Conurbano indomable
Lomas de Zamora en su laberinto: boom de construcción caótico y explosiones de violencia

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El segundo distrito más poblado del Conurbano después de La Matanza sufre las contradicciones de las nuevas megalópolis. Una ciudad que crece sólo "hacia arriba" y suma crisis por debajo.
Situación: siete de la tarde en avenida Hipólito Yrigoyen y Laprida, Lomas de Zamora. Un colectivo frena, a un buen salto de distancia del cordón de la vereda. Un hombre baja con fatiga sobre la calle y un “Rappi” en bicileta se lo lleva puesto. El hombre cae, se levanta con dificultad pero se inicia un cruce de gritos y dedicatorias a las madres de ambos. Nadie interviene. El cansancio los gana a ambos y luego del típico amague de varones, cada uno sigue su camino. Uno, agotado luego de un día de trabajo (o quizás más de uno) y un viaje de regreso de pésima calidad. El otro, sigue entregando pedidos, ese empleo precario que le permite llegar con lo justo a fin de mes, pedaleando al menos 10 horas por día.
Los medios y las redes vienen replicando en los últimos tiempos este tipo deescenas crudas que vi hace algunas semanas y parecen pequeños fragmentos de “relatos salvajes”. Son consencuencias de esa sociedad rota, que en el Conurbano ya estaba hecha pedazos desde hace muchos años antes y hace catársis en estas “mini explosiones” cotidianas.
Le comparto esta anécdota a Daniel Bilotta, periodista especializado en “las delicias” del conurbano bonaerense, y comienza: “El problema del Conurbano es que viven en 3000 kilómetros cuadrados casi 10 millones de personas, es el mayor bolsón de pobreza del país. De todas maneras, la pobreza no explica el delito, pero sí la violencia. Y la falta de servicios básicos durante tantos años contribuye al hartazgo y que el Conurbano sea un lugar de violencia todos los días”.
Bilotta describe a este territorio como un espacio con realidades muy heterogéneas: "Hay sectores comparables a ciudades modernas y otros que parecen países sumidos en pobreza extrema. Esta desigualdad genera una fractura social profunda", explica.
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El citado Lomas de Zamora, en la zona sur del Conurbano es un claro ejemplo: en 2024, registró una tasa de 6,83 homicidios cada 100.000 habitantes, superando la media provincial. Frente a estos datos hay que recordar que denunciar los ilícitos en la comisaría no es un hábito bonaerense común. Es otra consecuencia de ese divorcio entre el Estado y los bonaerenses, por lo tanto las cifras esconden una realidad mucho peor.
Pero en el medio de este caos, en Lomas de Zamora también hay un boom inmobiliario sin pausa en su zona céntrica, que se divide en dos: la de la peatonal Laprida, de precios más populares, y “Las Lomitas”, que se extiendió con fuerza hacia los dos lados de Hipólito Yrigoyen. Llamativamente, las construcciones están casi monopolizadas por la Inmobiliaria Baron, algunas con dudosas habilitaciones por su cantidad de pisos.
Pero ese sólo es un problema. La falta de planificación, un déficit clásico de la Argentina, se reproducen en Lomas. Este boom inmobiliario se está pagando con cortes de luz cada vez más frecuentes porque le red eléctria no soportó semejante crecimiento. La presión de agua también se resiente. En varias zonas, abrir la canilla en horas pico significa enfrentarse a un hilo casi inexistente. La explicación es similar: la infraestructura de AySA no fue diseñada para sostener la densidad creciente. Otro síntoma son las calles saturadas porque muchos edificios se construyen con menos espacios de estacionamiento que la cantidad de departamentos.
Ni hablemos de ampliar de ampliar el ancho de la saturadísima calle Colombres, a pesar de que sus veredas son súper amplias. Ah, pero allí ubican sus mesas los importantes restaurantes de la zona, y tampoco hay que molestar a sus dueños, clave del éxito del centro lomense.
Esta Lomas de Zamora “opulenta” contrasta con otras barrios que encontramos si hacemos unos pocos minutos en auto, hacia cualquier costado de la zona céntrica. Casas bajas hechas cárceles, casi con más rejas que ventanas, infraestructura que brilla por su ausencia, y cámaras de seguridad privadas para reemplazar a un Estado que no cuida al barrio hace décadas.
Sobre estos escenarios, vuelvo acudir a Bilotta, que contextualiza: “Un Estado ausente hace 50 años. En democracia, gobernó casi siempre el peronismo y no les resolvió gran parte de los problemas. La falta de alimentos y la falta de trabajo generan violencia. En algunos casos, se expresa a través del delito. Sin alimentos no podes pedir una educación, y sin educación es muy exigente pedi que se entendienda la ley”.
A a este combo, el autor de “Conurbano Salvaje” y columnista en el programa de Carlos Pagni en La Nación + agrega el ingrediente que hace detonar la bomba: “en el Conurbano tenés casi un 50% de desocupación, si los chicos no son contenidos en las aulas y si ser un puntero de la droga te deja 200 mil pesos por semana, el lugar que ocupa el narcotráfico es claro. Además en el Conurbano hay cocinas, hay producción de droga".
Para el final, Bilotta destaca el rol de los intendentes, que para bien o para mal son los que le ponen la cara (excepto los que viven en Puerto Madero): “Quien no se entiende con los intendentes del Conurbano no gobierna la Argentina”. Hace pocos días el presidente tuvo que escapar de Lomas debido a un operativo absolutamente descoordinado con las fuerzas de seguridad locales. Es momento de que el Gobierno deje a un lado los insultos adolesentes y baje al barro (nunca mejor dicho) a reforzar los vínculos territoriales, con los propios y no tan propios.