Cuando la violencia también envejece
Los desafíos invisibles del maltrato a personas mayores en la Ciudad

Periodista

Más de 2.300 adultos mayores fueron víctimas de violencia en CABA en 2024. La mayoría, mujeres. Y en su propia casa.
“Durante 2024, el Programa Proteger intervino en 2.358 casos de violencia hacia personas mayores en la Ciudad de Buenos Aires. Eso equivale a seis personas mayores de 60 años violentadas por día”, indicó Agustín Bertuzzi, Director General de Promoción de Derechos para Personas Mayores, dirección que depende de la Subsecretaría de Personas Mayores del Gobierno porteño. La cifra estremece, y lo que la sigue, también: en el 78 % de los casos, las víctimas fueron mujeres. En la mitad de ellos, los agresores fueron sus propios hijos, en mayor porcentaje varones. En uno de cada cuatro casos, el victimario fue el cónyuge o pareja de la mujer mayor.
El diagnóstico no surge de un informe académico ni de una estadística lejana, sino del registro actualizado del Programa Proteger, la iniciativa del Gobierno porteño destinada a intervenir ante situaciones de violencia hacia personas mayores. Desde la pandemia, la demanda al programa se duplicó. Y el fenómeno, aunque muchas veces invisibilizado, está creciendo.
¿Qué tipos de violencia enfrentan los adultos mayores?
La gran mayoría de los casos corresponde a violencia doméstica (82 % del total). El tipo más frecuente es el maltrato psicológico: gritos, humillaciones, amenazas, aislamiento, hostigamiento, manipulación. Le sigue la violencia física: empujones, golpes, zamarreos. Pero hay otra modalidad en alza, más silenciosa y difícil de detectar: el abuso económico. Consiste en la apropiación de la jubilación o pensión de la persona mayor, la coacción para firmar documentos, la falsificación de firmas o la limitación arbitraria de recursos para vivir dignamente.
“Este tipo de abuso suele darse especialmente en personas con deterioro cognitivo, sin redes de apoyo familiares o comunitarias”, advierten desde Proteger. También mencionan formas de violencia ambiental (golpear muebles, romper objetos personales) y simbólica: infantilizarlos, despersonalizarlos, impedirles tomar decisiones sobre su salud o su dinero. “Muchas veces los prejuicios de edad están tan naturalizados que ni siquiera se los percibe como formas de violencia.”
¿Cómo se detecta una situación de maltrato?
Las señales no siempre son visibles. Algunas personas mayores callan lo que sufren por miedo a represalias o por sentimientos de culpa, sobre todo cuando el agresor es su hijo. “Otros lo hacen por la idea de que deben preservar la familia a cualquier precio”, explican. Sin embargo, hay indicios que pueden alertar al entorno: cambios bruscos en el ánimo, aislamiento social, hematomas de diferente antigüedad, miedo o ansiedad en presencia de un familiar o cuidador, signos de desnutrición o deshidratación en personas dependientes, o acompañantes que retienen su documentación.
¿Qué hace el Programa Proteger ante una denuncia?
El equipo interdisciplinario —formado por psicólogos, trabajadores sociales y abogados— actúa a partir de consultas por teléfono o mail. Se entrevista a la persona mayor, se brinda contención psicosocial, asesoramiento legal y se articulan medidas con otros organismos según cada caso: salud, vivienda, justicia, apoyo económico o psicoterapéutico. “También contamos con un dispositivo de alojamiento protegido, un lugar de resguardo para personas en riesgo alto, donde se trabaja con ellas en la reconstrucción de un nuevo proyecto de vida libre de violencias.”
En los casos más graves, se promueve la intervención judicial, con medidas como la exclusión del agresor del hogar. Pero se hace siempre con cuidado: “Trabajamos para que la persona mayor sea parte activa de la resolución de su problemática, reforzando su autonomía y su derecho a decidir”, subrayan. En algunos casos, se deriva a grupos de ayuda mutua donde las personas pueden compartir sus experiencias, recuperar su autoestima y sentirse acompañadas.
Avances y desafíos
Desde 2015, la Ciudad cuenta con la Ley 5420 de Prevención y Protección Integral contra el Abuso y Maltrato a las Personas Mayores, que contempla desde la asistencia hasta la prevención a través de la promoción de vínculos intergeneracionales, la capacitación de cuidadores y la erradicación de estereotipos negativos sobre la vejez. Para ello, el Gobierno porteño firmó convenios con el Ministerio Público Fiscal y la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer. “Uno de los desafíos es garantizar la implementación efectiva de la Ley, especialmente en personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica”, reconocen desde Proteger. También señalan la necesidad de trabajar más en la prevención cultural: “Todavía persisten formas de discriminación por edad que obstaculizan el acceso a la protección y el ejercicio de derechos.”
Una ciudad que no deje envejecer en soledad
Con mirada de futuro, desde el equipo remarcan: “Apostamos a una Ciudad en la que envejecer no implique quedar expuesto o desprotegido, sino todo lo contrario: que el paso del tiempo sea acompañado por políticas activas de cuidado, respeto y promoción de la autonomía. Trabajamos por una Ciudad donde envejecer sea sinónimo de derechos garantizados.”