Una revolución que ya empezó
Los argentinos frente al desafío de la inteligencia artificial

Médico, investigador y referente en innovación tecnológica.
Cómo prepararse para un futuro dominado por la IA y evitar quedar rezagados en el avance tecnológico global.
El mundo entra en la era de la inteligencia artificial, y nosotros, sin ser consultados, lo seguimos. Ahora bien, como dijera Kissinger en uno de sus últimos libros, “en la era de la IA la humanidad va a cambiar”. Alan Turing predijo en los años 50’ que, con la ingeniería correcta, una máquina sería capaz de razonar. Y los grandes modelos de lenguaje (LLM) comienzan a materializar la profecía. Los sistemas de IA automatizan de manera asombrosa algunas dimensiones cognitivas que serán decisivas para el mercado laboral, nuestra vida intelectual, y para nuestra propia identidad y modos de convivencia.
La inteligencia artificial cambió la lógica de la programación informática clásica. Los sistemas convencionales ejecutaban secuencias de instrucciones explícitas que para una combinación fija de datos de entrada y órdenes del operador, devolvían siempre la misma acción predeterminada, como localizar un archivo o activar un dispositivo. La IA, por contrapartida, en lugar reglas codificadas, interpone modelos estadísticos que aprenden patrones de comportamiento de grandes volúmenes de datos para generar por sí misma las reglas de decisión. El sistema aprende y toma decisiones en consecuencia.
Este cambio de paradigma surge de combinar estadísticas e informática. La teoría asume que los atributos cuantificables de la realidad siguen patrones probabilísticos. Por ejemplo, las mediciones de audiencia televisiva muestran menor encendido durante la madrugada y un repunte al mediodía, variación que a su vez depende del tamaño y la composición de los hogares. Las estadísticas pueden modelar estas observaciones para optimizar la programación y anticipar picos de audiencia. Algoritmos más complejos son capaces de conducir vehículos autónomos, reconocer patrones visuales en tiempo real, producir videos de alta fidelidad a partir de texto, o sostener diálogos naturales con los usuarios. La clave radica siempre en sustituir reglas explícitas por modelos estadísticos que aprenden directamente de la información que llega de la realidad.
Impacto en la Argentina
En principio, toda actividad laboral que requiera de la inteligencia puede ser, de mínima asistida (cuando no completamente sustituida) por sistemas de IA. Así como la calculadora asiste en matemáticas, los sistemas de IA ayudarán en toda la actividad laboral. La gran mayoría de la burocracia estatal podrá ser realizada por estos sistemas. Igual se puede decir del trabajo médico, docente, o judicial. Como consecuencia aumentará la eficiencia y se requerirá menos gente. Nos contaba el director de uno de los hospitales cardiológicos más importantes de China que, para una tarea que antes requería 8 médicos ahora empleaban 3, y pronto bastaría con uno. Debemos anticipar este impacto mediante regulaciones y políticas adecuadas.
La tecnología basada en IA, a su vez, se encuentra en etapa de desarrollo. Y hay insumos básicos para formar parte creativa del proceso, como por ejemplo recurso humano especializado, acceso a bases de datos, supercomputadoras, microelectrónica (producción de microchips), y suministro energético. Poseer estos recursos o no, equivaldrá a lo que significa hoy, contar con autoabastecimiento energético, o depender en absoluto. Y la situación argentina es muy comprometida. Formamos menos de 1.500 ingenieros en electrónica, informática, y nucleares cada año, y no llegamos a 100 doctores en matemáticas. En un país que hoy tiene 70% de los alumnos del secundario, de un distrito como CABA, que no sabe hacer cuentas elementales. En cuanto a supercomputadoras, no tenemos nada parecido a lo requerido por estos sistemas. Nuestra inversión en IA es diez veces inferior a Brasil (que ya es baja). Y respecto de la energía, imaginemos un país cuya red eléctrica no aguanta un día de calor, cuando queramos hacer funcionar equipos que consumen como ciudades enteras.
Desafío
La era de la IA demanda de nosotros ciertas acciones fundamentales. Primero, debemos ser parte creativa del proceso en ciernes. Para esto es imperioso un plan nacional de matemáticas para todas las escuelas del país. Además, debemos reforzar los contenidos de matemáticas, estadísticas, e informática, en todas las carreras de nuestro sistema universitario. Esto es indispensable para empezar a entender la IA, y comenzar a crear. También debemos aumentar las capacidades de cómputo en los gobiernos, fuerzas armadas, y universidades, y comprometer recursos para desarrollar grandes modelos generativos propios. Cuarto, necesitamos retomar un proyecto nacional de microelectrónica. Ya hay iniciativas importantes en curso y algunos expertos. Ellos son la semilla de un gran paso hacia delante que puede dar nuestra nación. La alternativa es quedarse del lado de los consumidores de tecnologías basadas en IA. Ocurre que nadie tiene en claro qué significará ser absolutamente dependientes en esta nueva era, donde la humanidad necesariamente cambiará. La impresión general es que podría precipitar a los rezagados en una especie de edad de piedra.