con la ley.
Todo con apoyo del Estado provincial.
La jueza Arroyo Salgado en soledad es el Camarón de los años setenta. Ella sabe lo importante que fue ese Tribunal Federal.
Y sabe también que, si no lo hubieran desarmado y los presos no hubieran sido liberados, no hubiésemos pasado por centros clandestinos de detención, secuestros, torturas, asesinatos, desapariciones y robo de bebés.
Pero en 1973 volvió el peronismo al poder y decidió resolver sus diferencias como siempre: por fuera del Estado. Por suerte ahora ya no tienen chances de volver.
Me causa gracia cuando desde el peronismo, para bajarle la temperatura al huevo de la serpiente que están incubando, intentan comparar el reciente ataque a Espert con lo que pasó hace un par de años en Francia, donde los chalecos amarillos dejaron estiércol en una oficina gubernamental.
Vamos a las obvias diferencias:
Lo de Francia fue una protesta de privados sin apoyo del Estado.
Y los privados que protestaron lo hicieron para que el Estado no los siga saqueando.
Porque esa plata no es del Estado, era de los que protestaban.
En cambio, lo que pasó con Espert se trata de lo inverso. El Estado salió a escrachar. Se trata de nuestro dinero usado por el Estado para financiar grupos de tareas, una tradición peronista, que siempre hace de las suyas con la plata que nos roba a nosotros, los contribuyentes.
Dato anecdótico: una de las que forma parte del grupo de tareas es estudiante del CONICET. Se ve que cuando no estudian el ano de Batman, estudian el ano de los caballos de Quilmes. En el segundo caso al menos ahora supimos para qué.
Porque las pruebas nos cuentan lo que intuíamos: ahora sabemos que la camioneta donde llevaron la caca, que es del municipio de Quilmes, estuvo estacionada en la casa de Cristina.
¿Elsa Bor de Lencuentro?
No, Mayra Mendoza de Kirchner.