Recaldías
Ñoquis a la pus

Escritor.

Las empanadas regaladas al lado de los ñoquis. Cinismo Peronista y un pueblo que eligió un camino liberal sin pausa.
Qué impúdicos son los peronistas. Sólo recuerdan que ganan poco cuando no gobiernan los peronistas.
Cuando con Cristina, Sergio y Alberto, en el 2023, el salario mínimo estaba en menos de 130 USD y la jubilación en menos de 80 USD, no cacareaban y le ponían huevo a la gestión al punto tal de volver a poner los huevos en la misma canasta para volverlos a votar.
Pero ahora que ya no gobiernan, rompen los huevos del nuevo nido porque no sea cosa que termine de nacer lo que inexorablemente se viene: el liberalismo. Que incluye auditorías en todos los organismos públicos del Estado, incluidos los hospitales.
Que yo recuerde, es la primera vez que un gobierno se anima a destapar la olla hospitalaria para que veamos cómo se cocinan los ñoquis en su salsa blanca. Mejor dicho, en su pus. Porque donde levantas la tapa en el Estado, aunque haya niños de por medio, encontras ñoquis flotando, mientras la mitad de la población argentina está hundida en la pobreza por culpa de los ñoquis.
Su lema culinario es: amasar un puesto de ñoqui haciendo harina a los demás.
Eso sí, para que la trampa refinada sea eficaz, nos hacen harina cada vez más finita moliéndonos con más y nuevos impuestos. Para que los muy ñoquis puedan seguir flotando en su salsa.
Insisto con la impudicia, qué cínicos son los peronistas. Se quejan de que las empanadas están caras, pero no se quejan de que los ñoquis nos salen carísimos. Porque para mantenerlos en su salsa nos tienen que moler día a día con impuestos que te cortan y parten al medio.
En Argentina hay más de 120 impuestos. Sí, son impuestos porque las tasas y regulaciones no son optativas. Las tenemos que pagar igual. Son imposiciones.
Somos el país con más imposiciones del mundo y uno de los países con más presión impositiva. Y ya lo recontra sabemos, a cambio de casi nada.
Todo para sostener el delirante y enfermante aparato estatal.
Dato de color pus: el primer ñoqui famoso argentino fue Bernardo Neustadt.
Ocurrió durante el segundo gobierno de Perón. Sí, el que agrandó el Estado parasitario.
En 1953 obtuvo un puesto estatal y cobrando nunca se presentó a trabajar.
Neustadt fue el primer ñoqui famoso de la administración pública del que hay registro.
Incluso algunos dicen que oficiaba de jefe de manzana.
¿Lo dejamos ahí?
Y ya que hablamos de peronistas, tengo una anécdota culinaria protagonizada por los nazis.
Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis bombardeaban una y otra vez Londres.
En esos bombardeos, los soldados, el primer ministro, el rey, la reina, el pueblo en general, se escondía en las estaciones de subte y también en los túneles que comunican una estación con la otra.
En esos tiempos la comida escaseaba y lo poco que había, terminaba formando parte de un guiso que se cocinaba en grandes cacerolas.
Lo curioso es que ese guiso era la comida de todos: del pueblo, de los soldados, de Churchill, del rey Jorge VI y de la reina Isabel.
Los asombrados de siempre, le preguntaron al rey, a la reina y al primer ministro inglés, por qué comían la misma comida que el pueblo. Dicen que los altos mandos respondieron:
—Les estamos pidiendo a nuestros soldados que den la vida por nuestro país. Estamos en un país que está en guerra. En un país que pasa hambre y que por eso come guiso... Y come guiso cuando hay guiso. Porque a veces ni eso hay. Si nosotros comiésemos faisán mientras ellos comen guiso, habría dos países. Y entonces, nadie se sacrificaría por el nuestro.
Pues bien, los tiempos cambiaron pero los problemas culinarios siguen.
Hoy la mayoría de los argentinos, soldados de esta nueva guerra, piden un nuevo país: que se destapen las ollas para poder comernos de una vez y para siempre a los ñoquis. Y no al revés, como viene pasando desde tiempos inmemoriales.
Por suerte los tiempos cambiaron: es la primera vez que tenemos un gobierno a nivel nacional, que empezó a querer comer lo mismo que nosotros.
Ojalá continúe con su apetito voraz.