Potencialidades y limitaciones de la IA en los procesos educativos
¿Puede la Inteligencia Artificial educar?

Director del Departamento de IA Facultad Ingeniería de la Universidad Austral
La IA puede transformar la educación, pero solo si la usamos con criterio, ética y el ser humano al centro.
En 1950, Alan Turing planteó una pregunta visionaria: ¿Pueden las máquinas pensar? Hoy surge otra interrogante igualmente provocadora: ¿Puede la Inteligencia Artificial (IA) educar? Mientras caminaba por la ribera del Riachuelo en La Boca, reflexionaba sobre este tema cuando casualmente escuché una conversación sobre un profesor de Antropología en Milán que utiliza IA en sus clases. La escena me recordó a fines de los 90 cuando en cualquier lugar de Buenos Aires la gente hablaba sobre “la Internet”, en esa época surgieron dudas similares a las actuales, sobre el impacto de Internet en la sociedad y en especial la educación. Ahora estamos ante una revolución tecnológica mucho más profunda: la de la IA Generativa, cuyas consecuencias reales apenas empezamos a vislumbrar.
La IA es promocionada como herramienta para un aprendizaje activo y personalizado. Permite automatizar tareas repetitivas, generando actividades adaptadas a diferentes ritmos y estilos de aprendizaje, lo cual podría democratizar el acceso a educación de calidad. No obstante, debemos aclarar que la IA no reemplazará a los docentes, sino que complementará su labor al liberar tiempo para interacciones más significativas y humanas.
Sin embargo, la IA tiene importantes limitaciones. Sus respuestas, basadas en algoritmos “estadísticos” y datos previos, pueden contener errores o "alucinaciones", información falsa generada para completar respuestas. Además, carece de comprensión genuina del contexto emocional y social, fundamental para el desarrollo integral de los seres humanos.
La IA como "plastilina tecnológica"
Una visión prometedora considera a la IA como una "plastilina tecnológica" adaptable. En lugar de imponer métodos uniformes, puede personalizarse para satisfacer necesidades específicas, facilitando desde resolución alternativa de problemas hasta proyectos interdisciplinarios y creación de materiales educativos diversos. Esta adaptabilidad es crucial para entornos educativos inclusivos que estimulen la exploración, experimentación y creatividad de cada estudiante.
De consumidores a creadores: formando estudiantes en IA
El desafío educativo actual es formar estudiantes capaces de comprender y utilizar críticamente la IA. Para lograr esto se requiere un enfoque integral:
1. Enseñar PARA la IA: Desarrollar habilidades esenciales como pensamiento computacional, identificación de sesgos algorítmicos y protección de la privacidad.
2. Enseñar SOBRE la IA: Proporcionar conocimientos fundamentales sobre su funcionamiento, implicaciones éticas y aplicaciones diversas.
3. Enseñar CON la IA: Integrar tecnologías que potencien el proceso educativo, promoviendo la creación de contenidos, solución de problemas complejos y colaboración efectiva.
La alfabetización en IA no se limita a entender algoritmos o utilizar prompts, sino que implica evaluar críticamente su impacto, identificar sesgos, comprender limitaciones y aprovechar sus ventajas con responsabilidad ética.
Dilemas éticos por resolver
La implementación de IA plantea importantes dilemas éticos. Los algoritmos pueden reflejar sesgos culturales o históricos, generando discriminación o perpetuando estereotipos. Los docentes deben estar conscientes de estas potenciales injusticias, promoviendo un uso equitativo de la tecnología. Además, la protección de datos personales y la seguridad de los sistemas deben ser prioridades claras. La UNESCO, en su marco de competencias en IA de 2024, enfatiza estos aspectos éticos como fundamentales para una integración responsable y centrada en el ser humano.
Pensamiento crítico en tiempos de ChatGPT
Uno de los principales riesgos de la IA generativa es fomentar la dependencia pasiva y debilitar las capacidades analíticas y críticas. La facilidad para obtener respuestas inmediatas puede reducir la motivación para investigar, cuestionar y resolver problemas independientemente. Como dijo (es una de las versiones ) Albert Einstein: “Si tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos determinando la pregunta adecuada, porque una vez conocida la pregunta correcta, podría resolver el problema en menos de cinco minutos”. Esta reflexión es clave al interactuar con sistemas como ChatGPT: la calidad de las respuestas depende fundamentalmente de la calidad y precisión de las preguntas formuladas.
La educación debe centrarse en desarrollar habilidades como formular preguntas efectivas (hoy lo llamamos "prompting") y evaluar críticamente la información generada, fomentando así el discernimiento, análisis profundo y la construcción de conocimiento propio.
Hacia una integración equilibrada: Somos AL(IA)²
La IA en educación no es ni una solución mágica ni una amenaza apocalíptica. Su impacto dependerá fundamentalmente de cómo decidamos integrarla. Es esencial mantener al ser humano, docentes y estudiantes, en el centro del proceso educativo, utilizando la tecnología como complemento y no como sustituto.
El objetivo debe ser formar estudiantes capaces de comprender los mecanismos de la IA, reconocer sus limitaciones y sesgos, y emplearla creativamente como herramienta educativa. Solo así aprovecharemos su potencial transformador sin comprometer nuestras habilidades cognitivas, creativas y éticas esenciales.
La IA debe ser nuestra aliada estratégica: AL(IA)². Dos hechos históricos que suelo citar en mis charlas : una cuando en 1997 el maestro de Ajedrez Kasparov fue vencido por la computador Big Blue de IBM, su reacción fue no competir contra la máquina , sino con la maquina creando el ajedrez “centauro”. La otra cuando comienza la Revolución Francesa, y el Rey Luis XVI es informado de la situación consulta si era una revuelta , la respuesta fue : ”No Señor, es una Revolución”
Hoy estamos ante una revolución tecnológica cuya magnitud real veremos con el tiempo. El desafío radica en integrarla de forma equilibrada e inteligente, garantizando siempre una perspectiva profundamente humana.