Inundaciones, falta de obras y futuro incierto en la pampa húmeda.
El granero del mundo bajo agua: la paradoja de la pampa húmeda
Bonaerense ilusionado
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El oeste bonaerense, granero del mundo, sigue sin obras clave y enfrenta pobreza estructural.
La mayoría de las veces se asocia la falta de obras de infraestructura únicamente a la ausencia de recursos económicos. En el corto plazo, y con una visión semejante, parecería ser así.
Sin embargo, en el mediano y largo plazo, quienes ya pintamos algunas canas podemos observar cómo pasan ante nuestros ojos los ciclos que nos propone la naturaleza y los ciclos políticos, con sus respectivas decisiones al respecto.
Dada esta perspectiva en el tiempo, me permito al menos dudar si es tan así o si también influye la falta de una visión estratégica que nos guíe, planificación mediante, hacia el objetivo de ser una comunidad próspera, con trabajo, oportunidades para todos y una calidad de vida que nos haga creer, al menos, que somos felices.
Lo que hasta aquí no les dije es que estoy hablando de las escasas obras de infraestructura en el territorio del oeste de la provincia de Buenos Aires, parte de nuestra pampa húmeda. Conocida como “el granero del mundo” por su importancia en la producción de alimentos (soja, maíz, girasol, la mejor carne del mundo).
Aquí, la duda ya se me convierte en paradoja y me pregunto: ¿cómo es que una zona que genera tantos recursos y con tal potencial de riqueza no puede tener las obras necesarias para no estar cíclicamente inundándose, viendo arrasados sus caminos rurales, familias sin conectividad ni servicios de salud al alcance? ¿Cómo puede ser que todo el esfuerzo de su trabajo y de su inversión se pierda día a día por tener el agua hasta el cuello?
Días atrás, recorriendo algunas calles de mi querido Carlos Casares, me encontré con una imagen importada de otros lados, precisamente de la super bien planificada y estructurada “fábrica de pobres” que es el conurbano bonaerense profundo. Sí, así es: eran chicos revolviendo tachos de basura buscando algo para comer. Por si no leíste bien, antes dije que éramos el granero del mundo.
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No me vengan con que, en estos lados, la concentración de riqueza y el capital en manos de unos pocos es lo que hace pobre a la gente. Lo que hace pobre a la gente es la falta de educación, la falta de acompañamiento para que cientos de familias salgan de la pobreza estructural. Hace falta una ayuda de verdad, un buen empujón. No un salvavidas de plomo, como los que dan los gobiernos populistas para tener voluntades compradas el día de una elección.
Desde estas pampas, muchos vecinos decimos basta a estos modelos de distribución: modelos donde las personas que trabajan sostienen sistemáticamente a quienes no trabajan. Decimos basta a los adoctrinamientos que inculca el populismo, donde el mérito de estudiar y trabajar dignamente parece ser una labor para los giles.
El mundo cambió considerablemente con la llegada de internet, las distancias se acortaron y hoy nuestros jóvenes pueden estar estudiando y capacitándose conectados a cualquier lugar del mundo. Me gustaría ver que decidan formar sus familias cerca de sus seres queridos y amigos de toda la vida. Que tengan oportunidades y vuelvan a creer en esta “tierra prometida” en la que tantos inmigrantes forjaron nuestra querida y próspera Argentina.